Lo cierto es que todo el mundo estudiaba en Hacienda Pública -supongo que ahora ya no lo estudiarán- que el Estado hacía una redistribución de rentas, que era una de sus funciones. Y esto se estudiaba cuando en este país había un régimen dictatorial y coartador de libertades. A los que lo estudiábamos, nos gustaba, porque la juventud normalmente es idealista y le gustaría que el Estado se dedicase a reducir las desigualdades -bueno, tampoco sé si todos los jóvenes son idealistas, pero es lo mismo para lo que quiero decir-. Era bonito eso de redistribuir las rentas.

Unos años más tarde, como investigador, descubrí que por muchos impuestos progresivos (sic) directos que pusiese un país, resulta que no se mejoraba la distribución de la renta. Mi artículo de 1976 («Salarios») lo mostraba evidentemente. No, las rentas se atraían -parece ser- hacia los capitales y si eran más grandes, mejor. Pero este problema, que ya era serio y que demostraba que, aún queriendo el Estado redistribuir, no podía hacerlo, se ha complicado desde la dictadura del neoliberalismo, iniciada como sabemos en la práctica política por la famosa Thatcher y el no menos famoso actor secundario, Reagan, en los dos países anglosajones …. que era lo normal, porque a fin de cuentas John Stuart Mill y la escuela escocesa y muchos más habían forjado con sus pensamientos el liberalismo. Un liberalismo práctico, pero un liberalismo; el cual no estaba muy alejado ni del sistema capitalista en su conjunto, ni tampoco de la democracia formal que habían derivado esos modelos económicos.

Total que la Margaret y el Ronald se pusieron a jugar a neo-liberales y nos la jugaron bien, porque a partir de ahí los ricos y poderosos no sólo habían perdido la vergüenza de serlo y no redistribuir nada, sino que el Estado se fue difuminando, y los patrimonios, los grandes patrimonios se hicieron más y más grandes, al tiempo que en el lado contrario, la pobreza se iba implantando hasta como una forma de vida. Más ricos y más pobres. El neo-liberalismo nos la ha jugado. También a los llamados -¿es posible pensar que todavía lo son?- socialdemócratas. En España, el gobierno de Zapatero, socialdemócrata de apellido, eliminó el impuesto sobre el patrimonio ya hace unos años, y ahora quiere volver a implantarlo, aunque sí, pensando sólo en los «más ricos».

Es sin duda una decisión en gran medida demagógica, aunque convencerá a muchos votantes de lo «izquierdosos» que son los socialdemócratas que quedan por aquí o que siguen con la etiqueta, pero sólo es una decisión política porque no servirá para nada. Lo primero, porque los ricos … no son tontos, como los que compran en Media Markt. En segundo lugar, porque los patrimonios auténticos están en paraísos fiscales, los de los rentistas y demás; los otros estarán invertidos en productos que no están muy gravados. Tercero, porque va contracorriente, y eso quiere decir, que dado el estado de los gobiernos europeos, casi todos de derechas, es una medida que no les servirá para hacer carrera en el futuro ….. y ahora que Zapatero se lo había montado tan bien con el sistema, siguiendo plenamente sus consejos …. se le pueden estropear los planes personales. Pero es que además, eso es lo contrario de lo que el gobierno socialista ha hecho en estos últimos dos años. Cuarto, porque la recaudación será un fracaso ….. y así. No vale la pena extenderse …. sólo remarcar que el oportunismo, del que hablaba el otro día en uno de los posts de los últimos años …. sigue …. parece mentira que no se aprenda nunca. Están dando un espectáculo …. y lo peor es que nos va a caer la derechona con todas sus consecuencias, inevitablemente.

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