Me gustaría desmontar -para que no siga produciendo frustraciones- el mito de las ideas y su importancia.
Parece que mucha gente piensa que tus ideas son únicas, y hasta las cobija en lugares cuasi-sagrados en el fondo de su cabeza o corazón. No, no son únicas. Nos parecemos mucho más de lo que quisiéramos algunas veces, y tus ideas si las pusieras en el mercado casi siempre su precio tendería a cero.
En mi opinión, y siempre siendo muy atrevido en mi comentario, como decía Vittorio Gassmann en una peli de hace ya tiempo: si pegas una patada en un árbol caen miles …. como las tuyas. Pero seguimos pensando que nuestras ideas son únicas. Y lo importante no son tanto nuestras ideas como nuestra manera de llegar a ellas. Si sabes como llegar a ideas continuamente renovadas e innovadoras, si conoces la ruta y la has experimentado muchas veces no sólo buscando ideas, sino haciendo otras muchas cosas, si realmente tienes método, todo fluye, también las ideas.
En la civilización occidental, altamente agresiva y marginal, pero poco estructural o estructurada, se sigue pensando -o más bien creyendo- que tener una idea es una maravilla que nos va a llevar al éxito. Y no, lo que nos lleva al «suceso» -la palabra castellana éxito me repatea-, no son las ideas, sino las formas, sino los métodos, sino las interacciones, las interrelaciones entre cosas y también entre personas y entre personas y cosas …. se puede hasta anticipar el futuro, si uno sabe realmente conocer su presente, pero,
¿Tenemos tiempo o dedicamos tiempo a saber dónde estamos? ¿Realmente sabemos llegar al «dónde estamos»? ¿se sabe comprender, se sabe analizar, se sabe interpretar?
No he conocido a muchas personas en mi vida, que ya es larga, que supieran hacerlo y obtuvieran resultados y aprendizajes de hacerlo. Uno de ellos, mis principales maestros directos, José Luis Sampedro y José Antonio R. Piedrabuena, y alguno más, algunos colegas, y poco más.
¿Cómo es que somos tan superficiales y pensamos que los titulares o la primera razón o explicación del titular es la realidad? ¿Cómo no profundizamos en lo que vemos? ¿Cómo es que no conocemos las formas de llegar al «dónde estamos», tan necesarias para avanzar? ¿Cómo es que la mayoría de nuestras «ideas triunfantes» han sido producto de la casualidad, más que de la racionalidad y del conocimiento profundo de lo real?
En fin, podría decir muchas más cosas, pero seguro que les estoy cansando, por dos cosas:
primera, que en lo básico no coincido con la opinión generalizada y aceptada que es la de que las ideas son únicas y somos únicos cuando tenemos una idea fulgurante; y
segunda, porque me pongo muy pesado encontrando argumentos para intentar ayudarles a comprender la importancia de saber el cómo (y el por qué) y no perderse demasiado en el qué, en el para qué o en las ideas producto de la suerte o de la casualidad.
Siento todo el comentario, pero me salió de forma improvisada. Tal vez contenga más de un error.
Hay algo mágico en el tema de las ideas, algo como «sobrenatural». Creemos -que no pensamos- que nos hemos encontrado con ellas, que han surgido de un relámpago fugaz, de algo no-humano pero propio que nos ha ocurrido. Y no, sólo es nuestro sistema neuronal … y no hay nada de mágico.La magia la ponemos nosotros: nos gustaría que nuestras ideas fueran magia que le transmitiéramos al mundo, y el mundo las comprara como dicen que se compraban -cuando no eran tan caros y calóricos- los churros.
Pienso que las personas que trabajan, que tienen un trabajo con autonomía-libertad, que piensan y sobre todo, que han articulado método en su forma de ver la vida y de pensar … son las que encuentran con más facilidad y probabilidad ideas adecuadas, que aunque no «los hagan ricos», los hacen felices.
Muchos hemos llegado a esa felicidad relativa, porque finalmente a alguien que tenga ideas, si se hace rico con una, no volverá a vivir momentos tan intensos como los que ha tenido mientras buscaba o esperaba que le surgiese una gran idea ……