Conocerse (¿comer un kilo de sal juntos?)

¿Conocernos es tan importante? Sin duda que lo es. El conocimiento del otro reduce la desconfianza de lo desconocido, reduce miedos, sorpresas, preocupaciones, …. y sobre todo, nos acerca, y sobre todo, nos permite identificar en nosotros muchas cuestiones similares a lo que el otro hace, y de esa forma, socializarnos, aprender a trabajar y cooperar más que a competir.

Pero conocerse no es saber el nombre y el puesto que ocupa el otro. Es como dicen los ingleses «comerse un kilo de sal juntos», tal vez algo menos, pero en cualquier caso, bastante más de lo que muchas veces y en foros sociales vemos para hacerte amigo o contacto de otro.

Conocerse es presentarse por lo que uno hace, cómo se lo plantea y lo hace y todo lo que rodea esto. Es contar experiencias, contar nuestra vida profesional y tal vez personal, pero sobre todo, contar lo que hicimos, lo que queremos hacer, lo que nos gustaría y no nos atrevemos todavía. Una experiencia favorece el entendimiento, porque produce en el que la lee sentimiento de acercamiento, de identificación con muchos aspectos de esa experiencia. Además, una experiencia no es algo terminado, ni que lleve a una teoría o a una ideología o a un lugar cerrado, sino una información descriptiva de lo que uno es, de lo que hace y de cómo aborda los temas. Cualquier experiencia nos ayuda a que seamos comprendidos y conocidos, porque en toda experiencia que nos ha ocurrido estamos nosotros, con nuestras virtudes y nuestros defectos.

Por supuesto, conocerse es el principio de confiar, y evitar los miedos al otro; también es el principio de empezar una manera de relación con los otros, porque cuando contamos una experiencia, nos estamos dando a los demás, de alguna forma estamos diciendo, os cuento cómo soy, y eso tiene mucho valor: reconocerlo y decirme algo, contarme lo que os parece, como puedo mejorarlo, como es que os ha gustado y os gustaría imitarlo, etc.

Sin duda, con conocernos a través de lo que ha pasado, de nuestras experiencias, no es suficiente para conocernos. Lo que más nos permite conocer a otra persona es una tarea, un proyecto conjunto. Formar un grupo para emprender una tarea, un proyecto, un horizonte, hace que nos conozcamos realmente no por lo que pensamos que hemos hecho, sino por la compatibilidad y comportamiento que tenemos con los otros cuando hacemos algo. Y no es lo mismo, evidentemente.

Por tanto, para mí conocerse empieza por contar lo que hemos hecho, o hacemos, nuestras experiencias profesionales o personales; y después, porque el que la lee comente y proyecte nuestras experiencias hacia una aplicación propia o hacia unas líneas de mejora de lo que hicimos, y de ahí derive identificación entre las personas. Pero no estaría el tema completo, si al final, y del espacio de intercambio y confianza creado, no llegáramos a encontrar un tema de proyecto, un tema de estudio, un tema de trabajo que nos permitiera probarnos mutuamente en un proyecto.

Eso nos lleva a lo de «comer un kilo de sal juntos»

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