Los trámites me agotan. Prefiero cualquier cosa, pero trámites no, y por desgracia, la vida está llena de trámites, siempre tenemos trámites pendientes. Suelo programarlos para determinados días, con objeto de que no alteren demasiado mis actividades más queridas y no me pongan de malhumor, pero aún así, esos días, que por desgracia son muchísimos más de los que me gustaría, me ponen de un humor de perros. Porque es que además, los trámites siempre se complican, y uno tiende a pensar que hay algo o alguien que tiene la mala idea de hacerlos todavía más complicados y que no vale con ir y arreglarlos, sino que a veces, vuelves a casa, has ido a muchos sitios y has arreglado bien pocas cosas de las que tenías pendientes.
Últimamente tengo que ir de trámites a bancos con excesiva asiduidad. Los bancos, ya en sí mismos, me ponen de malhumor, pero si son trámites y además, hay inconvenientes sucesivos, más. Pues ese es mi sino actual, tratar con los representantes de los usureros, que tienen que aplicar normas de la usura. Los bancos se quedan con tu dinero y luego no quieren devolverlo, siempre encuentran alguna razón para retenerlo, para no dártelo o para hasta «inventar» comisiones u otras formas para quedarse con él. Esa es la usura. Vivir del dinero ajeno, pero «robártelo», como si fuera suyo. No es que yo tenga dinero, pero el poco que tengo me gusta tenerlo disponible. Justo cuando lo necesitas, y es más que lo que puedes sacar con una tarjeta, me acerco al banco y siempre me miran como si fuera un delincuente si pido que me den una cantidad por la que «tienen que abrir la caja», porque odian devolverte el dinero, que tú, se supone, necesitas y es tuyo. Todas son sonrisas cuando vas a abrir una cuenta, todas son facilidades, te van a hacer tal y cual, pero luego no lo hacen, y tienes que andar detrás de ellos para que te den lo que han prometido. Lo dicho, se han hecho con tu dinero y les cuesta una enormidad soltarla. Se comprende porque tendrán objetivos y entre ellos será que tú no saques dinero, sino que se lo des, pero las sonrisas propias de un inicio de relaciones y de cuenta, no tienen nada que ver con los inconvenientes para sacar dinero. Ponen todo tipo de excusas y hasta te hacen firmar papeles extraños, como si fueras un enajenado y no entendieran porque necesitas «su» dinero. Porque realmente es su dinero, en toda la expresión de la palabra.
Los trámites en bancos son muy desagradables. Suele haber colas, hay que pedir la vez, las personas de la caja no suelen ser las que más contentas están en las entidades bancarias, hay controles para pasar a la oficina, en las que se dice eso de: «tiene que depositar los elementos metálicos en las consignas», rechazando tu paso. Siguen siendo como del oeste, pero ahora no tanto para que no las «atraquen» -asalten es la palabra, los barcos son los que atracan, a los bancos se les asalta-, aunque en realidad y para los usureros o sus representantes, los atracadores son todos los que van a «quitarles» el dinero que curiosamente no es suyo.
También hay que tener en cuenta otras cuestiones, como las palabras o los tonos de voz. Hay que tener algún amigo, para que te trate realmente bien. Yo tuve una directora de sucursal que siempre que me veía miraba para otro sitio. Era una mujer un poco autista que no quería hablar con nadie, y pienso que representaba bien este tipo de usurero bancario del que estoy hablando. Siempre estaba «embebida» en su ordenador, y cuando entrabas en su despacho, siempre se hacía la sorprendida, casi como si no te conociera. Pienso que no quería conocerte para establecer una distancia que le permitiera reducir la probabilidad de tener que dejar de cobrarte cosas y comisiones que no le interesaba, o la de que sacaras dinero o cualquier otra. Se parecía al tio Gilito, pero con ordenador. Llevaba más de veinte años en esa sucursal y al poco de cambiarla, decidí cambiar de aires. Lo cierto es que no me gustan los usureros, son en sí mismos no muy buena gente, demasiado representativos del sistema capitalista. Muchos bancarios superan esa tendencia «tal vez intrínseca» con una formación ad hoc que les permite al menos tratarte con una sonrisa y al final conseguir que dejes el dinero que ellos necesitan tener, pero tú al menos te vayas contento o menos enfadado, pero hay muchos que no tienen ni idea y te vas sin dinero y cabreado.
Los bancos, el sistema bancario, pero también los banqueros y los bancarios, nos han hundido en las más altas cotas de la miseria con sus operaciones de usura a gran escala. Nos han estropeado los próximos quince o veinte años, a todos los demás, que somos los que estamos pagando «sus beneficios» y la factura, que finalmente financian los estados nacionales, que a su vez y para no entrar en bancarrotas, tienen que recortar sueldos, prestaciones, sanidad, educación, y gastos sociales en general. Ni siquiera son conscientes de que son los principales responsables, como agentes del capitalismo financiero internacional. Tendríamos que empezar a verlos como son, como nuestros explotadores, y esos pequeños detalles, esas caras que nos ponen, cuando el dinero que hay ahí es nuestro, y ellos sus depositarios, debíamos exigir que no ocurriera, que nosotros somos los que estamos pagando sus aventuras financieras y su exceso de usura y de ambición, y aún encima nos tratan inadecuadamente. En fin, usureros, ¿pueden cambiar? probablemente solos no, tendremos que exigirles que cambien, que trabajen para nosotros y no para su «usura».