Voy a contar otra experiencia personal relacionada con mi etapa infantil. Ya sabemos que tuve la suerte de compartir aula con estudiantes de diversas edades, de los seis a los catorce años.
La experiencia es «una tarea para todos». La idea de una gran tarea presente desde que llegas en una pizarra, donde se recorren temas básicos de aprendizaje, desde un análisis morfológico y sintáctico hasta ecuaciones algebraicas de primer grado. Todo eso en una gran pizarra, puesto a mano por el profesor, que cada estudiante iba haciendo según sus posibilidades. Porque esa era la tarea en el aula, aparte de un dictado, y de las correcciones consiguientes de la tarea y del dictado. Cada niño iba trabajando la tarea y se iba quedando en la antesala de su conocimiento, pero en la mayoría de los casos, quería aprender más. En un tiempo de la clase, se repasaba toda la tarea, se veía las formas de abarcarla, y se podía aprender a dar un paso más en la espiral del conocimiento de cada uno.
Una tarea para todos me parece un espacio democrático, luego una libertad para poder acometerla, acompañado normalmente de otros estudiantes que comparten contigo pupitre y aula. Recuerdo que todos intentábamos llegar lo más abajo posible de la pizarra. Y de esa forma, íbamos avanzando. Para mí, personalmente, fue extraordinario, porque me permitió ir siempre adelantado en mis estudios, de tal forma que cuando tenía 11 ó 12 años en la Escuela de Comercio, ya sabía la mayor parte de las tareas de lengua y matemáticas y alguna más …. y siempre «las ví venir», de tal forma, que hasta curiosamente -y pienso que está relacionado- siempre mis amigos y compañeros más íntimos fueron chicos de mayor edad que la mía, con el consiguiente aprendizaje adelantado en todo, también en la vida misma. Siempre en mis grupos de amigos era «el pequeño», pero estaba en sus grupos, es decir, estaba en su lenguaje, y no porque fuera más pillo que los otros o más atrevido, que tal vez en algún caso lo fuera, sino porque había aprendido de forma adelantada, iba por delante de los de mi edad.
Entiendo que a otros compañeros este formato de aprendizaje no les sirviera igual que a mi, pero para mí fue excelente. Y sigo pensando que a los chicos hay que asociarlos más, no hay que distinguirlos tanto por edades, hay que plantearles tareas que puedan estar «por encima» de lo que parece que es la norma en sus años o así se ha establecido, y de esa forma, no sólo aprenderán más socialmente, más grupalmente, más con los otros, sino que además, podrán ver con tranquilidad como viene el río, poder contemplarlo porque están un poco más adelantados que su curso. Es casi una forma de vida. Hoy sigo siendo muy joven, a pesar de mis años, y sigo buscando ayudar a otros en su camino, pero también sigo sintiéndome tal vez hasta más joven, con lo que sé, pero teniendo todavía un gran camino por recorrer. Saber anticipadamente, es una de las formas de aprendizaje más satisfactorias, y entiendo que todos no pueden hacerlo, pero muchos pueden aprovecharlo.
Mi experiencia es muy similar a la de Roberto. En mi etapa escolar comprendida aprox. entre mis 7 y 12 años de edad compartí aula con niños menores, de mi edad y mayores que yo. ¡Qué bien me vino!
¡Qué pobre el criterio clasificador de agrupar niños por edades cronológicas! Es una forma de «cortar las alas» a los alumnos e impedirles alcanzar esa plenitud que a todos «nos pide el cuerpo». Unos y otros («adelantados» y «retrasados», entrecomillado absolutamente intencional) se beneficiarían de esa apertura al «otro» si tuvieran ocasión de experimentar que el reconocimiento de la diversidad, lejos de ser negativo, es muy beneficioso.
Gracias, José Fernando, estoy seguro de que hay muchas experiencias como las nuestras. Lo que ocurre es que se ha acostumbrado tanto a que los niños vayan con los de su edad, se tiene tanto miedo de que se «contaminen» con los otros, etc. … que nadie nos creerá demasiado, porque la gente piensa que es mejor que estemos homogeneizados, como si fuéramos robots que diversificados, como personas. Ser diferente es siempre una oportunidad. Sigamos siendo diferentes.