Marcas y falsificación

Las marcas como tales, igual que los que han hecho algo y tienen un copyright, no descansan buscando culpables de falsificación o de utilizarlos sin pagarles.

«Xente ao lonxe», diría Eduardo Blanco-Amor, gente que sobrevalora su contribución a los demás, y la convierte en «verdad de fé» por la que hay que pagar un sobreprecio, muy por encima de su valor -bueno, a aquellos que padecen el síndrome de las marcas, porque a mí nunca me han interesado especialmente-. Y ya sabemos que todo necio -o todo listillo o avispado- confunde valor y precio, decía Machado. La posición de poder -y de monopolio- acaba generando marca, y la marca genera un derecho que «vale su precio en oro». No voy a entrar en los llamados copyrights del mundo de la música, aunque habría mucho que decir sobre la legitimidad de los mismos. Otro día será. Volvamos a las marcas y las falsificaciones.

Las marcas son emporios, como el de Armani, es decir, saben normalmente hacer una cosa bien, tienen éxito, se compra bien, y entonces, ellos diversifican el negocio y hacen de todo, de todo aquello que no saben hacer, porque lo que hacían bien y es el centro de su negocio sigue siendo lo que hacían bien inicialmente y les dió la marca, la fama. Lo que ocurre es que los ámbitos de negocio no se parecen mucho entre sí, y no es lo mismo hacer ropa para mujer, que ropa para hombre, ni un perfume que un reloj o una bisutería cara. Cuando tienen una posición de dominio, tienen una marca, ocurre que esa diversificación lleva a la idea de externalización del negocio, es decir, que otros se encarguen de todo, diseño, producción, distribución y hasta venta, y los de la marca sólo se quedan con el control del asunto, la logística o la estrategia de los negocios. Aprovechan que la gente de marca es atraída por esa marca, para colocarle de todo. Pero los que tienen el monopolio original de la marca casi nunca hacen las cosas que venden, y si acaso hacen lo que ya vendían, o al menos, se encargan de que lo hagan otros. Es lo que ocurre en la globalización, son otros los que se encargan de la producción, distribución material y a veces, algo más, hasta que llega a sus tiendas o franquicias de venta o las distribuyen por otras entidades franquiciadas o convenidas.

Total, que los de las marcas hacen realmente una gran falsificación, la de su marca convertida en productos que ellos ni hacen ni saben casi nada de ellos, pero engañan a sus seguidores con una gama de productos que tienen la misma marca, pero realmente son un a falsificación de la marca, porque lo que hacían bien era perfume o moda de mujer o ….. y sin embargo, te colocan un reloj, una pulsera-baratija cara, unas gafas, en fin, de todo un poco. Tiendas globales que bajo una misma marca te venden de todo. Una camiseta de tal jugador, un reloj del Real Madrid, un juego de cama con el membrete, gorras, y todo lo que se te ocurra, merchandising a tope.

Pues bien, pienso que eso es una gran falsificación y además, estoy seguro, aunque no lo he comprobado, que es una de las mayores fuentes de la otra falsificación, de la perseguida, porque ahí el control sobre esos productos es mucho menor, la originalidad de los mismos también, casi siempre son otras marcas secundarias que saben que pueden vender más poniéndole el nombre de una marca de éxito, o muchas veces, ni siquiera son marcas que podrían hacerse hueco en el mercado, son marcas de tercera, sin opción de llegar al mercado en buenas condiciones, y que optan por hacer los relojes o lo que sea de esa marca de éxito. El resultado es que los productores plagian los modelos, porque ellos mismos se sienten engañados, porque saben que ellos nunca venderían ni precio ni cantidad sus productos, y sólo porque le ponen el nombre de la marca, se van a vender carísimos, con sobreprecio evidente, y muchos más que en los mercadillos que es probablemente adonde llegaría el producto original.

Total, que los que se quejan de que los falsifican, muchas veces tendrían que pensar que son ellos los que falsifican y engañan sistemáticamente a sus clientes enganchados de la seriedad de «su marca».

La verdad es que no tiene mucha importancia, porque los clientes «de marcas», son un tanto pijos todos ellos, y tienen una posición económico razonable o más que razonable, acomodada o bien acomodada, por tanto, si quieren «molar de marca», que la paguen, aunque realmente la tal marca no sea más que un producto de tercer nivel de calidad …… A veces, la clase ociosa -concepto demasiado olvidado de Veblen- es no sólo ociosa, sino caprichosa, y no le importa pagar, si lo que puede exhibir en su comportamiento como clase ociosa, es ostentoso o lo parece. Si se dejan engañar, allá ellos.

Claro, que la razón por la que ellos pueden «pagar marca» es, en muchos casos, por la explotación de otros muchos, que a veces atraídos por la publicidad, hacen tremendos esfuerzos -y sino hasta pueden frustrarse claramente, sobre todo, los hijos jóvenes- si no pueden adquirir la marca que les da solera y puesto en el grupo de amigos.

Una vez, un amigo norteamericano, estábamos hablando sobre su negocio, es un personaje lleno que siempre está emprendiendo negocios, de pronto me enseñó su Rollex y me dijo: «Cuando estoy en una negociación, hago evidente a éste -se refería al Rollex, claro-, y todo fluye en la misma». Yo mostré mi escepticismo, pero supongo que si lo decía, tenía algo de razón. A veces, y para muchos «marqueros», la marca es una garantía de que el que la usa se puede confiar en él …. lenguajes sociales, lenguajes de clases acomodadas.

Entradas relacionadas

Un comentario en «Marcas y falsificación»

  1. Tengo que agradecer a uno de mis grupos de alumnos que presentaron un tema sobre Corrupción y Falsificación, el que yo pensara esta entrada y luego, ya viene mi rollete ….. para completarla.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *