Adrián Piera nos daba Historia de Doctrinas Económicas en quinto curso de economía general. Era maravilloso asistir a sus clases de las nueve de la mañana. Era un personaje ilustrado, suscitador, motivador, ….. recorre-mundos, …. nos enseñó una forma distinta de aprender …. leernos previamente los textos recomendados, hablar sobre ellos, debatir y preguntar ….. eran unas clases que fueron únicas en mi licenciatura.

Era un profesor de estilo más bien antiguo, y sin embargo, resultaba rompedor. Se pasaba las clases paseando … con un libro en la mano o varios, y leyendo o comentando cuestiones, interrelacionándolas entre sí, ofreciendo fórmulas que seguro que se le habían ocurrido así, sobre la marcha. Era cautivador. Era un hombre ya muy experimentado, que había estado en varias embajadas, en la parte comercial, que creo que era Técnico Comercial del Estado ….. pero de los auténticos. Muy entrañable, cercano, erudito en muchos temas, generalista y a la vez filósofo, único. No creo que nunca faltase a clase, a pesar de que era en «mi Económicas» de quinto -la actual Geografía e Historia- y tenía que levantarme temprano, pero me gustaba su forma «inglesa» de hablar, pausadamente, razonando, comprendiendo, entendiendo, permitiendo la intervención del alumno …… Era un gran ejemplo de profesor. Todos lo echamos de menos ….. cuando nos enteramos, años después, que no continuaba. No era funcionario en la docencia, y en un momento determinado no se presentó a una oposición …. o le hicieron un puenteo típico … lo cierto es que no me acuerdo o no quiero acordarme. Era un gran hombre.

Ibamos quince o veinte a clases. Tampoco éramos muchos más. Sin embargo, había un sector de «radicales» de palabra que no les gustaba, los rojistas …. que empezaron por aquellos años a dominar la escena de económicas. Eran chicos que habían estudiado en buenas escuelas de pago, hijos de familias bien y que nunca entendí porqué no lo aguantaban, tal vez porque sabía mucho más que ellos. Recuerdo sobre todo a Solchaga, el que luego fue ministro de economía con González, llevándole la contraria, no una vez, sino varias. Piera con su delicadeza de palabra y tono …. y Solchaga con aquella voz horrible que casi corrompía donde rebotaba.

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Un comentario en «Mis experiencias (3)»

  1. Piera era un hombre singular, también para esa época. Un generalista de mucho recorrido. Tuve otros profesores extraordinariamente ilustrados, pero nunca con la placidez, la calidez y las formas de Piera. Le gustaba lo que hacía, se le notaba. Pero como me enseñó, citando al famoso inglés, de cuyo nombre no me acuerdo: «lucharía por permitirme decir lo que quiero, aunque fuese en su contra». Era un gran ejemplo, de esos que no hacen «carrera» universitaria, porque no entienden los mecanismos o no les importan, no porque se sientan por encima de ellos, sino porque viven un mundo diferente y menos burocratizado.

    Su ayudante, sin embargo, era lo contrario en todos los sentidos. Y temíamos que Piera estuviera resfriado, porque entonces aparecía aquel tipo lamentable y afectado de cuyo nombre no quiero acordarme, pero que sí llegó a catedrático y echó a Adrián. Sigue siendo igual de tontito que era cuando empezó …. un señoritingo.

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