Darle vuelta a la tortilla: Los relojes de izquierda a derecha (3)

Siempre me ha parecido regresivo ver las manecillas del reloj girando de derecha a izquierda, esta claro quién ha podido poner en marcha un instrumento así, alguien de derechas, dado que desde la derecha es donde «empiezan las cosas». Hay que hacer que los relojes giren de izquierda a derecha, como en general hace la naturaleza, que va de izquierda a derecha (las galaxias mismas, la rotación de tierra, planetas, seguro que el sol y todos …..).

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O sea que es importante dar el sentido que hay que dar ….. Las cosas tienen su comienzo en una posición de cambio, de análisis que nos indigna, de transformación necesaria, y la necesidad sólo puede revolverse y hacerse real cuando se «descubre» con un pensamiento que primero busca el cambio y luego lo convierte en algo normal, en algo que vivimos todos los días. No hay nada predestinado o de siempre, o de toda la vida, no, las cosas sólo cambian cuando se abordan desde una posición de comprensión del aquí y ahora y se proyectan hacia un horizonte cierto. El reloj tiene que ir al revés. Tenemos que poner nuestros relojes para que funciones al revés ….. o mejor dicho, a lo que sería humano y natural, y no plenamente burgués y conservador. Las manecillas de izquierda a derecha, sabiendo que empezamos en el este y vamos hacia el oeste, por el norte, y continuamos una ruta en espiral inacabable por el sur nuevamente para reforzar nuestro este y otra vez a recomenzar el ciclo. Traducido: el este representa lo que supuestamente ya sabemos, pero siempre tenemos que reaprender (nunca es lo mismo, porque lo que sabemos es continuamente renovable). Del este vamos al norte, porque es la ruta de la profundización del conocimiento, y una vez remozado, intentamos un proyecto hacia la dirección del sol, hacia el oeste, una vez que lo tenemos más o menos refutado el proyecto, nos lanzamos al mundo de la acción del sur, de la organización, de la dirección, de los grupos de trabajo, para renovar así el cúmulo de conocimientos, experiencias y sensaciones que acumulamos provisionalmente en el este, y a volver a empezar.

Así lo abordaba en mi libro «MANIFIESTOS PARA LA INNOVACIÓN EDUCATIVA» (Introito):

Tercero, los relojes también pueden girar al revés y tiene más sentido.

No sé a quién se le ha ocurrido, supongo que a un relojero, que giren así. Es como si girasen como una bonanza, como un anticiclón –no entiendo mucho de esto, pero al menos es así en el hemisferio norte y como esas cosas las hemos puesto en marcha en nuestro hemisferio, creo que pueden interpretarse desde ahí-.

El sentido del cambio del giro es contrario a las agujas del reloj. Las borrascas giran en sentido contrario, no podemos ir contra el tiempo, porque cuando lo hacemos, como en los viajes en avión y “vamos contra el sol”, sufrimos de jet-lag y cuando vamos a favor del sol, no ocurre. Es incorrecto ir contra natura y además es ineficiente. O sea que el reloj a funcionar al revés. Es más hoy en día otro reloj que tenemos estropeado es el de los mayores que quieren ser jóvenes, y los jóvenes no quieren ser mayores, cuando lo que parece más natural es que los jóvenes quieran madurar, precisamente para hacerse mayores, y los viejos constituyan los consejos de ancianos, que son respetados en más de una “buena” cultura, alguna de ellas vigente.

O sea que nuestro reloj va al revés. Deseamos ser jóvenes cuando somos mayores, vivimos con nostalgia nuestro pasado, que parece que fue mejor, envidiamos a nuestros jóvenes, y ellos no quieren crecer. ¿Estamos locos?.

Esta claro que este no es el sentido del reloj y del tiempo. Hay que saber vivir cada tiempo, disfrutar de ese tiempo, y si es así, la añoranza no cabe, ni tampoco la nostalgia. Vivir cada momento, como lo que es, como irrepetible. Es una suerte llegar a la universidad, es un gran privilegio, así debía ser concebido socialmente, y no como un derecho. Y esa suerte muchos no la descubren hasta diez años después. Es una pena que así sea.

En igual forma, para los profesores es un privilegio poder compartir conocimientos y experiencias con personas formadas, hechas a si mismas, conocedoras de otras ramas complementarias del saber; es un privilegio compartir mesa, tiempo o proyectos con personas apasionadas por lo que hacen, y que siempre tienen algo que contar.

En realidad, vivir es un privilegio. Si nos sentimos así, el tiempo girará de otra forma. E intentaremos vivir el presente de forma intensa, y proyectarnos continuamente desde ese presente hacia un futuro buscado, ilusionante.

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