«Gran parte de las dificultades por las que atraviesa el mundo se deben a que los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes llenos de dudas» Bertrand Russell.
Lo cual -pienso- es inevitable, en sí mismo. El conocimiento induce a dudas, a no haber llegado, a saber, pero pensar que todavía no se sabe, a dudar ante cual ha de ser el camino a elegir, a parecer, tal vez hasta más débiles, a la hora de tomar por un camino, porque en el fondo todo tiene sus ventajas e inconvenientes, y es difícil graduar la balanza, y aún más, pensar no sólo es entrar en dudas, sino que genera una relativa seguridad en el pensamiento, pero mucho menor en la acción.
Es cierto que hay pocos hombres de acción que sepan pensar en profundidad. También es cierto que pocos hombres de pensamiento se atreven a dar el paso para liderar situaciones complejas, como son la vida misma. Les agobia todo lo que rodea a la acción.
Sin embargo, la línea estratégica sería encontrar hombres de acción que piensen -en paralelo- y la mejor forma de hacerlo es dejar de ver el liderazgo como algo de uno o de una pareja, sino de un grupo. No de un comité o de una comisión, o de un equipo, sino de un grupo.
En un grupo se combina fácilmente acción-investigación-pensamiento-innovación, en un grupo de trabajo la acción es anterior y contemporánea del pensamiento, de la investigación, del conocimiento, y ese binomio descubre la mejora continua, la innovación permanente.
El grupo es realmente la solución, pero para ello hay que saber trabajar en grupo, saber cooperar, y normalmente, los líderes políticos o de otro tipo, sea empresarial o social, no saben y no quieren cooperar, y tampoco quieren formarse en ello.
El liderazgo necesario en nuestro tiempo es complejo, no puede ser asumido por un señor o señora por muy listos que sean. Continuamente tienen que estar perdidos en posiciones de off-side, porque no comprenden, no reaccionan, no saben, no hacen, …. porque un individuo es en sí mismo un ciclo de vida, y no es posible que pueda soportar todas las tensiones desde todos los puntos ….. y no las resuelve con un buen equipo por detrás en la mayoría de las veces, porque el equipo depende mucho del líder, y este del equipo … y los estados de ánimo se comparten: si uno tira para abajo, los otros también y si tiran para arriba, exageran …. porque en el fondo la relación entre el lider y el equipo es de emparejamiento y eso viene a significar momentos de amor e idealización, combinados con momentos de odio y denigración, y muchos saltos, de una posición a otra, es decir, un movimiento que llamamos ciclotímico.
Eso no es bueno para la eficacia del trabajo y para una buena toma de decisiones, que se resienten continuamente. Y entonces, pensamos que hay que renovar al líder y a su equipo, pero para que haya elecciones igual precisamos de muchos meses de preparación, y mientras las cosas empeoran, y cuando llega el siguiente, le ocurre algo parecido. Tiene una etapa de lucidez, de pensamiento aplicado, pero poco a poco vuelve a la dinámica propia de liderazgo-equipo, lo lógica de la dependencia, la lógica del grupo de dependencia, donde el dogma o la idea central juegan un papel tan importante para dar solidez al equipo.
Mi conclusión provisional es que la frase de Russell es muy acertada, y lo seguirá siendo en la medida en que se siga funcionando bajo pautas de liderazgo individual y sistemas políticos jerarquizados, tipo partidos que, cuando se convierten en gobierno se forjan como un líder en su columna con un equipo que le sigue. Ese emparejamiento líder-equipo constituye un grupo de supuesto básico, el dependencia, normalmente existe una vinculación derivada de la ideología que subyace a lo que se quiere hacer, y esa ideología «trabaja» mejor si es más fuerte, más segura, más dogmática, y adopta prácticamente las formas de iglesia. Por otro lado, y como alternativa, está algo que todavía no hemos probado en el gobierno, los grupos, los grupos de trabajo. Esto permitiría una mayor intercambiabilidad y flexibilidad, unas fáciles maniobras, cuando hay que conducir con riesgo, y un buen ejemplo para la comunidad que se lidera. El liderazgo grupal no es una pareja o un triunvirato, sino una manera de tener varios líderes en uno solo, y por tanto, diferentes respuestas a cada situación concreta, dadas por el grupo en cualquiera de sus manifestaciones.
Nuestro modelo es en lo esencial contradictorio, muy contradictorio, y estamos esperando que «surja» un gran líder que nos lleve, pero como dice implícitamente Russell, esas cosas sólo ocurren excepcionalmente, y una vez a lo largo de varias generaciones. Y hasta añadiría: duran poco tiempo, porque el mismo líder es a lo mejor bueno para unas cosas, pero no para otras. Pensemos por ejemplo de Winston Churchill, bueno para la guerra y fracasado en la reconstrucción y en la paz. Además, los líderes cumplen años en el poder, y cambian, cambian mucho más de lo que sería conveniente, y el primer líder tiene poco ver con el líder de dos años más tarde.
Precisamos de la incorporación de una cultura grupal en todos los ámbitos de la toma de decisiones y el gobierno, sea público o privado. Tal vez de esa forma las cosas podrían gobernarse más eficazmente y sobre todo, más humanamente.
Y si no caminamos a medio plazo en esa dirección, será más cierta aquella otra frase del mismo Russell que dice que: «La historia del mundo es la suma de aquello que hubiera sido evitable»
O …. : «La conclusión es que sabemos muy poco y sin embargo es asombroso lo mucho que conocemos. Y más asombroso todavía que un conocimiento tan pequeño pueda dar tanto poder»
Y añadía: «Los científicos se esfuerzan por hacer posible lo imposible. Los políticos por hacer lo posible imposible»
«Lo más difícil de aprender en la vida es qué puente hay que cruzar y qué puente hay que quemar» Lo que parece fácil, es muy complejo, y tenemos que aprender a gestionar en la duda, en la incertidumbre.