Leo:

«El antiguo pensamiento chino reconocía que el caos y el orden están relacionados. En la mitología china, el dragón representa el principio del orden, yang, que emerge del caos. En algunos relatos chinos de la creación, un rayo de luz pura, yin, emerge del caos y construye el cielo. Yin y yang, los principios femenino y masculino, actúan para crear el universo. Pero incluso después de emerger del caos, el yin y el yang aún conservan las características de aquél. Un exceso de uno u otro lleva de nuevo al caos»

Sardar y Abrams nos introducen en el «Caos para todos».

Interesante que «rompamos» con los «equilibrios» forzados del mundo occidental. Hemos inventado hasta ciencias para «lograr el equilibrio», bien sea económico, bien social, bien personal o psicológico …. siempre buscando un equilibrio que casi nunca existe, porque lo que se impone es la realidad de un caos, una realidad que no se repite -nada de círculos-, ni que se compone de tres instancias -tesis, antítesis y síntesis-, ni nada de triángulos …. sino que se mueve con el caos del universo y de la vida. La complejidad nos lleva a una vida que se autoconstruye constantemente, pero que no busca ni encuentra necesariamente el equilibrio, sino que los equilibrios, como la felicidad, son momentos raros y coyunturales.

Parece que necesitamos de que las cosas «vuelvan al equilibrio», ideología más que conservadora por la que se hace implícito que alguna vez hubo equilibrio, y al que se añaden unas gotas de nostalgia «vuelva a» y parece hasta que es una necesidad de todos nosotros. Mal que nos pese, las cosas no son así, y toda teoría del equilibrio es sencillamente un cuento para tranquilizarnos, para utilizarnos, para manipularnos, es una manipulación en sí misma.

Otras culturas, más abiertas, lo han comprendido desde hace mucho, desde que son unas culturas centrales, pero no imperialistas. Los chinos o los hindúes, tal vez gracias a haber llegado y conservado mejor su relación con la naturaleza por haber sido los primeros agricultores, lo han tenido desde hace siglos en su cultura: las cosas no nacen de un dios que las ha hecho, ni de un big bang que parece un momento excelso de equilibrio del cual todo parte, sino que todo se forja a partir del caos, y sigue contemplando en la vida ese desequilibrio caótico que al revés de darnos miedo, nos incita a vivir.

El miedo al caos nos lleva a la burocracia, a la alexithimia, a la jerarquía autoritaria, a las sociedades cerradas, a las xenofobias, a las discriminaciones, a los manicomios, a las cárceles, a la represión. La aceptación del caos, que es lo que vivimos, nos incita a vivir, a convivir, a buscar continuamente, a no dar por sentado que hemos llegado a sitio alguno, sino que vamos, a seguir, a perseguir, a investigar, a conocer, a aprender.

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