Brasil para los ojos de aquí

Cada país tiene su estereotipo, y normalmente se le conoce por él. España y la pandereta; Portugal y la tristeza del fado; los ingleses y el señor del bombín; en fin, cosas. Los estereotipos no siempre son iguales de un país a otro y respecto a un tercero. En España, Brasil se ve como mulatas, playas y carnaval, y poco más.

Y resulta que en Brasil la mulatas sólo son en algunos lugares. Te vas al sur y no hay, parecen alemanes o italianos, todos muy blanquitos. Te vas al nordeste o al norte y te encuentras más bien una mezcla de indios y blancos o de indios, blancos y negros, o bien estados como Maranhao o Bahía más bien oscuros que mulatos.

Y resulta que si, playas hay y maravillosas, no creo que eso sea un error, hay muchísimos kilómetros de maravillosas playas. He llegado a recorrer 900 kilómetros de playa sin casi tener que torcer más que en algún río que no aparecería en el mapa, pero era suficientemente grande. El resto, playa, y ¡qué playas! profundas de arena, largas, de una arena preciosa, fina, porque el mar es un mar, para eso es el Océano Atlántico.

Y resulta que carnaval hay, pero el que conocemos es un carnaval para guiris o casi, las escuelas de samba de Rio o de Sao Paulo o de Salvador, yo he visto las primeras y últimas en los sambódromos correspondientes, son ciertamente aburridas. Hay que ser forofo para aguantar las muchas horas de una «samba de enredo» … que está bien para bailar diez minutos -y uno acaba agotado-, pero no lo es para aguantar a cuatro o cinco escuelas de samba, con una duración de más de una hora cada una, y siempre con la misma samba, una y otra vez. Hay que ser muy forofo.

Muchos brasileños que conozco, se escapan del Carnaval oficial, y o hacen uno más del pueblo, más paralelo, más para-oficial, como los blocos de las favelas, por ejemplo, o bien se van de vacaciones y a un sitio donde no haya carnaval o no sea espectacular.

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Pues no, Brasil no es ese cocktail de playa, mulata y carnaval, sino mucho más. No sólo se pueden añadir algunas cosas folklóricas también, como la caipirinha o la capoeira o el bondinho de Río, sino otras que sorprenden al viajero y que son probablemente más brasileñas y menos de los estereotipos al uso.

Por ejemplo,
– la alegría, hasta en la pobreza.
Un pueblo que se muestra casi siempre educado, que al tiempo casi no fuma -no se ve a casi nadie fumar en la calle-;
– que vas a un cenar a algún sitio y casi no hay ruído, aunque el sitio sea inmenso;
– un pueblo amable, y donde la gente sabe lo que le preguntas, y te dice como hacer para conseguirlo -cosa que casi nunca ocurre en Madrid: que nadie sabe nada, aunque esté en la puerta de al lado-;
– que siempre te recibe bien -aunque si es cierto que a veces te hace esperar un rato-, que te saluda con una sonrisa, que te invita a un «cafetinho» -versión «oficial» del café, expresso y ya con azúcar-;
– que al poco de conocerlos o de visitarlos, ya abren la posibilidad de hacer las cosas «em parcería», es decir, en colaboración, o te hablan de que tienen una parcería con tales o con cuales, siempre cooperando o alardeando de su competencia cooperadora;
– que la gente cuando la miras no mira para otro lado, sino que te aguanta la mirada, y la mayoría de las veces, te sonríe -hay muchos tipos de sonrisas, adecuadas a cada situación-;
– donde la música casi siempre es en directo, en vivo, casi en cualquier sitio que te sientes a tomar una cerveza;
– por cierto, que las cervezas siempre estan «geladas», es decir, heladas, por debajo de los cero grados;
– que la gente parece que no tiene prisa, excepto cuando va en su coche, en cuyo caso, hay que darles de comer aparte, porque seguro que es una competición potencial;
– que trabajan de verdad, y muchas horas, y luego, algún día o más de uno a la semana, se van a tomar algo con los amigos, o celebran algo -los «parabems para vôcé» están continuamente en las gargantas de los comensales en cualquier establecimiento, sobre todo, por la tarde-noche-;
– y también tienen tiempo para dedicar bastante tiempo a hacer un grado o un máster;
– que han sido capaces de gobernarse con dos líderes impresionantes, uno, Lula, durante 8 años; y ahora Dilma;
– ….. y mucho más …. a fin de cuentas estoy hablando de memoria, según se me vienen los temas.

Total que Brasil es otra cosa, y nuestros ojos son pequeños para verlos. Igual que si fuera al revés y viéramos España desde Brasil ocurriría una simplificación similar … y no seríamos vistos más que por los estereotipos que los brasileños se han forjado de nosotros, tan poco objetivos y tan simplificados como nosotros hacemos con ellos.

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