«Hasta la coronilla es, en realidad, una saga de los Capeto que actúan a este lado de los Pirineos, en comisión de servicio, desde el año de gracia de 1700, cuando la Casa de Austria fue relevada en el trono de España por la de los Borbones. Así, ante nosotros desfilarán, en riguroso orden cronológico, el ciclotímico Felipe V, que se enriqueció con el tráfico de esclavos y masacró al pueblo catalán; el manso Luis I, a quien Luisa Isabel, la reina consorte, engañaba con hombres y mujeres los días pares y los días nones; el genocida Fernando VI, que, alentado por la jerarquía de la Iglesia católica, intentó exterminar al pueblo gitano, hombres, mujeres y niños; el meapilas Carlos III, que estuvo a punto de destruir las obras de arte en las que aparecían personas desnudas, pintadas o esculpidas; el cornudo Carlos IV, casado con María Luisa de Parma, embarazada en veinticinco ocasiones, aunque ninguna del Rey; el indeseable y deforme Fernando VII, que, carente de escrúpulos, traicionó a sus padres y a su pueblo, regando el suelo de las Españas con sangre obrera y campesina; la regente María Cristina, viuda del anterior y mujer corrupta donde las hubiera, que se enriqueció gracias a la información privilegiada y al tráfico de esclavos; la inculta Isabel II, casada con su primo homosexual Francisco de Asís, que compensó la falta de vida conyugal acostándose con docenas de personajes de la Corte; el niñato Alfonso XII, que si no tuvo más amantes fue porque murió joven, víctima de la tuberculosis; el delincuente Alfonso XIII, que resumió en su persona lo peor de cada uno de sus antepasados; el pretendiente Juan, que, obsesionado con la idea de recuperar la Corona, no dudó en cambiar de chaqueta en sus relaciones con Franco; y, por fin, Juan Carlos I, el verdadero eje de este libro»

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Iñaki Errazkin lo escribió en «Hasta la coronilla. Autopsia de los Borbones».

Tengo mis buenas nociones de historia, aunque no muy detallada, pero cuando veo cualificar tan rotundamente a toda una saga borbónica me quedo alucinado, y los datos e interpretaciones a las que yo había llegado, tienen un gran parecido y casi ninguna contradicción con lo que nos dice Errazkin.

La monarquía es una institución vieja, nacida del expolio y de la explotación directa y de las guerras y las luchas encarnizadas hasta lograr la posición endiosada de los monarcas. Los monarcas están siempre fuera de la ley, es decir, por encima de la ley, aún cuando ellos digan que la ley la tienen que cumplir los otros, todos, pero ellos no. Y eso no lo soporto. Sinceramente, me parece insoportable que pueda existir un conjunto de gente superprivilegiada que siguen siendo dioses … y diferenciados del común de los mortales. No me gustan las monarquías por razón y por sentido. Entiendo que la propaganda haga posible que los reyes sean aceptables por la población, pero no entiendo ese privilegio que se transmite de unos a otros y para siempre. Y que además, es un malísimo ejemplo, para otros que aspiran a lo mismo y lo hacen. No es aceptable y va en contra de cualquier forma de democracia … digan lo que digan. Claro que la democracia que vivimos es muy descafeinada, pero se dice democracia y en ella supuestamente la igualdad de oportunidad es prácticamente un principio moral …. que tampoco se cumple con los reyes.

Mi experiencia con la casa real española tampoco es poco afortunada … aunque prefiero no relatarla, porque involucraría a personas que no están en el ámbito de la corte real española.

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