Reflexiones de una primera reunión del Ciclo de Innovación

Ayer comenzamos el Ciclo de Innovación educativa para Profesores. Esta primera sesión la convocamos en el campus de la Universidad Europea en Villaviciosa de Odón. Alessandro Serio organizó en el edificio A, una sala bien acondicionada para participar en grupo e intercambiar experiencias.

Llegamos más o menos hacia las 4 de la tarde, habiéndose convocado la reunión para las 16:15 en el ánimo de que al ser la primera y ser en las afueras de Madrid, pudiésemos empezar a las 16:30. Y así fue más o menos. Como algunas personas habían llegado a la hora intermedia, empezamos por presentarnos, sucintamente, y organizarnos en una elipse casi completa, es decir, viéndonos todos la cara para compartir. La organización fue relativamente espontánea, lo cual ya eran un síntoma de grupo y participación en si mismo. Por nuestra Asociación Espiral estábamos Omar de León, María Santos, David Alonso y yo mismo, y los demás profesores y el alumno en su mayoría lo eran de la Universidad Europea, aunque había dos de la Complutense y también Leonor, paleografa y ahora en la Biblioteca Nacional.

Puse un proverbio chino como primera transparencia:

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Y afirmé, «Yo sí quiero cambiar» y en consecuencia, logramos cambiar yo y mi entorno.

Y empezamos espontáneamente a hablar a partir de esa frase, adquiriendo poco a poco una ampliación de la confianza inicial.

La presentación de David Alonso de su experiencia fue muy interesante y con aportes realmente positivos, desde el punto de vista de la innovación en el aula y fuera de ella. Muchas de las cosas que nuestro Grupo Prometeo hace son difíciles de explicar, porque trabajamos desde un planteamiento humano, cualitativo, en el que no es fácil medir resultados, sólo impresiones, sensaciones, sentimientos, motivaciones para seguir, para respetar el trabajo bien hecho, para ……

Aún así utilizamos e incorporamos continuamente técnicas y métodos que dan una gran solidez a nuestro trabajo y lo hacen admirable, porque no todo el mundo está dispuesto a arriesgar tanto como nosotros hacemos con experiencias que pensamos a priori que podemos emprender, pero no siempre es del todo posible, aunque a veces nos sorprendemos de que funcionen hasta mejor de lo que pensábamos inicialmente. Esa sorpresa se mantiene cuando tienes que contar una experiencia.

Y David estaba, está, sorprendido de lo que ha hecho, pero ha aprendido una enormidad atreviéndose a esta aventura. Y además, utiliza todo lo que ha aprendido siendo investigador en el aula y aledaños, por lo que es capaz de vincular. Según iba hablando pensé que era posible ir representando una «rosa de los vientos» -técnica que he desarrollado en mis aulas para interrelacionar cuestiones- de lo que él decía.

Y así y gracias a Agustín que me facilitó un papelógrafo pude representar el modelo explícito en su presentación mediante una rosa: en el este empezábamos por los materiales y las reglas del juego para los grupos de estudiantes; estos grupos tenían que buscar y alimentarse con materiales y análisis que constituyesen de manera fría (por el norte), pero bien trabajada los elementos básicos de una investigación y pasar poco a poco de las cuestiones separadas y aisladas a las interrelacionadas y más y más hasta llegar a un proyecto, a un modelo, a unas hipótesis en su camino desde el Norte hasta el Oeste, pero no era suficiente con llegar a una interpretación, sino que tenían que dar un paso o dos más, el siguiente era desarrollar el modelo, ver cuales son sus consecuencias y el segundo, contrastarlo con la realidad nuevamente.

Pasamos después a mi experiencia, que quise concentrar en sólo tres «trozos», por supuesto interrelacionados con el conjunto de la experiencia, pero que servían de ejemplos del todo. Para ello mostré otra transparencia:

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Una transparencia en la que se presentaban tres frases que daban pie a tres horizontes y formas de trabajo de mi experiencia-proyecto. La primera decía:
“CUALQUIER ENFERMEDAD SE CURA A PARTIR DE SÍ MISMA” (vacunas)
En términos de experiencia esto quiere decir que la pobreza no se cura con la riqueza o con la inversión de capital, sino a partir de sus propios límites y en sus límites e inhibiciones, sublimándolos, dándoles un sentido desde el interior del problema mismo. Eso, en términos educativos, significa que los protagonistas que son los alumnos tienen en sí la solución de sus problemas, y no somos los profesores los que tenemos que resolverlos, sino ellos, y para eso, el profesor ha de facilitar y ayudar en el camino que el estudiante tiene que emprender.

La segunda frase era: “NADIE CONOCE MEJOR LOS PROBLEMAS QUE NOSOTROS MISMOS,
PERO NECESITAMOS PARTERAS” (es una derivación de Sócrates. ¿Cómo lo trasladamos a mi experiencia educativa? Todos sabemos o intuimos lo que sabemos, pero no estamos del todo seguros de lo que sabemos; igual ocurre con nuestros problemas, los más acuciantes y los menos; la partera es el profesor, el facilitador que tiene que ayudar a que cada alumno acabe expresando su necesidad, su problema, su área de interés y de motivación; y nosotros tenemos que ayudarle a abordarla, a buscar salidas y a encontrar soluciones. En definitiva, cada alumno busca su propia identidad concreta, en un aquí y ahora en continua transformación. El facilitador le apoya con un método y «el método nos hace libres».

La tercera frase es: “CUANDO HAY PROBLEMAS, NOS SENTIMOS MEJOR SI ESTAMOS ACOMPAÑADOS”, es decir, estar acompañados es trabajar con otros, con los demás, en grupo, pero no de una forma natural, sino adquiriendo un método adecuado de trabajo del grupo operativo, que le permite a uno salirse del circulo vicioso de los grupos naturales. Por eso, mi experiencia educativa se fundamenta en: APRENDER HACIENDO EN GRUPO. El grupo juega un papel decisivo y hasta paradigmático, porque de alguna forma estamos violando el sistema dominante, profundamente inclinado hacia el individuo solitario y aislado, superman emprendedor casi único en una selva que es el mercado. Aquí la cooperación es central para acercarnos a los problemas, que en gran medida son comunes, a aquellos problemas que podemos resolver a través de un método y una paciencia que están contenidas en las Cuatro Verdades de Buda:

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Sobre ellas habría que preguntarse cuál es la causa última de nuestro sufrimiento: y descartando la muerte por inevitable, el no-saber, la ignorancia, siempre es el gran sufrimiento, aún de los que no parecen conscientes de su ignorancia. Ya decía Sócrates y era un sabio: «sólo sé que no sé nada». La ignorancia produce miedo, la ignorancia produce necesidad de saber, la ignorancia nos inhibe, nos aisla, la ignorancia es nuestra asignatura pendiente y para siempre. Es la causa de nuestro gran sufrimiento. Si somos capaces de investigar las causas: y es evidente que si no hacemos nada por saber, seremos aún más ignorantes (causa probable, entre otras muchas) y si no somos capaces de poner remedio y/o límites a no saber, finalmente, no sabremos que tenemos que hacer para que siempre que tengamos un sufrimiento de ese tipo, podamos aprender un método para solventarlo y no quedarnos regresivos ante nuestra ignorancia.

Por eso es tan importante HACER, HACER, LA ACCIÓN. Una acción siempre vinculada a la reflexión, pero que antecede a la reflexión. La acción nos lleva a una posición de botella medio llena, en tanto el pensamiento a una botella medio vacía. La acción al tiempo que aborda algo e intenta resolver algo, es gratificante porque nos permite descubrirnos a nosotros mismos en nuestra utilidad y aplicabilidad y solución de problemas. La acción nos permite reducir nuestra ignorancia (si la revolución industrial del XVIII-XIX hubiera esperado por el conocimiento de las universidades, no hubiera habido revolución industrial, o hasta no habría habido el grandísimo impulso que hubo para desarrollar espacios universitarios y de conocimiento), y en último extremo, la acción genera experiencias. Éstas, si aciertan nos complacen; y si son erróneas, nos permiten aprender y volver a intentarlo. En cualquier caso, SIN EXPERIENCIAS NO HAY CONOCIMIENTO posible. Hasta nuestras madres y abuelas nos lo decían: «la experiencia es la madre de las Ciencias». Por tanto, a la piscina, tirarse a la piscina, no sólo no es malo, sino que es buenísimo, y además, te refrescas, que si hace calor está muy bien.

El grupo acabó debatiendo sobre nuestras propuestas y experiencias. Hubo mucha participación y pienso que todos los asistentes tuvieron la oportunidad de aprender mucho. Al menos, nosotros aprendimos mucho, y estas reflexiones son el mejor ejemplo de nuestro aprendizaje real.

Seguiremos el día 16 de abril en el Campus de Somosaguas, en la Complutense. Ahí, aportaremos dos experiencias más, las del Omar de León y la de Alessandro Serio. En fin, esperemos que todo funcione tan bien como en esta reunión de ayer. Un saludo a todos. Si alguien quiere saber algo más sobre esto o sobre la Asociación Espiral, puede ponerse en contacto conmigo en innovacsocial@gmail.com

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Un comentario en «Reflexiones de una primera reunión del Ciclo de Innovación»

  1. Me experiencia también fue muy positiva!!! Da gusto coincidir con colegas con los que compartir intereses, inquietudes y muy buenos momentos.

    Saludos,
    David

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