REMEMORANDO EL CURSO
Es de vital importancia una vez que se acerca el final de algo, echar la vista atrás y recordar el principio. Evocar el punto de partida siempre nos ayuda a ordenar los pasos del camino que hemos recorrido, con la finalidad de evitar futuros traspiés y establecer guías en la medida de lo posible para situaciones parecidas.
Pues bien, mis comienzos de este curso fueron muy buenos. Empecé con ganas ( y no es para menos, puesto que es el primer curso que trabajo con horario reducido y he dispuesto de mas tiempo para dedicarlo a la carrera), empecé ilusionada, y lo que es más importante, empecé trabajando desde el primer día. A pesar de mis esfuerzos en apenas un par de semanas ya iba con retraso en relación con mis compañeros debido a que mi trabajo es imprevisible, y me cambiaron el turno el primer mes, siéndome imposible acudir a clase
Como soy una persona muy persistente ( con las connotaciones negativas y positivas que ellos implica) al final conseguí ponerme al día, no sin cierto orgullo, y el resultado a sido muy bueno ( aunque no tanto como podría a ver sido, todo hay que decirlo)
Esta experiencia me ha demostrado que no hay que tirar la toalla, que a pesar de que surjan obstáculos de todo tipo en el camino y parezca que todo esta perdido, o que es imposible superar el retraso ( no solo en el ámbito universitario por supuesto), hay que luchar y seguir luchando para conseguir nuestros propósitos En esta vida nadie regala nada, y por mucho que los vagos invoquen a la divina providencia en los exámenes o achaquen a la dureza del profesor los suspensos, la verdad es que el esfuerzo siempre es recompensado.
Por esfuerzo por supuesto no me refiero a encerrarse en una biblioteca dos semanas antes de los exámenes ( aunque luego no se obtengan malos resultados en las actas), si no a la compresión diaria de los que se va viendo e clase, a la reflexión posterior, a la identificación con situaciones de la vida cotidiana, a la lección aprendida. De nada sirve tener un 9 en un examen si luego no sabemos llevar la teoría a la praxis, esa es la mayor lección que he aprendido desde que llevo en la universidad.
En el trascurso de este curso esa lección ha cobrado importancia a pasos agigantados, y su eco ha resonado cada vez más alto en mis oídos A la hora de hacer trabajos o ensayos me he dado cuenta de que no se poner en práctica la teoría que ya debería tener aprendida. Me he dado cuenta de que necesito una guía unos pasos que seguir, y que si el profesor no lo facilita, me pierdo en la inmensidad de las palabras y elucubraciones escritas sin ton ni son, en un sinsentido de capítulos mal estructurados . Este descubrimiento por poco acaba conmigo. Yo que siempre me las había dado de erudita, de marisabidilla, de , y resulta que ni si quiera sabía estructurar un trabajo!! ( por supuesto en puesto fin a mi ignorancia en la medida de lo posible). A raíz de esto he aprendido a ser más humilde, a hacer caso a las palabras de un tal Descartes y empezar a escuchar en lugar de ha hablar, porque hablando no se aprende dijo otro sabio, y esa es otra de las enseñanzas más grandes que he tenido el placer de recibir.
No todo ha sido aprendizaje por supuesto, en otra asignaturas sin embargo me ha dado la sensación de ir hacia atrás. Hay profesores que sin duda no saben enseñar ( por muy listos que sean o que aparenten ser). Para poder instruir en la materia que sea, hay que considerar múltiples significados y significantes que revolotean alrededor de los alumnos, y que hay que tener en cuenta. No se puede repetir como un loro lo que aparece escrito en un power point ( que seguramente sea el mismo de los últimos 4 años) y llegar a casa con la conciencia tranquila. No se puede. Soy de las personas que piensan que en la interacción esta la verdadera riqueza del conocimiento, en las reflexiones del resto que complementan las nuestras, en las dudas, en los aciertos de otros. Eso no es posible aprenderlo dejándote los ojos por copiar lo que aparece escrito en una transparencia y vomitarlo después e un examen. Si me preguntasen que he aprendido en este tipo de materias lo primero que me viene a la cabeza es decir nada, pero siempre es posible sacar una lectura positiva de todo, así que me quedare con que he aprendido ha hacer las cosa bien, después de ver como jamas de los jamases deben hacerse.
Otro de los escarmientos que me he llevado en este curso ha sido en el exceso de confianza en los otros. Los otros jamas van a trabajar por ti, y en el caso de lo hagan, nunca va a ser como tu querrías que lo hubieran hecho. Este trabalenguas no significa otra cosa que el hecho de que hay que tener cuidado con con los trabajos en grupo. Un trabajo en grupo no significa que me libro de hacer un trabajo entero porque este se divide en partes, NO. Un trabajo en grupo significa colaboración, interacción y es más , me atrevería a decir que lleva más esfuerzo que un trabajo individual. En un grupo es difícil ponerse de acuerdo, es necesario debatir los diferentes puntos de vista que vayan surgiendo sobre un tema ( siempre que no se haya decidido dividir por partes practicando la ley del mínimo esfuerzo por supuesto), mientras que en uno individual basta con organizar el pensamiento y trasladarlo al papel ( a los de la ley antes mencionada les bastaría con un corta y pega recién horneado de Internet, Bendita wikipedia, por cierto
Con todo esto, ¿Cuál ha sido la moraleja de lo que llevamos de curso? NEVER GIVE UP y lo digo en inglés para empezar a familiarizarnos con lo que nos espera en un futuro, porque en Epaña no hay lugar para los inconformistas y para los que esperan algo más de la vida que acabar de becarios cobrando 400 euros al mes. Jamás nos podemos rendir, por muy muchos reveses que vengan, por muchas zancadillas que nos ponga la vida hay que seguir hacia delante. Soy consiente de la suerte que tengo por haber aprendido esto en tan sólo 4 meses, y espero que si a alguien le da por leerlo lo ponga también en práctica, ya que el empeño es uno de los más fantásticos valores que puede tener una persona ( y no tanta inteligencia como se vende)
Publicado por Marina Sáiz
Dándole vueltas al título que he puesto en esta entrada, «Un curso para no olvidar», me hacía la siguiente pregunta: ¿es que hay algún curso que un profesor pueda olvidar? En mi caso, por lo menos, y desde hace muchos años, la respuesta es no. Es imposible olvidar lo que realmente queda en nuestros recuerdos. De lo malo nos vamos olvidando con el tiempo, pero lo bueno permanece y hasta hace que los que tenemos nietos hagamos discursos de abuelito sobre lo que nos ha ocurrido. En fin, me alegra que muchos de mis alumnos se sientan fortalecidos por el esfuerzo productivo que han hecho, sobre todo, para ellos mismos, pero también, directa o indirectamente, para todos los que participamos en esa experiencia.