En el siglo XVIII es algo parece que normal que las universidades, o al menos, algunas, vendan los grados, sin cursar los estudios correspondientes, es decir, se compren títulos. Tremendo, ¿verdad?

Las universidades se defienden porque los colegios mayores y aún los menores imparten títulos para los que no están habilitados.

¿Nos imaginamos una sociedad en la que la clase alta compra títulos a sus retoños? ¡Qué ejemplo!. Malos antecedentes.

Entradas relacionadas

2 comentarios en «Universidades (2)»

  1. En el fondo, las universidades privadas en España tuvieron su inicio en la puesta en marcha de grados que exigieran menos a los hijos de personas con buenas rentas, para que así pudieran obtenerlos. Eran alumnos que no podían acceder a las universidades públicas y de esa forma, tuvieron una alternativa pagada. No es el único país en que ha ocurrido. Más bien es una práctica que tiene que ver mucho más con las diferencias de clases y rentas que con la moral o cultura imperantes.

  2. Esa situación inicial de las universidades privadas se ha remontado en gran medida, sobre todo, a partir de tendencia a la igualación de costes de matrícula para los alumnos. Según aumentan las tasas para matricularse en una pública, las privadas obtienen un porcentaje mayor de estudiantes. Con lo cual la competencia no sólo esta en la tradicional aceptación del que tiene frente al que sabe, sino también de la tendencia a la igualación de precios, porque los costes de la pública quieren ser menos asumidos por las sociedades gobernadas por los que se llaman neo-liberales que digo, liberales no son, neos, puede, pero tanto por nuevos, sino por noes.

Responder a roberto carballo Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *