“Yo soy libre solamente en la medida en que reconozco la humanidad y respeto la libertad de todos los hombres que me rodean.” Bakunin
En otras palabras, soy libre si existe en mí “el otro”. No sé muy bien por qué, pero me he acordado de los sones de Guillén, me he ido a por ellos, y he re-encontrado éste que me gusta especialmente:
“Cuando yo vine a este mundo,
nadie me estaba esperando; ´
así mi dolor profundo
se me alivia caminando,
pues cuando vine a este mundo,
te digo,
nadie me estaba esperando.
Miro a los hombres nacer,
miro a los hombres pasar;
hay que andar,
hay que mirar para ver,
hay que andar.
Otros lloran, yo me río,
porque la risa es salud;
lanza de mi poderío,
coraza de mi virtud.
Otros lloran, yo me río,
porque la risa es salud.
Camino sobre mis pies,
sin muletas ni bastón,
y mi voz entera
es la voz entera del sol.
Camino sobre mis pies,
sin muletas ni bastón.
Con el alma en carne viva,
abajo, sueño y trabajo;
ya estará el de abajo arriba,
cuando el de arriba esté abajo.
Con el alma en carne viva,
abajo, sueño y trabajo.
Hay gentes que no me quieren,
porque muy humilde soy;
ya verán como se mueren,
y que hasta a su entierro voy,
con eso y que no me quieren,
porque muy humilde soy.
Miro a los hombres nacer,
miro a los hombres pasar;
hay que andar,
hay que vivir para ver,
hay que andar.
Cuando yo vine a este mundo,
te digo,
nadie me estaba esperando;
así mi dolor profundo,
se me alivia caminando,
te digo,
pues cuando vine a este mundo,
te digo,
nadie me estaba esperando.
¿A que es maravilloso? Bueno, a mi me emociona, como también sentir que empiezo a reconocer la humanidad y a respetar la libertad de los que me rodean. Supongo que es una cuestión de años.