Los puntos claves, estructurales en una sociedad se pueden sintetizar en cuatro: Educación, PYMEs, Espacios Locales-Territoriales y Sanidad.

Nadie duda que una buena sanidad es un fundamento para la vida y para la reproducción mejorada de la misma, por tanto, invertir en salud es invertir en futuro. Y, a más, invertir en investigación y aplicaciones en el área de salud, en formación preventiva, en capacidades para organizarse a uno mismo, a su vida y a su entorno, así como intensificar nuestras relaciones, sean familiares, sean de amigos o conocidos, o sean de personas con las que trabajamos, o abrirnos horizontes a otros mundos; todo ello es importante para garantizar un buen estado de salud, una amplia esperanza de vida, y consiguientemente, una sociedad más equilibrada y con energía y motivación suficiente como punto de partida de cualquier proceso de emprendimiento y/o innovador. Por tanto, invertir en sanidad, pero más que invertir, innovar en el mundo sanitario, atreviéndose a experimentar ampliamente, y disponer de recursos para hacerlo, es algo decisivo, eso lógicamente preservando aquellos puntos que nos permiten asegurar y contrastar los avances, desde un punto de vista científico.

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La Educación ha de permitirnos crecer y autodesarrollarnos, es decir, conocernos y hacernos a nosotros mismos a partir de nuestras experiencias y conocimientos adquiridos, de las experiencias y conocimientos que otros han derivado y nos permiten aprender más rápidamente sobre el “estado de las cosas”, y forjarnos unas técnicas y métodos, sobre todo, método, que nos sirva para vivir y convivir mejor y en mejores condiciones sociales y personales. La educación no tiene porqué ser una tarea del Estado, o algo dirigido o centralizado, sino un proceso de aprendizaje abierto en el que hay unos lenguajes comunes y mínimos de cosas que uno tiene que aprender, pero sobre todo, hay unas experiencias interpersonales y unos experimentos vitales que nos van a servir para actuar en la vida, como seres intersociales y ecológicos. Una educación desde arriba es tal vez lo más contrario a la educación social necesaria, y lo más cercano a la obligación, la subordinación y el desinterés. La educación ha de nacer desde la necesidad individual y social, y desde la mitad para abajo: ¿quiénes saben lo que se necesita aprender? primero, los que aprenden más intensamente, los estudiantes, y segundo, los profesores y maestros, que combinadamente con los otros, pueden constituir un espacio de aprendizajes compartido. No son los ministerios quienes tienen que decir lo que hay que aprender, sino los que están en el mundo profesional, con la orientación social, que no tiene que ser el Estado o sus representantes políticos, sino que se puede preguntar a la misma sociedad. Estudiantes, maestros y sociedad han de generar los programas para aprender, muchos de ellos nacidos de la necesidad social misma, es decir, de algo que ahora mismo es necesario para la sociedad. La educación como ideología desde arriba no es lo necesario, sino lo que necesitan los que están arriba o sus instituciones. Esto es alienación. El aprendizaje nacerá de la necesidad social expresada a partir de los agentes directos de los procesos educativos. Por tanto, precisamos hacer educación o aprendizaje, haciéndolo, a partir de nuestras necesidades, investigando y promoviendo proyectos innovadores que transformen los espacios continuamente y que los sitúen en los lugares donde se desenvuelve el aprendizaje. Es decir, no tiene sentido montar espacios educativos iguales y homogéneos, sino desiguales en función de necesidades y de momentos históricos del aquí y ahora de cada espacio local.

Y ahí viene la importancia de lo local, o de lo comarcal o territorial. Las cosas se aprenden cuando es posible generar espacios de interrelación reales, sólidos, que nos permitan gozar de las ventajas de las raíces culturales y al mismo, tener el atrevimiento a buscar nuevas formas de hacer y de vivir las cosas en otros espacios culturales, aceptando e integrando al otro como un elemento profundamente activo en nuestra renovación. La sanidad funciona en lo local, la educación también en lo local, e igual podríamos decir de la dimensión local de las empresas pequeñas o medianas, es decir, aquellas que todavía saben de lo que es competir y mejorarse continuamente, que saben que son las interrelaciones, que conocen a las personas que participan en los procesos, que generan confianza directa entre sus participantes. Los espacios locales son potencialmente innovadores, igual que las PYMEs. No lo son sin embargo, ni el Estado, ni los monopolios o las grandes empresas o corporaciones. La innovación nace en lo local, en lo pequeño, en aquello que no se ha asentado en la abundancia, sino que sigue buscando nuevas fórmulas para sobrevivir o para mejorar lo que hace.

Así es como enlazamos los cuatro niveles con la innovación:
1. “Salud, dinero y amor”. Investigar en salud, practicar en el mundo sanitario, dejar libertad para la búsqueda y la experimentación en Salud es futuro.
2. Educación o espacios de aprendizaje están en el fondo de nuestra sociedad, es lo que nos permite generar sociedades libres, democráticas o mantenernos en las tinieblas de la jerarquía autoritaria o de los dogmas y transformar esos espacios cerrados en espacios de interrelación, abiertos, autónomos, que buscan en sí mismos la renovación continua de los aprendizajes, y que nos permiten disfrutar de un continuum de aprendizaje.
3. Enfasis de lo local: “visión global, acción local”. Las cosas se transforman en lo inmediato. Las mediaciones generar barreras institucionales que nos regular y nos impiden avanzar o hasta llegar a ser libres o autónomos y quedamos vinculados a las organizaciones estatales o grandes corporaciones. La acción, y por tanto, la innovación es local y a partir de lo local es como conseguimos avanzar. Las aglomeraciones urbanas sólo son conjuntos caóticos y enloquecidos, donde es preciso para que sigan funcionando acentuar las fuerzas de la jerarquía y la autoridad y reducir la libertad de los individuos y grupos sociales, reduciéndolos a un espacio reducido y a unas libertades formales.
4. Las PYMEs operan demasiado en solitario, demasiado aisladas, precisan interconexiones. Normalmente disponen de poco tiempo y están agobiadas por los problemas y aún encima, se relacionan poco en el exterior a ellas mismas, excepto con clientes y proveedores y acreedores. El espacio PYMEs, entendiendo por tal, no sólo el empresarial, sino también el social, de organizaciones sociales o comunitarias pequeñas y que están trabajando para abordar necesidades realmente sociales, el Espacio PYME es un espacio rico en potenciales interacciones, y su punto de debilidad están su pequeñez y aislamiento e inseguiridad con otros más grandes o similares, pero peligrosos para su identidad. Los espacios PYME precisan de interacción para avanzar, porque en el fondo tienen poco tiempo para innovar.

Todos estos espacios tienen un lugar común a mejorar, la intercomunicación, la interacción, dentro de ellos mismos, con los más cercanos, con otros complementarios y con otros más lejanos. Todas son áreas de mejora innovadora. Convirtiéndose entonces la intercomunicación y su desarrollo, a partir sobre todo, de la metodología grupal, en un método imprescindible para ser aprendido y prácticado por estos espacios de salud, de aprendizaje, locales o microempresariales o comunitarios.

En esos espacios está el futuro, está la innovación. Hay otros, pero estos son los que podríamos llamar estructurales, más importantes y esenciales y permanentes en cuanto a su incidencia social. Trabajar estos espacios con interacción, relacionándolos mejor en sí mismos y con sus entornos, y también entre ellos, constituye el punto de partida de una nueva sociedad más libre, democrática y cooperadora y solidaria. En eso consiste mi proyecto.

Mi proyecto innovador está incidiendo en el plano de los espacios educativos, en el plano de las interacciones entre PYMEs, en el plano sanitario y en el plano local, y ha cobrado gran experiencia cuando ha existido la posibilidad de aprender en cada uno de ellos, dando lugar a publicaciones que divulgan aquellos elementos metodológicos y experiencias que nos han permitido hacer un buen trabajo. El proyecto global de innovación social (PGINNS) integra todos estos espacios a partir de una metodología flexible, pero bien fundamentada en varios pilares centrales y a su vez experimentados, pero específicamente, la metodología científica, el método de grupo de trabajo operativo, el action-research y la innovación de autoaprendizaje-autoorganización. Todo ello bien mezclado da lugar a nuevas oportunidades sociales, plenamente integradas o siempre integrables, en una estructura global que nos permite dar pasos significativos y gratificantes cada vez que nos confieren la posibilidad de poder aplicarlo: sea esta aplicación en el plano educativo, en el de la investigación, en el de la salud, en las pequeñas organizaciones o en los planos locales.

Todo este trabajo es hasta difícil de sintetizar en libros, porque las experiencias son tan ricas en consideraciones que no siempre se encuentra la forma de presentarlas, y contarlas … y casi siempre, por muy bien contadas que estén, la realidad ha sido mucho más interesante que el relato sintético. Aún así, he publicado varios libros que sintetizan una buena parte de mis experiencias en este campo: “Innovando en la empresa” (1999) dedicado al liderazgo en estos procesos; “Experiencias en grupo e innovación en la docencia universitaria” (2002) profundizando en una experiencia global educativa desarrollada y mejorada durante más de veinticinco años; “En la Espiral de la Innovación” (2004) donde se profundiza en un modelo básico de innovación a partir del estudio de las seis empresas innovadoras más significativas en nuestro entorno; “Innovación y Gestión del Conocimiento” (2006) como manual integrador de modelo de innovación, método para innovar, sistemas que integran el método, y herramientas a su servicio; “Manifiestos para la Innovación Educativa” (2009) como modelo pedagógico experimentado y alternativo para generar espacios de innovación en el plano educativo y local. Estos libros han sido acompañados y normalmente precedidos de multitud de artículos que han abierto las puertas de la innovación y del modelo y han ido acercando a una buena síntesis los aprendizajes de la experiencia vivida y trabajada-investigada paralelamente.

N.B.- Entiendo el término educación en un sentido amplio de educación-investigación-innovación-acción. Pienso que está claro en el texto, pero conviene dejarlo explícitamente expresado.

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Estos espacios son claves para desarrollar espacios innovadores. Seguir avanzando en salud y mejora de la vida; transformar el espacio de aprendizaje: de la educación desde arriba al aprendizaje desde la necesidad subjetiva, local, específica; dar más énfasis a los espacios locales, a la interacción en lo local, al intercambio e interrelación en los espacios cercanos; e incidir fuertemente en los procesos de intercomunicación en el mundo de las pequeñas organizaciones, sean empresariales o comunitarias.

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Estos cuatro espacios son altamente interdependientes entre sí y en sí mismos. El recurso metodológico que todavía es poco utilizado es el cualitativo de colaboración, de cooperación, de intercambio, de grupo. El grupo está en la antesada de la posible transformación e innovación. Cada uno de esos espacios se ha ido desarrollando de forma aislada en términos de interrelaciones y de relaciones entre personas, atendiendo como mucho a lo inmediato, pero dejando la libertad derivada del propio impulso de intercambio a un lado o un lado poco importante. Hay que fortalecer los lazos, las relaciones, las interconexiones dentro de cada espacio y entre los cuatro espacios. Esto supondrá un salto decisivo hacia un tipo de sociedad más democrática y con mayor igualdad de oportunidades, más autónoma, más preocupada por el otro, más libre.

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Ya hemos recorrido mucho camino, pero falta todavía más por hacer. Y eso es siempre: cuando aprendemos algo, si es que aprendemos, nos damos perfecta cuenta de que ahora nos queda más por aprender, porque surgen nuevas preguntas por contestar, y así es como forjamos el presente y el futuro. No por avanzar, llegamos, sino que nunca llegamos, pero poco a poco aprendemos y reaprendemos y renovamos nuestras posiciones, también nuestras preguntas.

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El punto más complejo en una sociedad formada en la individualidad, es la interacción entre los agentes y personas, grupos y participantes. Cuando esta interacción se hace más intensa, avanzamos, sea en el plano interno de cada tema o clave estructural, o bien en la interacción entre ellos.

Y se aprende a intercomunicar, intercomunicando, es decir, practicando la interacción a partir del conocimiento de lo que es, de dónde estamos, y por tanto, compartiendo el diagnóstico y el punto de forja de proyectos innovadores grupales, organizaciones.

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No se aprende leyendo libros o estos escritos, se aprende equivocándose en la puesta en práctica. Los que conocemos mejor las rutas metodológicas críticas, podemos orientar, podemos ayudar, pero nunca imponer el camino a recorrer: se hace el camino al andar.

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Tampoco se hacen cosas cuando impera el miedo al que dirán, o el miedo a la propia libertad (Fromm) o el miedo o la comodidad de no hacer o de evitar comprometerse. La acción es en sí misma compromiso, y de ahí puede salir aprendizaje, siempre que acertemos o nos equivoquemos, sepamos reflexionar sobre lo que ha pasado y dónde estamos ahora mismo. Sin acción no hay conocimiento, sin experiencia no hay conocimiento, y el conocimiento es frágil, es coyuntural, mañana puede ser otro, u hoy mismo puede ser otro, si se práctica en otra parte. Cada mundo con su conocimiento, y esto es válido para las interrelaciones y relaciones sociales. No podemos pretender que estas relaciones sociales se explican igual en un sitio que en otro, en un tiempo que en otro, y así. Es una pretensión simplificadora y abstracta, que no nos lleva más que a la reclusión en la jerarquía y en la autoridad sin libertad.

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Los cuatro puntos clave (sanidad, educación, Pymes y espacios locales) combinados, son prioritarios a la hora de construir una red de relaciones interpersonales que generen espacios innovadores. Pienso que hay que incidir en cada uno de estos espacios, y como decía el sabio: plantar árboles para nuestros nietos.

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A nuestros nietos no les podemos dejar un mundo con peor salud y esperanza de vida que la que tenemos; ni tampoco una educación más dogmática, sino más libre; ni unas empresas menos innovadoras, ni tampoco unos espacios locales más deteriorados. Se vive en espacios locales, no en megalópolis; se vive en empresas donde la gente se conozca y pueda trabajar con gente conocida y en confianza; se vive en espacios educativos donde se aprenda lo que es necesario en cada momento y en cada lugar, lo que nosotros llamamos, socialmente; y por supuesto, se vive con una salud menos fría, más personalizada, más interrelacionada con nuestra vida y lasmejores de nuestras virtudes, específicamente, la de prever antes que curar, y así.

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No podemos permitir que la salud decaiga, que el hambre y el paro se extiendan hasta límites casi insospechados hace pocos años, ni que las empresas y organizaciones se defiendan de sus problemas, en lugar de buscar nuevos horizontes, y cómo no, que los espacios locales sean menos habitables, menos socialmente aceptables, tan duros que la insolidaridad y el aislamiento se construyan como formas de comportamiento general.

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