La idea de hacer una parada en el camino y preguntarse ¿qué hacemos? ¿dónde estamos? es básico metodológicamente.
La mayoría de las veces no hacemos ese alto en el momento adecuado, y lo que ocurre es que el fragor de la acción nos lleva a equivocarnos con mayor probabilidad.
De vez en cuando, hay que programar un descansillo para retomar el tema. Y esto es lo que hace un facilitador. No sólo en su momento, promueve una dinámica, sino que ha de tener en cuenta que esa dinámica, que ha dado sus frutos, ha de saber sintetizarlos y recogerlos. Ese es el sentido, de pararse y preguntarse nuevamente, ¿dónde estamos? ¿cómo estamos trabajando? ¿que hemos hecho? …. con el consiguiente, ¿adónde vamos? ¿qué queremos hacer? ¿qué nos gustaría?.
En el proceso de aprendizaje, las paradas en el camino son decisivas. La acumulación excesiva de materiales acaba llevando a la confusión, por no acabar bien asentadas en sus interrelaciones. Pararse para analizar lo que hemos aprendido, lo que hemos hecho, cómo lo hemos vivido, dónde en realidad estamos desde la perspectiva del horizonte buscado, …. son vertientes que confieren esa pausa necesaria a un proceso que entonces tiene razones para intensificarse, porque el recuerdo de lo que hicimos, y el estado del arte de lo que estamos haciendo, son datos que se olvidan con demasiada facilidad, por lo que la síntesis de consideraciones, de aprendizajes, de avances, no sólo confiere motivación al alumnado o a las personas implicadas, sino que les permite dar nuevamente un salto hacia adelante, proponiéndose nuevas metas y objetivos en el camino hacia el horizonte deseado.