Muchas cosas son las que necesitan un «patas arriba», y darle la vuelta a la tortilla, aunque sin duda no es tan fácil porque todo poder se convierte en interesado y se defiende «como gato panza arriba» -antes las patas, ahora la panza-. La reforma no siempre es posible, y el carácter de los españolitos no se caracteriza precisamente por la paciencia y la constancia, lo quieren patas arriba ya, todo ya. Pues bien, hay que poner muchas cosas patas arriba, coincido en el diagnóstico, pero hay que saber hacerlo: hacerlo por la vía directa …. que es muy clásico del espíritu de «al pan, pan y al vino, vino», no llega a ningún sitio. La línea recta nunca -repito, nunca- es la mejor ruta para llegar antes. Hay que saber hacer, y sobre todo, dotarse de método, de saber hacer y dotarse de algo de paciencia: «lo que no pué ser, no pué ser, y ademá é imposible», decía el famoso Guerra, el torero. No hagamos imposibles las cosas poniéndolo todo «patas arriba». Aprendamos, queramos seguir aprendiendo, escuchemos, sigamos escuchando, analicemos, intercambiemos experiencias y conocimientos, fortalezcamos nuestras relaciones, nuestras redes, nuestros grupos, no para atacar, sino para tener razones y convencimiento de que tenemos que «dar la vuelta a la tortilla» y lo más pronto posible, pero no para mañana.

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Un comentario en «Patas arriba»

  1. El «patas arriba» es un correlato del «manos arriba» en que últimamente nos quieren poner y a veces consiguen ponernos los del capital. No me gusta demasiado eso de utilizar la «indignación» para manifestarse; más bien habría que utilizarla para redoblar nuestra energía en buscar alternativas humanas, ecológicamente positivas y viables para todos o para una grandísima mayoría.

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