Si, hasta aquí hemos visto sobre la importancia estratégica de cuidar y fomentar a partir de Salud, Desarrollo en lo local y Educación, las tres bases más amplias del trapecio para innovar.
Hemos visto como la Salud se relaciona con la vida, y con un elemento básico en el desarrollo de lo humano: la capacidad de anticiparse, de prevenir, de prevenir antes de curar, algo que de alguna forma se ha ido perdiendo en el mundo de la salud, y que sin embargo, si somos capaces de ver las cosas desde un prisma humano, es imprescindible para el futuro de la humanidad como tal. Aprender a prevenir, aprender a planificar, aprender a vivir en uno mismo, en su relación consigo mismo y con los otros, tiene mucho que ver con adelantarse a los problemas, anticiparlos, preverlos, y consecuentemente, planificar el camino que queremos. Ya sabemos lo que dice la sabiduría popular: si no sabes adónde quieres ir, no importará que sople o no el viento. Hay que saber aprovechar los vientos, y para ello, hay que saber prever lo que va a ocurrir, anticiparse al futuro, y eso es la innovación. Muchas necesidades desconocidas para todos o casi todos, se hacen patentes cuando se innova y uno acelera la vida, dándole una nueva perspectiva.
¡Cuánto se ha ganado en esperanza de vida, por ejemplo! Sólo ha sido posible anticipándonos: ¿qué son las vacunas sino anticipación? ¿qué son los tratamientos preventivos sino anticipación? La salud es vida y es anticipación y nos lleva a uno de los grandes soportes de la innovación: saber siempre donde se está, saber analizar el aquí y ahora, el presente, lo inmediato, para así poder anticiparnos al futuro, que como decía mi maestro José Luis Sampedro, está en el presente, si sabemos analizarlo.
Innovación significa análisis y comprensión; innovación significa planes a partir de saber dónde estamos; innovación significa anticipación a partir de proyectos que prevén lo que puede ocurrir y lo adelantan; innovación significa dialogar con el río de la vida y saber cuándo va a conducirse en torrentera, o en remanso o en salto o en corriente. Innovación en definitiva es salud porque es vida, en el sentido apuntado, como algo realmente humano que consiste en planear lo que se quiere hacer y luego intentar ponerlo en marcha. Así, la Salud, tanto personal como social acentúa nuestras competencias hacia el conocimiento de lo que ocurre, y sienta las bases de la transformación querida y no del cambio que nos obliga.
La Salud tiene un espacio donde se desenvuelve y es lo local. Todo se desarrolla a partir de lo local. Hasta se dice pensar en global y hacer en local. En lo inmediato es dónde somos, y nos hacemos. Es el mundo de las relaciones más auténticas, de las interrelaciones básicas, de aquellas que nos confieren raíces y paz, cariño y amor, y muchas veces, proyectos y aventuras. El mundo local es un mundo que en nuestra sociedad tenemos muy descuidado, sólo parece que nos sirve como determinados servicios y muchas especulaciones y también corrupciones. Y no, el mundo local es allí dónde nos hemos hecho, dónde nos hemos criado, dónde tenemos los afectos y sentimientos más acendrados. No se puede hacer innovación sin raíces. Es más, yo he afirmado muchas veces, que la innovación tiene su fundamento en la tradición (véase dónde se produjo primeramente la revolución industrial y se tendrá una idea clara de que tradición e innovación no son en absoluto incompatibles, sino que más bien se refuerzan mutuamente): es más sin el conocimiento y sabiduría de los muchos maestros que nos han precedido, nunca podríamos vivir como vivimos, aunque podemos aspirar a mucho más, pero vivimos mejor que nuestros padres y que nuestros abuelos, y estos vivían mejor que los tatarabuelos y así sucesivamente, salvo alguna excepción histórica.
Y si no es así, es porque hemos roto con la cadena productiva que estoy bosquejando, porque nos hemos querido saltar obstáculos sin estar preparados para ello, o poniendo el idealismo por delante de lo posible, y al final hemos caído en lo contrario del ideal, en la oscuridad del fracaso. Y este es un país muy dado a subir muy alto y a bajar muy abajo, casi sin solución de continuidad, entre otras cosas, porque no sabemos dar continuidad a nuestros avances, aprovecharlos para comprendiéndolos, mejorarlos y devolverlos en mejores condiciones de las que recibimos. Ya sé que puede resultar a veces muy aburrido ser científico, pero es la manera de crecer, poco a poco, pero constantemente, y con un horizonte claro de lo que uno quiere hacer y hacia dónde quiere tirar. Por eso es tan importante lo local, porque es el mundo de los sentimientos, de las interrelaciones, de las relaciones, de los sentimientos. Si desarrollamos lo local, a partir de sí mismo, como un proceso de autoaprendizaje estamos transformando las bases de nuestra sociedad, porque finalmente aunque pensemos de otra forma, sin lo local no puede existir lo global, tanto que en lo local está también lo global, y sino miren un poco al mundo de los fractales y cómo se reproducen desde lo nano a lo macro sin discontinuidad alguna -y no hablo de fractales por molar sino porque están íntimamente vinculados al caos, a la organización del caos en que nos desenvolvemos-.
Si la Salud nos aporta análisis, saber dónde estamos y previsión-planificación, y lo local nos aporta las interrelaciones, las bases sobre las que construimos innovación, en la interacción con los demás, en la libertad de relacionarnos, en la calidad de la estructura de relaciones; pues la educación convertida en aprendizaje nos aporta los recursos para siempre seguir, sabiendo que no llegaremos, pero lo seguiremos intentando.
El aprendizaje nos aporta el método que se fundamenta en la experiencia, no tanto en lo ya conocido, que siempre es importante, sino y sobre todo, en la propia experiencia y en la experiencia con otros. Y el método, saber llegar, saber gestionar, saber cuándo tiene que ir una cosa y cuando otra, es tremendamente importante, si queremos avanzar hacia una sociedad diferente. Pero claro eso no se consigue con los sistemas dominantes de enseñanza actuales que lo que persiguen es sobre todo reproducir lo que ya sabemos, pero a través de unos singulares intermediarios que llamamos profesores y programas.
No, por ese camino, sólo uno de cada diez o de cada cien acaba siendo realmente libre, y puede aportar innovación y considerarse innovador en un sentido social del término. No, ese sistema es un fracaso en cuanto a productividad y resultados: ¿cómo es posible que el sistema capitalista y los Estados a su servicio lo fomenten? Sólo se entienden para seguir controlando las generaciones, no dejarlas crecer, clasificar a la gente, mantenerla en sus celdas, en sus tramos sociales, discriminados, si puede ser aislados -divide y vencerás-. Pero no sirve para facilitar que de cada 100 personas todas las que quieran puedan sentirse bien en su libertad individual y social, no pueden conseguir que todas sean libres, se sientan iguales y en cierto modo, fraternales.
Lo que yo propongo, y no soy el primero en hacerlo, es el autoaprendizaje en grupo, en sociedad, pero en micro-sociedades, nada de grandes volúmenes y macros, sino grupos, grupos que se conocen entre sí, grupos que tienen necesidades que aceptan como comunes, redes de grupos que piensan en proyectos que innovan el cuerpo social y lo hacen más libre, más equitativo y más justo, y a la vez más cooperativo. No, la solución no son las asambleas para resolver nuestros problemas.
La solución pasa por el grupo, y es el grupo de trabajo el que nos permite dar un salto cualitativo paradigmático en sociedad, porque es responsable, tiene respeto del otro, habla en positividad y en mejora continua, favorece la interrelación entre los miembros y hasta el desarrollo de lenguajes comunes operativos y prácticos, en fin, el grupo es el recurso humano para el auto-aprendizaje social y para la superación de los grandes límites y contradicciones que presenta el sistema capitalista globalizador actual, que sólo nos lleva a más miseria, a sociedades cada vez más clasistas y hasta xenófobas y discriminatorias, y que sus soluciones sólo sirven para seguir acumulando innecesariamente capital por unos pocos, y como les digo yo en el épílogo de mi libro «Innovación y Gestión del Conocimiento» (2006), para qué quieren acumular tanto capital si no pueden disfrutarlo, no tienen tiempo para eso, sólo para seguir como el Tio Gilito contemplando sus montañas de oro.
¡Qué gran tontería, sobre todo, cuando más y más de entre la sociedad sólo encuentran hambre, pobreza, guerras y conflictos, posiciones retrógadas para la vida, en fin, miseria! ¡Todos miserables para que algunos puedan «disfrutar» (sic) de un poder que no se van a poder llevar ni siquiera a la tumba! ¡Qué locos estos humanos! Bueno, de humanos, nada.
Pues este es el panorama en este momento: Innovación significa Salud, significa Local y significa Auto-aprendizaje en grupo. Qué cosas tan simples, hasta simplonas, y que importantes. Precisamente lo que menos soy o he sido nunca es un idealista. Desde joven he tenido que sacar mi parte práctica y trabajar para vivir y para aprender. No son utopías de las que hablo, sino métodos para vivir, para disfrutar y para innovar: juntas las grandes filosofías orientales, el gran Epicuro y todos los grandes sabios de la humanidad.
Y sólo nos queda un aspecto básico, nuestro sistema de acción más acentuado, allí donde sigue siendo posible la innovación, porque es pequeño, es local, es familiar a veces, tiene sentimientos, y sigue siendo el gran soporte positivo del sistema económico: las pymes. Entiendo que el término PYMEs es una generalización y que hay pymes y pymes. A eso nos dedicaremos en el último capítulo de nuestras 4 CLAVES ESTRATÉGICAS HACIA LA INNOVACIÓN.