Las preocupaciones acaban bloqueándonos … No es que no hagamos o intentemos hacer las cosas, pero es que las hacemos con miedo, bloqueados, el stress o el miedo nos bloquea.
Esto es lo que inicialmente vemos en los partidos de futbol cuando las cosas no están nada claras y dependen de «un acierto» o de «un desacierto». Y al principio, como pasó ayer con el Barça-Arsenal los dos equipos están muy posicionados, muy tácticos y «un poco reticentes» a arriesgar. Casi siempre pasa lo mismo. Nadie se atreve a atacar de verdad.
En toda la primera parte, el Barça debió llegar a puerta dos o tres veces, quiero decir disparar y el Arsenal algún corner sin más. Todo muy táctico y muy controlado, y poco vistoso, mucho juego de medio campo, con tensión, es decir, siempre pensando que «no me puedo equivocar», y poco más …. para los que gustan de tácticas y son aspirantes a entrenadores, les da tranquilidad y se suele decir, es un buen partido. Para los que nos gusta el futbol … el miedo, los nervios y el bloqueo no son más que fuente de tensiones en tu casa mirando la tele. Te preguntas por qué no se juega de una vez y se deja de «tontear» con el balón. Pero no es posible, tal vez, otra cosa, o pocas veces es posible. Si el partido hubiera venido con ventaja del Barça o del Arsenal las cosas hubieran sido distintas. Si la ventaja fuera poco menos que insalvable, los dos se hubieran liberado de sus bloqueos y el futbol hubiera sido más atractivo para todos e igual veíamos un gran partido.
Pero hete aquí que el Barça marca casi en el último minuto del primer tiempo y en la segunda jugada de peligro de toda la primera parte. Un golazo, pero eso no importa para este análisis. Lo que importa es que la segunda parte fue diferente en sus primeros minutos, y más movida, más interesante y con una posición que aumentaba la necesidad de marcar por parte de los dos equipos. Fue bueno para la intensidad del partido que el defensa del Barça hiciera el empate, de esa forma pudimos ver a un equipo que podía más, pero que estaba condescendiendo y entonces apareció el futbol, aunque también es cierto que el árbitro en una decisión más que lamentable -no se puede estropear así un partido de buen futbol- expulsó a uno del Arsenal e hizo que su esquema se viniera abajo. Al final, la necesidad del empate, liberó a los jugadores y empezaron de verdad a jugar al futbol, fueron unos minutos interesantes, aunque cuando tuvieron suficiente, se volvieron a «encoger» y a «contemporizar» con el resultado y aún el Arsenal estuvo a punto de ganar la eliminatoria, precisamente por los nervios y la «falta de necesidad» o el conservadurismo, como queramos llamarle.
En mis escritos sobre Innovación hablo mucho de la importancia de la necesidad, de sentirse en necesidad para tener la energía que nos lleve a buscar el cambio y la innovación. Lo contrario a la necesidad es la abundancia, que genera conservadurismo -lo sabemos, los ricos son plena y totalmente conservadores o dejan de ser ricos-. Hay unos puntos en que la necesidad funciona y otros en que no. La necesidad tiene que ser suficiente, aunque no extrema. Y esto quiere decir que cuando tenemos muy cerca la tranquilidad y el beneficio y podemos alterar los resultados con poco, la necesidad no actúa como acicate; tiene que haber un mayor «nivel» de necesidad. Ahora bien, si la necesidad es extrema …. nos anula y no hacemos nada o hacemos cosas que harán que las cosas nos vayan peor. Por otra parte, la necesidad extrema en términos humanos es cuando uno está hasta muy mal nutrido y no tiene ni energía física para energizar su propio espíritu y su cuerpo. Por tanto, hay unos niveles adecuados de necesidad, que van desde la extrema, pero menos hasta la pequeña con probabilidades de cambio.
A mí me parece que el ejemplo de ayer del partido de futbol complementa adecuadamente mis tesis.