Decía Rousseau y muy bien dicho, en mi opinión:

“La única costumbre que hay que enseñar a los niños es que no se sometan a ninguna”

Qué poco caso le hacemos al pobre Jean Jacques.

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No someterse a otro, no significa no dejarse convencer por los argumentos, la razón o el sentido del otro, sino que sea la jerarquía o la autoridad, por el mero hecho de serlo, lo que hace bajar la cabeza ….

Casi lo primero que digo a mis alumnos es que dejen de tomar apuntes, porque en el fondo es una forma de sometimiento y de jerarquización de la enseñanza. El alumno baja la cabeza para no mirar nunca de frente al profesor, sino sólo a su libreta y a los apuntes que va tomando. Mirar a los ojos es un aprendizaje de seres libres. Bajar la cabeza puede conllevar, y muchas veces, conlleva, segundas intenciones …. poca claridad en lo que hacemos, y sobre todo, sometimiento.

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Bajar la cabeza no significa necesariamente sometimiento, inclinarla someramente ante personas de reconocido prestigio social o humano es, en mi opinión, mãs que deseable. No como un protocolo nacido de la jerarquía, como en gran medida ocurre en la cultura japonesa, por poner un ejemplo, sino y de forma moderada, como respeto al que ha trabajado para ser un buen referente para las personas. De todas formas, no me parece imprescindible, y quedará a opción del interesado.

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