Un día con nieve, parece que nieva desde las seis o siete de la mañana en Madrid, un día de nieve y un día en que dos de mis cursos cuatrimestrales terminan. No me gustan los finales, ni las despedidas, pero me gustan menos cuando este es el penúltimo año de mi carrera docente. El próximo será el último, y siento muy profundamente el vacío potencial de la circunstancia.
Me siento algo decaído. Hoy no dormí bien, me levanté a las cinco y me puse a repasar blogs y otras cosas … Estuve dos horas haciendo cosas … a las siete volví a la cama, pero no dormí más de una hora. Me he venido a la facultad, llegando una hora antes de lo que es habitual, y he seguido sintiendo la soledad del final de una relación, de muchas relaciones.
Me encanta dar clases, me encanta ver como aprendemos todos juntos, me encanta tener la oportunidad de hablar en público y de decir lo que siento y pienso, me encanta la relación con los alumnos que va mejorando según nos conocemos más, me encanta el ambiente de trabajo y de interés que muchas veces encuentro o facilito en el aula y fuera de ella.
Nuestro blog de blogs ya va por las 400 entradas seleccionadas. Los alumnos han vertido en sus blogs más de 25 entradas por cada uno, cerca de 3.000 entradas. Han visitado el blog de blog más de 7.000 veces y han leído algo de él. Hemos tenido un curso muy intenso, todos. Son sólo tres meses para hacer efectivo el aprendizaje, y medio mes para compartirlo. Tres meses que siempre se acaban convirtiendo en 10 semanas, unos 20 días de clase, bien poco, pero muy intenso.
Ahora ya nos conocemos y en muchos casos hemos adquirido una buena confianza, la confianza de confiar en el otro. Saber quién es el profesor, y saber quiénes son ellos. Es más ellos han conocido mucho mejor a sus compañeros -es uno de los resultados de mi clase, se interrelacionan mucho entre ellos, que se conocían poco entre sí-. Ahora podríamos hacer muchas cosas y más aprovechables juntos, pero se terminó y al terminarse ellos se irán algunos a las mismas clases, y otros irán a otras, por lo cual se desperdigarán entre ellos, y yo sólo veré a algunos con los que me cruzaré en los pasillos o que están todavía ligados a actividades que he puesto en marcha y que continuarán en ellas.
El grupo de Economía Internacional es, en su mayoría, el segundo año que tienen conmigo. Antes tuvieron Sistema Económico Mundial, en cuarto. Ahora, en quinto, han «recundado», como se dice en mi tierra. Es un grupo más querido, porque es más conocido, realmente llevamos dos cuatrimestres de trabajo en común, de aprendizaje en común. Sentiré mucho esta tarde cuando se acabe el curso, doblemente.
Me gusta tanto la práctica docente …… la llevo tan dentro de mí. Seré un profesor mejor o peor, pero soy un profesor apasionado con mi profesión, me entusiasma, me llena, me convierte en un ser feliz, y cuando se producen estas rupturas, en las que el alumno el próximo año es casi siempre el mismo o parecido, con la «misma edad», y tú un año más viejo ….. tiene algo de nostálgico y en parte desesperante, por la pérdida. Pero la vida sigue y hay que acomodarse y superar la «saudade», y en la superación de esa melancolía de pérdida, encontrar las razones para continuar.
Nunca he tenido tan claro mi, nuestro proyecto de trabajo e innovación. Ya he empezado a ponerlo de verdad en marcha. La idea es verterlo en la sociedad y crear las condiciones para que los espacios de innovación y de aprendizaje-conocimiento se extiendan, se amplíen y nos ayuden a superar las muchas dificultades que atravesamos, que nos mantiene en una posición entre deprimente y cabreada, individual y colectivamente.
Hay muchas razones, cada día más, para estar muy cabreados con la situación. Parece que «al perro flaco, todo se vuelven pulgas», y eso está ocurriendo en este país: todos pulgas. Claro que es un país que tiene cierta tendencia a empulgarse, más exacto sería corromperse, utilizando al Estado para hacerse rico ilícitamente. ¡Menudo país que nos están dejando esta casta de aprovechados políticos! Ahora si va a ser cierto eso que decía Alfonso Guerra -aunque en un sentido claramente opuesto- «que a este país no lo iba a conocer ni la madre que lo parió». En realidad, sí, la madre seguro que lo reconocería. Ahora bien, la madre lo defendería como un hijo del que sólo se ve que es mi hijo, y no si es bueno o malo para la sociedad y para todos.
El título de la entrada no pretendía cuando se puso ser tan apocalíptico como lo parece …. sólo indicaba que para mí los finales no son mi debilidad: no me gustan, y que hoy acababa el cuatrimestre de dos cursos.
Al final, el título ha resultado casi de «fin del mundo», pero no, no hay fines del mundo, sino nuevas situaciones, y nuevas oportunidades, la vida sigue, no igual, sino que sigue, y el que no la siga, se la pierde.