Resulta que nadie piensa que La Mezquita de Córdoba es una catedral, ni que está en manos de la iglesia católica o sus representantes, pero resulta que sí, que es así.

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Cuando llegas a una mezquita, te descalzas …. o mejor aún, te lavas y luego te descalzas, dejas tus zapatos en la puerta y entras sin nada o con unos calcetines.

Pues bien, si uno tiene el atrevimiento de descalzarse en La Mezquita -fíjense uds. y repito: en La Mezquita, porque es La Mezquita, no una mezquita cualquiera, sino La Mezquita- viene un guardia de seguridad y le dice que no se puede estar descalzo de ninguna forma. La verdad es que nunca me he descalzado en una catedral, pero supongo que si lo hiciera, nadie me llamaría la atención, pero en La Mezquita de Córdoba, esa maravilla universal, y esa maravilla que la iglesia católica y el catolicismo español han destrozado convirtiéndola en una pseudo-catedral, de un mal gusto impresionante, en esa mezquita, en La Mezquita, uno no puede estar descalzo porque le llaman la atención y le dicen que si no se calza, se va a la calle. Me dio mucha pena La Mezquita. Otras veces había visto todo como un gran descalabro del catolicismo y de la forma de practicarlo en esta lamentable patria, pero hoy me he sentido como expropiado por la intransigencia y la inquisición, en un mismo acto.

Para darnos cuenta de la dimensión de lo que digo, buscar Mezquita en google y os daréis cuenta que las referencias van básicamente a La Mezquita, es decir, la de Córdoba. Por tanto, es la Mezquita, pero no es una mezquita, sino una catedral católica del siglo XVI-XVII, algo que no tiene parangón. Y no se puede uno descalzar.

Ah, y todo eso de no poder descalzarse, me hizo pensar que le había regalado 16 euros a la iglesia católica …. que no discrimina para nadie, y todo el mundo ha de pagar, por ver su catedral de segunda.

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