Empecé a estudiar en un colegio nacional, en el Concepción Arenal.
El monumento en el jardin de La Coruña, con el estanque lleno de peces, inaugurado en la II República, siempre me alegraba y me impresionaba. Se le reconoce como iniciadora de la reivindicación de la mujer en un plano de igualdad con el hombre. Y dijo aquella frase: «Odia el delito, pero no al delincuente» o «Abrid escuelas y se cerrarán cárceles» o «El amor vive más de lo que se da que de lo que se recibe» o …..
Era una de las grandes mujeres gallegas del XIX, junto a Rosalía de Castro y a Emilia Pardo Bazán.
Muchas veces me he visto reflejado en el estanque contiguo y delantero al monumento, muchas veces he sentido el palpitar de algo que había que recordar ….. muchas.
Las mujeres gallegas siempre fueron avanzadilla, también nuestros hombres, y sólo hay que pensar en Pablo Iglesias o Ricardo Mella por poner sólo dos ejemplos, nacidos a mediados del XIX.
Es bueno recordar lo que vale la pena …. sin añoranzas, sin nostalgias, pero con el respeto a los que lo intentaron haciendo verdadero aquello de que dar es mejor que recibir.
Porque precisamente ahí está el sentido del liderazgo social o del vivir en sociedad: dar es lo adecuado … y si has recibido, devuélvelo mejorado …. es una obligación moral y humana con los demás. No es para que te recuerden, sino porque no puedes, ni sabes, ni quieres hacer otra cosa o hacerla de otro modo.
Las mujeres, en cuanto madres, nos dan todo …. sin pedir nada a cambio. Son un ejemplo de educación y de vida. Son las que nos reproducen, nos cuidan y nos ayudan y se alegran porque nos desarrollemos. Me acuerdo de mi madre, una mujer maravillosa, una mujer en todos los sentidos, como mujer, como madre, como compañera, como ser humano.
Recuerdo muy bien como me trataba, como me cuidaba, como me quería, … fue una pena perderla tan pronto. Ayudaba a todos y eso que casi no teníamos nada, pero «parecíamos» ricos, porque nunca faltaba de nada para los que tenían algo menos; administraba con un gran cuidado; y sobre todo, sabía dar cariño, emocionarse …. como cuando yo le regalaba en su cumpleaños alguna chorrada de precio mínimo, pero de mucho valor, porque iba en ello todo mi cariño. Todo en ella era amor, con sus hijos, con su marido, con sus hermanas, con sus padres, con mis abuelos paternos, …. nunca le vi fuera de si, pero siempre estaba alegre, reía, contenta, y esas tortillas de patatas .. únicas, esos guisos de carne con spaguetti, esas sopas, esos cocidos, aquellos lacones -una vez al año-, aquellas orejas o filloas, ¡qué filloas! nunca las he comido mejores, …. aquellos besos cuando me iba a dormir …. está dentro de mí … igual que mi padre … eran una pareja extraordinaria: como hijo fuí, lo sé, un privilegiado.
La recuerdo arreglándose para salir …. peinándose, poniéndose las medias, retocándose …. siempre elegante: siempre pensé que era una mujer maravillosa, y ahora, si lo recuerdo, estoy seguro de que era mucho más, era mi madre.