«El que quiera perfeccionar su trabajo debe primero afilar sus herramientas» afirma Confucio y casi es seguido por el séptimo paso de Covey (afilar la sierra). Afilar las herramientas es ponerlas a punto, saber lo que vas a hacer, ensayarlo, trabajar sobre ello nuevamente, saber que sabes algo, pero que te queda mucho por saber …… y que nunca llegarás, pero tienes voluntad de intentarlo, una y otra vez …. no es posible la desesperanza más que descansar y reflexionar de vez en cuando, pero nunca desesperar. Como dice bien Coelho, si lo buscas con ahínco, el destino te acompaña y hasta te apoya. Cuando nos quedamos parados, cuando nos afecta demasiado los muchos o pocos problemas que tenemos, finalmente no es posible «tener suerte» o que «la suerte te acompañe», Si que sería raro que sin intentarlo, te «cayera oro del cielo». Imposible, o tan poco probable, que si no lo intentamos y somos constantes, nunca llegaremos a nada.
Perfeccionar lo que se hace es lo mejor que uno puede hacer: aprender a hacer las cosas mejor. Eso sólo se consigue con paciencia, persistencia y esfuerzo. El resultado no es seguro, pero mucho más probable que si nos «tiramos a la bártola» o nos cansamos enseguida. Perfeccionar nuestro trabajo es perfeccionarnos a nosotros mismos, no dejarnos llevar por la laxitud, por la desgana o por todas esas cosas de las que nos habla Lucas Mallada en Los Males de la Patria: de la desidia, en definitiva. Perfeccionar lo que hacemos y cómo lo hacemos, nos hace, nos da identidad, nos refuerza, nos permite reconocernos y no caer en las culpas a las que son tan propensos muchos de nuestros compatriotas.
Nosotros tenemos que arreglar las cosas. No tenemos que esperar nada de los Gobiernos que sólo ayudan a los que están a su alrededor. Ahora bien, si buscamos dinero rápido, se les hace la pelota a los Gobiernos y a lo mejor nos cae alguna subvención o algo así. No, nosotros somos los que tenemos que «coger la sartén por el mango y el mango también». Si nosotros decaemos y no nos perfeccionamos, lo normal es que nos vaya mal. No hay nada seguro de que si queremos caminar en un sentido vayamos a llegar, pero al menos, lo intentamos y en un buen porcentaje, lo conseguiremos.