Empezar bien no siempre es fácil. Terminar mal es mucho más normal, aún habiendo empezado bien.
Pienso que empezar bien es rememorar lo conocido y hasta cierto punto olvidado: que puedan durante unos minutos acompañarnos alguno de nuestros ancestros, de esos muchos seres humanos que nos han legado tanto y que no reconocemos lo suficiente.
Por esa razón, también, empiezo todas mis reuniones y clases con lo que llamo una píldora: algo que nos recuerda a alguien más olvidado que los héroes reconocidos, y que sin embargo, nos permite reflexionar nuevamente sobre cosas sabidas, pero demasiado poco recordadas.