Exámenes, profesores y formas de trabajo

Cuatro chicas entran en el ascensor después de mí. Vienen comentando un examen. Comentan que había una pregunta que no sabían, que no tenían ni idea. Cuando casi alcanzamos mi planta, y dentro del tema exámenes, una comenta: «te has cambiado de rimmel», inmediatamente todas hablan sobre el tono y el color del rimmel. No pude saber más, me bajé en mi planta.

De pronto hay mucha gente que hace exámenes. Se les ve tensos, mirando antes de entrar por última vez los apuntes o algún libro -raramente-, a la entrada de un aula, bien porque han salido y comentan o bien porque todavía no han entrado y están tensos. No hay mucha gente en los pasillos, excepto cuando terminan el examen que entonces si salen más de uno al tiempo, comentan, como las chicas del ascensor.

Pienso: una época para olvidar. Tensiones innecesarias, prisas, algunos engaños, arbitrariedades, decepciones, pocas alegrías hasta que no salga la nota -siempre hay un riesgo-profesor latente: ¿le habrá gustado? piensas que si, pero y si he metido la pata-, mucho caos y poco aprendizaje -durante unos días servirá para recordar, pero al poco se habrá diluido en gran medida, la memoria no está preparada para aprendizajes tensos y urgentes.

Pienso: ¡que bien que hace años no torturo a nadie con exámenes!. Evaluar, tengo que evaluar, porque me lo exigen, al final tengo que ponerle nota a cada uno de los matriculados, pero he evitado los exámenes, excepto para los pocos que no vienen a nada, y que les queda la materia y la arrastran porque son malos estudiantes: sólo los malísimos estudiantes, los caras, vienen a mis exámenes, aquellos que desean más intensamente aprobar y sólo aprobar, no quieren aprender más que lo imprescindible para aprobar y si puede ser menos, mejor. Son excepciones y a mí me parecen lamentables. Tengo que aguantarlos cuando me llegan ya a final del cuatrimestre con disculpas, a veces con engaños, otras con rollos que no se los creen ni ellos. Tengo que aguantarlos porque tienen «derecho» (sic) a un examen. Yo no se hubiera dado, ya hace tiempo que tenían que estar alejados de la enseñanza, trabajando, haciendo algo «de provecho», como decía mi madre, aunque me temo que nunca ocurrirá. Sólo quieren el título, es decir, el aprobado. Todos se apuntarían al aprobado sin hacer nada. Sinceramente, no entiendo porque están aquí molestando, pero ya he dicho, la única razón es el aprobado.

Que diferencia con los estudiantes mayoritarios, con los que por supuesto también quieren un título y un aprobado, pero que quieren aprender, que les gusta, que quieren aprovechar el tiempo -unos más y otros menos, pero todos quieren, que hasta exigen -y hacen bien- que les ayuden a aprender o que les enseñen. Ellos están en la universidad porque sienten que es un privilegio que no tienen todos, sino algunos, que es una etapa de su vida muy importante, que hay que aprender a aprender y tener un futuro, que se enrollan a la primera de cambio, que están deseando encontrar el conocimiento, beberlo y compartirlo. ¡Qué diferencia!

Pero esos estudiantes se pueden fomentar o se pueden convertir en los del aprobado y punto.

Los profesores tenemos una gran responsabilidad, porque hay un tercio o tal vez más, hasta la mitad, que son buenos estudiantes, les gusta aprender y les va a gustar toda la vida; hay otro tercio o tal vez la mitad que están a mitad de camino, y que aquí el profesor puede hacer mucho. Si su forma de trabajo es autoritaria, de arriba a abajo, con exámenes, tal vez arbitrarios, sin participación, es más que probable que una buena parte de ese tercio o mitad empiecen a pensar que no es necesario aprender, sino sólo aprobar.

Sin embargo, si el profesor tiene un proyecto de enseñanza basado en el intercambio, en la necesidad de cada uno, en el respeto a todos y cada uno de ellos, con recursos adecuados a los fines, con participación, escuchando y colaborando, también aprendiendo ….. es más que probable que ese tercio o mitad se vuelquen en el primer grupo, el de buenos alumnos, en el de buenos ciudadanos, en el de buenas personas.

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4 comentarios en «Exámenes, profesores y formas de trabajo»

  1. Por tanto, necesitamos profesores que no se sientan temerosos y que se aventuren a nuevas formas de aprendizaje y de enseñanza …. lo pasarán mejor. Es probable que tengan que trabajar algo más, pero les compensará lo bien que lo van a pasar …. seguro.

  2. Como todo es una cuestión de tirarse a la piscina y sentirse apoyado por alguien o alguienes …. si hay otros que se conocen y hacen cosas similares, es mucho más fácil atreverse y hacer hasta saltos casi olímpicos.

  3. Me gusta eso de tirarse a la piscina de que se aventuren a nuevas formas de aprendizaje y de enseñanza,

    Los alumnos lo agradeceran y con el tiempo tu autoestima lo agradecera, tambien.

    Cada vez mas es el profesor que innova, el profesor que comparte sus conocimientos de forma amena e interesante el que crea un hito en el conocimento.

    “Tenemos que preparar a los jóvenes para afrontar su futuro, no nuestro pasado”.
    (A. Clark)

    Es tan difícil adivinar el futuro. Podemos suponer basándonos en nuestra experiencia es que será muy diferente del presente y que los conocimientos vigentes actualmente pronto estarán obsoletos. Al principio de nuestro siglo XX, era habitual que un joven aprendiese una serie de habilidades que con seguridad le servirían para desempeñarse durante toda su vida. En este momento todo se desconoce.

    Es importante preparar a los jóvenes actuales para una época de Cambios. En el Futuro veremos un mundo donde la mayoría de los profesionales realizan trabajos que ni siquiera existían cuando nacieron. Cuando el mundo cambiaba a un ritmo lento, los colegios y universidades no tenían problemas para formar licenciados perfectamente capaces de desempeñarse en aquellos campos que habían estudiado. Hasta hace muy poco, era normal nacer, vivir y morir en una misma casa, tener un trabajo que durase toda la vida, que la relación de pareja (esposo o esposa) fuese para siempre (hasta que la muerte nos separe) e incluso quien nacía de sexo masculino, moría hombre Como dice el poeta ahora todo cambia.
    En este momento la sociedad demanda licenciados que sepan desempeñase en campos que NO han aprendido, en profesiones que no existían cuando estudiaban. Lo que debe hacer la educación es prepararlos para enfrentar un mundo que va a ser diferente al que conocieron en el colegio y en el que van a tener que desenvolverse. Será un mundo en el que se premie mas el saber ser innovadores y emprendedores que le tener muchos conocimiento. ¿Cuántos trabajos de hoy se corresponden con carreras universitarias? ¿Dónde se aprende a ser consultor? ¿Y a ser vendedor? ¿Dónde están los profesores que pueden “enseñar”estas materias, en la universidad tradicional? ¿Alguien tuvo la posibilidad de especializarse en e-learning en la universidad hace 10 años?

    Este es un mundo en continua transformación donde los “supervivientes” son los más capaces de adaptarse, es decir, los que aprenden a cambiar. El conocimiento lleva fecha de caducidad y hay que renovarlo constantemente. La tecnología hace ya tiempo que juega un papel preponderante y, en el futuro, su presencia y relevancia sólo va a aumentar.

    Hubo una época donde la misión de la escuela era básicamente proveer formación en lo que los anglosajones denominan las 3 R (read, write, artithmetic). Hoy ya no le podemos pedir a la escuela que enseñe a memorizar y recordar sino a encontrar, usar y aplicar información, pensar críticamente, razonar, decidir y en definitiva innovar.

    Toda ha cambiado. Se debe enseñar en las Escuelas a razonar, decidir y en definitiva innovar. La escuela tiene que preparar gente adecuada para este nuevo entorno. Antes existía una carestía de información y quien disponía de ella tenía una ventaja incomparable. Hoy la información es excesiva, abundante, de rápida caducidad, nos abruma, ya no es una ventaja. Ahora la falta de conocimiento viene más por la sobredosis de información que por su ausencia.
    Antiguamente importaba recopilar el máximo de información, hoy importa procesarla adecuadamente. En épocas anteriores una carrera universitaria significaba trabajo para toda la vida. Hoy sabemos que el aprendizaje tiene que ser permanente. En la antiguedad había una edad para estudiar y otra para trabajar. Ahora sabemos que no dejaremos de estudiar durante toda nuestra vida.
    La educación no desarrolla talento, como mucho puede seleccionarlo. Todos tuvimos compañeros que jamás fueron buenos estudiantes y sin embargo se desempeñan exitosamente en sus vidas laborales. Incluso gente que no pudo estudiar o que el propio sistema marginó y que han salido adelante perfectamente en la vida. ¿Cuanta frustración hubiésemos podido ahorrar?

    Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que no sólo el colegio y la universidad no te preparan para la vida sino que la mayor parte de nuestro aprendizaje ocurre fuera de las aulas. Miremos nuestra vida y hagamos un análisis: ¿Qué sabemos hacer realmente, cuáles son nuestras competencias? ¿Cuánto de eso lo hemos aprendido en un aula? ¿Cuánto nos ha enseñado la experiencia, la vida, las relaciones con otros -familia, amigos, deporte, colegas de trabajo- y las diferentes redes sociales a las que pertenecemos? Somos seres sociales, queremos compartir la vida con otros y no queremos ni debemos vivir ni trabajar solos.

    ¿Estamos de acuerdo en lo que entendemos por ciudadano educado para el Siglo XXI? Parece obvio que NO. Si en el colegio los niños deberían aprender cosas que les serán de utilidad en la vida adulta, entonces el currículum del año 2004 no puede ser el mismo que el de hace 100 años. Sin embargo basta con echar un vistazo a lo que tienen que aprender nuestros hijos en el colegio: Literatura, química, filosofía, historia, matemáticas, … y se ve que no ha cambiad mucho.

    En nuestra sociedad consideramos intelectuales a aquellos especialmente ilustrados en humanidades que mantienen la reputación de cultos. Se titulan miles de licenciados en geografía e historia, filosofía, arte o filología porque seguimos pensando que en eso consiste formar ciudadanos bien educados. Decidimos que en los colegios se aprenda álgebra y trigonometría en lugar de nociones básicas de negocio/empresa, medicina/salud/nutrición o inteligencia emocional.

    En los planes de estudio se hace más hincapié en aspectos intelectuales (latín, física, gramática) en lugar de aspectos humanos como relaciones interpersonales (pareja, hijos, amigos, compañeros), comunicación, gestión de si mismo, pensamiento crítico o creatividad es porque seguimos arrastrando la visión de la educación de remotas épocas elitistas. ¿Alguien piensa que es importante saber mecanografía a día de hoy? Por un lado, la mayoría de las personas son incapaces de expresar por escrito y con claridad sus pensamientos. Por el otro, el ordenador, el e-mail y en cierta medida el e-learning han traído consigo que la gente haya tenido que volver a escribir cuando habían pasado años sin apenas hacerlo.

  4. Imperdible, una lectura muy recomendable. No puedo menos que sentirme identificada.

    Un abrazo y felicitaciones por expresar tan bien lo que muchas veces sentimos.

    Ana

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