¿Tradicional el sistema educativo?

1. Porque es tradicional y desfasado. Es lento para asimilar los conocimientos actuales, cuestión básica, porque el desfase entre lo que se supone que hay que saber y lo que se sabe es grande ya cuando un alumno se licencia. Para ir al día es preciso que la investigación sea compleja y esté al día. Sin masa crítica investigadora, el desfase es continuo, y sólo en casos muy ejemplares se dan impulsos más que continuidad a los procesos. Cuando uno está siempre aprendiendo lo que los demás han hecho, y no se enseña a sí mismo mediante investigación aplicada y teórica, el desfase aumenta, porque lo que hay que asimilar es cada vez mayor en relación con las capacidades de los profesionales para hacerlo.

2. Porque es teórica y memorística. Precisamente por la falta de innovación en su proceso de investigación, la formación se plantea como demasiado teórica y memorística, y en el mejor de los casos, con ejemplos. Pero los ejemplos no son experiencias directas que permitirían desarrollar nueva teoría e investigación. Son ejemplos, y ahí se acaba la practicidad. Cuando la practicidad se entiende como aprender haciendo, aprender a partir de la experiencia misma, aprender en la vida. El refugio de la teoría -siempre desfasada- es un recurso posible para un sistema que no se renueva con suficiente energía. Y de la teoría a lo memorístico sólo hay un paso. Aprendemos lo que dicen los libros y los profesores y lo reproducimos en un examen. La memoria y no la creación ni la innovación ni el pensamiento, juegan el papel central.

3. Porque es unidireccional y subordinada. Al ser teórica y memorística, se exige de arriba a abajo y genera subordinación. De alguna forma reduce las posibilidades de actuación, restringiéndolas a un área de lo que «hay que hacer» y «no se hable más». El feed-back es muy reducido, y en muchos casos, nulo. Esto quiere decir que ante una pregunta sólo es posible responder. Esta práctica empobrece la calidad de lo aprendido y subordina al participante a una dinámica no elegida.

4. Porque es obligada y sin libertad. Los programas se fraguan fuera del contexto de la necesidad social, sino de la «moda», actualidad de la materia. Se supone que porque los hacen otros, estamos al día si los hacemos nosotros, lo cual lleva a que las necesidades sociales pueden ser o no atendidas. Esa debilidad del sistema hace que aumente la jerarquía y las formas de exigencia: los programas se obliguen y sean poco flexibles y no permitan desarrollar la libre creatividad del participante.

5. Porque es poco participativa. No sólo no se pregunta qué estudiar, sino que luego, en las aulas se pasa lista, obligando a asistir, aunque la calidad sea ínfima, y la participación es bajísima, y muchas veces, cuando se produce, es poco atendida por el profesor. Es difícil ver agrupaciones de alumnos en el aula o fuera de ella, en relación con la materia. Todo está pensado para una relación bilateral entre el mundo del profesor y el de cada alumno (tutorías), pero no se facilita el aprendizaje a partir de los espacios grupales de intercambio y de trabajo.

6. Porque es individualista. Todo esta planteado de forma individualista, hasta la evaluación. Parece que no se concibe que un grupo de participantes reciba la misma nota porque han trabajado en la misma línea y con similar intensidad. Todo se dirige a cada uno, lo cual dispersa enormemente el trabajo y al tiempo, reduce los espacios de intercomunicación entre los participantes. Por otra parte, y en consecuencia, se fomenta la competitividad entre los alumnos, y se discrimina continuamente a unos de otros. Sólo excepcionalmente, se plantea que un alumno pueda ser tutor de otro, o que puedan formar grupos de trabajo para desarrollar sus capacidades, ni que la relación se salga del modelo individualista en que se mueve.

7. Porque no sirve para nada. Al ser tan teórica, tener tan poca práctica, y ser tan desde arriba, los resultados son muy pobres, sobre todo a la hora de la verdad, es decir, de su aplicación y se aprecia un fuerte desajuste entre lo que se necesita en el mundo real y lo que se aprende en las aulas. Sirve, porque todo lo que uno aprende, aunque sea teórico, memorístico y obligado, sirve, pero es una utilidad indefinida. Sirve pero …..

8. Porque se hace desde una tarima. La introducción del poder de la tarima en las aulas, hace que las clases sean más hechas desde un púlpito (es la «traducción» de cátedra) con todas sus consecuencias derivadas, que de conclusiones provisionales, lo que sabemos ahora mismo, pero que mañana puede evolucionar y cambiar. La rigidez y distancia de la tarima, hasta el oscurantismo se aprecia en un profesor que sabe (docente) y un alumno que no sabe (discente), cuestión más que discutible, no porque el profesor no sepa, sino porque el alumno si sabe,y si tiene experiencia, y si tiene vivencias y si sabe, y mucho más si el espacio es adecuado para mostrar su saber y experiencia.

9. Porque no se le preguntan las necesidades a quiénes la tienen que superar. Los protagonistas no participan en la confección del programa y la mayoría de las veces, ni siquiera en algunos detalles de aplicación. Los programas están cargados de lecciones, los libros manuales los hacen rígidos y obligados, la documentación está muy repetida, y la aportación de aquellos que vienen a aprender es nula, nadie les pregunta cuando se confecciona un programa, ni tampoco cuando se hace un plan de estudios. Se supone que los únicos que saben son los profesores o «los que los representan» en los cambios de planes de estudio. Y los estudiantes, y la sociedad. ¿Cómo llegan a los programas?

10. Porque el 90%, sino más, de lo que se dice en un aula ya está disponible en la red o en los centros documentales. Así es, cuando preguntas a uno de tus alumnos, siempre te pone ejemplos de profesores que les obligan a tomar apuntes de materias que están publicadas y difundidas en abierto y que podían leerlas ellos, comprenderlas, resumirlas, integrarlas y luego compartirlas y que el profesor les ayudase en el nivel siguiente, que sería el de integración e interrelación entre ellas.

11. Porque hay demasiada lejanía entre profesor y alumno. La lejanía es práctica y se fomenta por ambos lados. Cualquier profesor recibe la gran mayoría de las visitas a su tutoría en la época de exámenes o post-examen, lo cual indica que el papel de tutor es poco utilizado o casi nada, y más bien y sólo para razones semi-burocráticas como es el examen. El profesor habla desde la tarima, en general, y al final de la clase, los alumnos, algunos, se acercan para hablar de temas, en su mayoría, con preguntas semi-burocráticas o quejas puntuales, pero la interrelación profesor-alumno no funciona en la mayoría de los casos. El aula es distante: y por supuesto, poco satisfactoria para el estudiante, y también, supongo, para el profesor.

12. Porque no se fomenta la cooperación y la convivencia, sino la competencia y la lucha. No, no se fomenta la cooperación ni el grupo de trabajo que es su esencia. Si no se sabe trabajar en grupo -y los profesores no son precisamente expertos en la puesta en marcha de grupos-, no es fácil cooperar, y tal vez sólo una de cada diez veces se consiga de forma espontánea y natural. Todo fluye para que no sea así. El aula es un ring con varios contendientes, y se fomenta la competencia, no la cooperación. Hasta la mayoría de los trabajos en grupo, acaban de regular a mal, porque cada uno de los participantes quiere obtener el máximo del mínimo de trabajo, y eso conlleva muchos conflictos, sobre todo, si el profesor-facilitador no sabe poner en marcha grupos, desarrollarlos y hacerlos confluir en un espacio de cooperación entre ellos.

13. Porque no es práctica, ni muchas veces aplicada o aplicable. No, no es práctica, y una de las características de la enseñanza moderna es su practicidad, su aplicabilidad. ¿Por qué sino para que estudiamos? ¿Para ser más cultos? ¿Para ser una elite que no trabaja ni aplica? ¿Para saber por saber? Este modelo tradicional fomenta implícita y explícitamente el elitismo, la diferenciación social, y la discriminación. En la práctica tendemos a democratizarlos; en las ideas y las teorías tendemos a jerarquizarnos.

Conclusión provisional: tenemos un sistema educativo profundamente tradicional. Por eso, le seguimos llamando sistema educativo o educación, y no espacios de aprendizaje o de investigación o de innovación, y enfatizamos en enseñanza frente a aprendizaje. Tenemos mucho camino que andar todavía.

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