«Esta nuestra isla, en casi todos estos últimos veinte años, ha soportado el peso de consejeros y personas cuyos principios y propósitos pretendían corromper nuestras costumbres, cegar nuestro entendimiento, esquilmar nuestra riqueza, acabar destruyendo nuestra constitución ya fuera de la Iglesia como del Estado, hasta llevarnos al borde de la ruina»

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Parece escrito para también para nosotros. Lo escribió Jonathan Swift a mediados del XVIII. No puede extrañar que escribiese también esos novelas de enanos y de gigantes, de gulliveres. Tampoco extraña que todavía siga habiendo personas así, y tal vez muchas más, «que corrompen las costumbres», con malos ejemplos, «que ciegan nuestro entendimiento», aturdiéndolo con publicidades y misivas envenenadas de intereses egoistas, «que esquilman nuestra riqueza», poniéndola a disposición de especuladores, banqueros y demás ralea, y que por supuesto «destruyen nuestra constitución» y algunos de los principios básicos en los que está construída, en tanto se fijan en aspectos que les dan nuevas ventajas, posiciones, intereses y corrupciones ….. que facilitarán que se mantengan en posiciones de poder, sean gobierno u oposiciones.

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4 comentarios en «Los que corrompen»

  1. Lo peor de las conductas inmorales o amorales es que partan de personas supuestamente cualificadas y que se hacen llamar «personalidades» para distinguirse de los mortales. Y es peor porque supone unos ejemplos lamentables … ejemplos que se reproducen como todo lo que se ve …. Si los inmorales escribieran y ese fuese su ejemplo, es más que probable que no constituyese una buena pauta para ser reproducidos, pero lo que hacen lo hacen, es decir, el ejemplo es vivido, y por tanto, «da pie» a seguirlo, porque ha sido hecho.

  2. Si, «cegar el entendimiento» es uno de los grandes objetivos ocultos en el comportamiento del poder y del sistema económico. Sólo interesa que una minoría esté preparada, pero siempre que lo sea de forma especializada, y sin tener una visión de conjunto. Los otros, la mayoría, con tan de saber leer y escribir y las cuatro reglas -bueno, tal vez dividir es muy avanzado- les llega. Una de las grandes contradicciones del sistema actual es que prepara mucho mejor a la gente de lo que necesita, por eso no le valen los que vienen muy preparados, excepto si son amigos de los jefes o sus parientes cercanos o inmediatos. Prepara mucha gente, la gente se entusiasma, encuentra placer en aprender, y aprende, y entonces, piensa, piensa por su cuenta, y eso no es lo más oportuno, es mejor que sea un buen especialista y que podamos asignarle una tarea dentro de un conjunto y si puede ser que no vislumbre lo que está ocurriendo, sino sólo esté al tanto de lo que él tiene que hacer y lo haga bien. Ya otros combinarán sus esfuerzos. Esa es la razón principal por la que la llamada inadecuadamente organización científica del trabajo o conocida como fordismo no ha sido superada en las organizaciones jerarquizadas y en las grandes corporaciones. Se prefiere que la gente tenga dividido el trabajo a que le hagan frente de forma compleja y realmente motivados, sabiendo lo que hacen. Una gran paradoja, que como toda contradicción, no tiene una salida muy airosa.

  3. Y ya lo creo que no sólo directamente los corruptos, los corruptores, «esquilman nuestra riqueza», sino también la de la naturaleza y nuestros equilibrios con ella. Un ejemplo evidente son los temas del cambio climático y cómo se eluden una y otra vez las responsabilidades de los que detentan el poder para hacer frente al tema, que ahora ya se piensa que no tiene remedio, y que lo que hay que hacer es negocios en torno a la realidad del mismo cambio climático, por lo que en vez de combatirlo, lo aceptamos y nos seguimos «esquilmando las riquezas» sean humanas o naturales.

  4. Por tanto, corrupción de costumbres y malos ejemplos y enseñanzas, en primer término; «cegar el conocimiento y el entendimiento», sobre todo el entendimiento, en segundo término; y finalmente, dejarnos «tan en pelotas» como deja McCormac a sus personajes en «La carretera».

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