«Tened presente el hambre: recordad su pasado
turbio de capataces que pagaban en plomo.
Aquél jornal al precio de la sangre cobrado,
con yugos en el alma, con golpes en el lomo.

El hambre paseaba sus vacas exprimidas,
sus mujeres resecas, sus devoradas ubres,
sus ávidas quijadas, sus miserables vidas
frente a los comedores y los cuerpos salubres.

Los años de abundancia, la saciedad, la hartura
eran sólo de aquellos que se llamaban amos.
Para que venga el pan justo a la dentadura
del hambre de los pobres aquí estoy, aquí estamos.

Nosotros no podemos ser ellos, los de en frente,
los que entienden la vida por un botín sangriento;
como los tiburones, voracidad y diente,
panteras deseosas de un mundo siempre hambriento.

Viento pueblo.jpg

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