«Yira, yira», así decía Gardel en su famoso tanto: «gira, gira». El mundo gira, gira en muchos sentidos, pero cuando lo es en el peor de ellos, hacia la dependencia y en cierto modo, servidumbre, y es regulado por «la indiferencia del mundo que es sordo y es mudo», es decir, el mercado. Entonces (recién) sentirás. Sentirás todo el peso de la vida y aunque busques un pecho fraterno, probablemente no lo encuentres ni para «morir abrazao …».

Me vino la canción de Carlos Gardel a la cabeza mientras limpiaba un poco la casa. Había leído, cuando me levanté varios trabajos de mis alumnos, y me había impresionado especialmente uno sobre la inmigración. Y relacioné ambas cosas, emigración y ese «no esperes nunca una ayuda, ni una mano, ni un favor». Y sentí que tenía que contárselo a alguien. Ya sé que no tiene importancia, pero siento mi corazón apenado, no por el tanto, que también, sino por la realidad de la emigración y sus consecuencias (por cierto, nosotros le llamamos inmigración o migración, viéndolo desde nuestra perspectiva, pero siempre, el drama y la vida la han aportado las personas que emigran, no las que inmigran: no hay inmigrantes más que para los países receptores, los emigrantes son eso, emigrantes. Es curioso como el lenguaje se convierte también en una forma de desprecio y hasta de negación)..

Los convertimos en marginales, en «otarios» (tontos, necios en lenguaje porteño), o más bien, queremos convertirlos en otarios. Menos mal que no siempre lo conseguimos. Ahora con la depresión los culpamos de todo lo que nuestra indolencia o incapacidad no ha conseguido. No me extraña que hasta se pongan «a ladrar», como hacía el molinero de Paasilinna (este aullaba, no sólo ladraba).

Espero que no consigamos que pierden la motivación y se «sequen al sol». No lo merecen, igual que no lo merecíamos nosotros cuando éramos emigrantes y hablábamos de emigración (aún recuerdo mi primer artículo en un periódico, allá por el año 1966, sobre la emigración, hablábamos de emigración, y nos dolía que un sistema capitalista incapaz de generar puestos de trabajo porque no pensaba más que en beneficios a corto plazo y no tenía horizonte de investigación ni desarrollo, expulsara a tantos de los nuestros por américa latina y por europa, y sufrieran allí ser emigrantes).

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Espero que todos, nosotros y los ahora emigrantes, que en España vuelve a renovarse el ciclo, no acaben pensando que «verás que todo es mentira, verás que nada es amor, que al mundo nada le importa, Yira …. Yira». Si el mundo gira, el mercado también pero siempre en el mismo sentido, hacia los que ya tienen y son poderosos al manejar sus fuerzas. Los otros tenemos que desfuncionalizar y superar, sublimar esas fuerzas negativas que hoy en día nos organizan tan injusta y desigualmente.

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