Pre-juicios y prácticas

Cuantas veces nos ha pasado algo parecido a lo que cuenta Henri Monnier.

El relato se titula «Las Espinacas» y está en el libro de Jean-Claude Carriere: «El círculo de los mentirosos» (Lumen, 2000) y dice así:

«Henri Mounnier se ha apropiado una célebre fórmula que en realidad encontramos cien años antes en un anecdotario anónimo publicado en el siglo XVIII:
– No me gustan las espinacas, y estoy muy contento. Porque, si me gustasen, me las comería, y no puedo soportarlas»

Bonito galimatías, ¿no? Aquí la idea previa, el prejucio, antecede a la práctica. Esto es similar que decir: «no me gustan los estudiantes o los subordinados, y estoy muy contento. Porque, si me gustasen, tendría que hacer un gran esfuerzo para comprenderlos, y pienso que no los soportaría»

¿Cuántas veces hacemos esto, inconscientemente, casi inconscientemente, sin darnos cuenta? Prejucios. Proceden de nuestra cultura, una cultura muy prejuiciosa, donde las ideas predominan sobre las realidades, y aunque uno vea que una cosa es así, si piensa que es de otra forma, no cambia. Y sino miren la cantidad de personas del PP que saben que el gobierno les ha mentido en el programa electoral que han votado y por el que les votaron, y no cambian de opinión, porque siguen CREYENDO que las cosas son como sus prejuicios, y no como son.

Pero este ejemplo se podría ampliar a muchísimos campos de comportamiento: al final expresan nuestra soberbia, nuestra falta de humildad, nuestras creencias por encima de las realidades, nuestras pre-posiciones frente a lo que es evidente, patente y palpable. La vida es la historia de cómo intentamos, pero no siempre conseguimos, ir apartando nuestros pre-juicios de nuestra práctica.

Porque también hay quién acepta que las cosas son como son, pero luego no quiere, se resiste a hacer lo que corresponde, si es que es cierta esa manera de ser o de decir. Los pre-juicios pueden ser un buen modo de interponer barreras a nuestra necesidad de ser humanos y seguir avanzando hasta donde podamos y como decía el maestro: devolver mejorado lo que hemos recibido.

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4 comentarios en «Pre-juicios y prácticas»

  1. Una realidad modificada agresivamente por los pre-juicios, vista desde el pre-juicio, vista desde las creencias arraigadas. ¿Nos dejamos llevar por la ciencia y su conocimiento anejo cuando descubre que alguna de nuestras creencias arraigadas es contraria? O más bien, cuando la ciencia contrasta que una cosa que ya pensábamos era correcta, nos alegramos y miramos con atención, porque «estábamos en la verdad» y «fulanito cuando discutió conmigo no tenía razón». ¿El conocimiento contrastado nos sirve para cambiar o nos sirve para reforzar nuestras creencias? Eso tiene mucho que ver con nuestra actitud de apertura o de cerrazón frente a los demás, y frente a las cosas que nos rodean. Estar abierto a lo que ocurre puede llegar a ser enfermizo, pero estar cerrado a aquello que ha evidenciado que nuestros posicionamientos en formato de creencia estaban equivocados, puede convertirnos en feroces opositores del conocimiento y de la ciencia, en pasiva o en activa.

    Esta cuestión en el aula es básica para motivar o desmotivar al estudiantado. Nuestras creencias sin mucho fundamento suelen ser conocidas por nuestros estudiantes, que saben que si es así, va a incidir en «su debilidad», que el profesor cree fortaleza, que es ser así (por tanto, el alumno sabe que si contesta en el sentido favorable a la debilidad de su profesor, tiene más probabilidades de aprobar). Los profesores encerrados son víctimas de sus propias debilidades, y de su falta de «cintura» para el dribling. En fin, era sólo un ejemplo de lo poco que puede hacer por nosotros una postura demasiado rígida en nuestro modo de ser.

  2. Es un tema que me hace pensar mucho ahora. Parece que , en general, la gente no asume que , con la información que temenos, sabemos que el cambio climático empieza a generar catastrofes, pero esto es solo el principio. En 2100 las catastrofes podrian generalizarse, aunque esto sólo afectaria de pleno a nuestros nietos. ¿Por qué sabemos pero no actuamos en consecuencia? ¿Dónde está el bloqueo? Parece que disponer de información no es suficiente para cambiar de actitud. Prejuicios,¿ cómo se superan?

  3. Amigo Santiago, los pre-juicios se sustentan simplificando o bien en dogmas o bien, que es lo más probable, en intereses. Los intereses pueden ser personales, de ambición, etc. o bien «independientes de nuestra voluntad», como diría el gran Marx. Todos tienen un substracto en la ambición y en el dinero, beneficio, pero algunos vienen a ser como «inevitables», porque si dejas de hacer las cosas como van … sólo vas a conseguir quedarte atrás en la consecución de tu ambición. Es inevitable por ejemplo la dinámica del mercado y de la competencia. Ser más humano va en contra de los intereses que mantienen el poder económico y político de los que dominan y tienen poder. Si son más humanos, pierden eficiencia y al final, ganan menos y se quedan atrás. Y la ambición no tiene límites.

    Los pre-juicios, en un momento previo fueron juicios o hasta razonamientos justificativos. El problema es que se han enquistado como pre-jucios debido a las causas apuntadas y tal vez otras que no hay tiempo de desarrollar.

    Sabemos que hay cambio climático, pero supongamos que una empresa como Inditex, líder del mercado textil (producción y distribución mundial) se deja llevar por las consecuencias del cambio climático e intenta seguir manteniéndose pero siendo más cuidadosa con la explotación del medio y de los seres humanos, otras, menos quisquillosas seguirán haciendo lo mismo, y en un momento posterior, debido a que sus costes serán menores (debido a que una parte de los mismos no los cuentan por no respetar la naturaleza ni al hombre) o más explotadores, al final se harán con parcelas del mercado de la primera empresa, y por tanto, ser humano o ser respetuoso con la naturaleza, sólo puede traer problemas en un sistema capitalista de mercado como el que vivimos.

    Otra cosa sería que la razón y el sentido común ha de hacernos reaccionar y ser capaces de transformar los parámetros de competencia, hacia parámetros de cooperación y de intercambio, de respeto y de humanidad, que hoy en día no es fácil que se den, más que en muy pequeña dimensión y casi siempre con el añadido de «perder el favor» de ese monstruo tan caprichoso que es el mercado.

  4. Esas contradicciones entre lo necesario socialmente y lo que aprovecha a los poderosos son básicas para comprender la dinámica desequilibrante del sistema capitalista y del mercado. En consecuencia, o bien el sistema cae sólo o bien ayudamos a empujarlo a sus siniestras tinieblas. No es compatible lo social con el beneficio, y se hace compatible es porque hay un Estado que casi siempre es gobernado por las clases dirigentes y ponen policia, ejército y demás para frenar las legítimas y sociales aspiraciones de la mayoría social. Esto está ocurriendo en nuestro país ahora, pero es algo común en la historia. Esto no es raro, es lo común y repetido. Estado e intereses económicos unidos (no todos los intereses económicos, sino algunos privilegiados), los grandes intereses económicos, es decir, hoy las llamadas corporaciones, y específicamente en ellas aquellas que por lo que sea forjan no sólo lobbies sino auténticos conglomerados de poder en torno al Estado y sus gobiernos. Por ejemplo, las PYMEs en general sufren y mucho. Sin embargo, de entre las grandes empresas, sufren menos aquellas que están mejor situadas en la pajarera del poder. En este caso, el grupo financiero-bancario predominante en nuestro país (que vuelvo a repetir, no son todos los banqueros, sólo aquellos que no han sabido aliarse con los grandes: la crisis de las cajas de ahorro no es más que eso, se perdieron en su pequeñez y en su soledad, aprovechadas por políticos sin escrúpulos, pero también impulsadas al abismo por otros banqueros sin escrúpulo, a los cuales molestaban y ahora ya no molestan).

    En fin, hay mucho que escribir y hablar, pero más que hacer …. es inevitable tal como vamos el cambio climático, y es probable que se acentúe no sólo por la acción del sistema productivo y distributivo, sino también porque esas contradicciones pueden llevar a una ambición plasmada en guerras más amplias de las que ya padecemos.

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