«La vida de cada hombre es un camino hacia sí mismo, el intento de un camino, el esbozo de un sendero. Ningún hombre ha llegado a ser él mismo por completo; sin embargo, cada cual aspira a llegar, los unos a ciegas, los otros con más luz, cada cual como puede.

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Todos llevan consigo hasta el fin, los restos de su nacimiento, viscosidades y cáscaras de un mundo primario. Unos no llegan nunca a ser hombres; se quedan en rana, lagartija u hormiga. Otros son mitad hombre y mitad pez. Pero todos son una proyección de la naturaleza hacia el hombre. Todos tenemos en común nuestros orígenes, nuestras madres; todos procedemos del mismo abismo; pero cada uno tiende a su propia meta, como un intento y una proyección desde las profundidades. Podemos entendernos los unos a los otros; pero interpretar es algo que sólo puede hacer cada uno consigo mismo»

Demian, Hermann Hesse

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¡Qué interesante volver a los libros antiguos! ¡Ahí es donde reside nuestro patrimonio, lo que sabemos! Y a partir de ahí …. podemos encontrar nuevas verdades ….. o al menos intentarlo.

Y la ruta es clara, la vida es un camino hacia uno mismo, hacia el «conócete a tí mismo» de los griegos. Pero puede ser clara y sin embargo, ser difícil o imposible de alcanzar.

Es cierto lo que afirma Hesse, nadie llega realmente a conocerse, pero todo los induce a intentarlo una y otra vez, aún quedando a mucha distancia de ese horizonte que siempre se nos escapa, pero que nos permite a partir de nuestra propia experiencia, práctica y conocimiento, avanzar en el conocimiento del otro, de los demás, y de las cosas que nos rodean.

Según avanzan los años, la experiencia, si ha sido algo más que experiencia y vivencia, si se ha analizada, si se ha interiorizada, si se ha intentado comprenderla, es una estructura que permanentemente va cambiando de forma, un sistema de transformaciones, como dice Piaget, un sistema muy autorregulado, pero al tiempo no tanto sistémico como estructural, es decir, no encontramos feed backs y nos contentamos, sino que circulamos por una espiral que poco a poco se abre, y se proyecta desde nosotros hacia los demás.

No se trata, por tanto, de una realimentación, sino de un proceso complejo, donde la totalidad interdependiente que somos, la complejidad que interrelaciona y nos interrelaciona con nosotros mismos, con los otros y con el mundo, se transforma e intenta aprender de procesos no-lineales, donde el uno ha de combinarse con el otro y con los otros, y donde el caos adquiere muchas formas complejas, hacia la búsqueda de salidas parciales al gran laberinto.

Un gran laberinto en cierto modo prometéico, donde buscamos y buscamos y lo institucionalizado pretende absorbernos y dejarnos sin identidad y sin libertad, y nosotros, a pesar del miedo que sentimos según avanzamos y comprendemos, seguimos y seguimos y seguimos, porque sabemos muy en el fondo de nosotros mismos, que tenemos que continuar.

No es un egoismo que nos conozcamos, sino que nos antepongamos al otro. Más bien conocerse a uno mismo es empezar a conocer al otro, y por tanto, a respetarlo, a sentirlo, a cooperar y trabajar con él. Por eso es tan importante dar un salto paradigmático y en paralelo comprender al grupo, comprender a los otros, en su mayor complejidad, en los grupos pequeños, en los grupos sofisticados de trabajo, porque a través de ellos, podemos profundizar si cabe mucho más en nosotros mismos, y percibir lo importante que es sentir al otro como próximo y como compañero.

Y ese es el gran descubrimiento del grupo, de cómo nos puede ayudar no sólo a conocernos más profundamente, sino a reconocer en los demás lo que nosotros somos y queremos, y a poder compartir y cooperar con el otro, con los otros. Es un paso de gigante.

Es cierto que la libertad individual es importante, pero cuando descubrimos lo que significa el grupo -que no el equipo, ni tampoco, la tribu o la pandilla o la masa, sino el grupo- a través de la experiencia compartida, empezamos a pensar de otra manera, siendo más libres y al tiempo, más iguales y fraternales, como dirían los principios de la Revolución Francesa. El grupo es el principio del salto, del salto de paradigma, también para el «conócete a ti mismo».

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5 comentarios en «Conócete ….»

  1. Encuentro en la red este introito al «Conócete a ti mismo»:

    «Tales de Mileto, considerado el primer filósofo conocido de todos los tiempos, escribió hace 2.600 años «la cosa más difícil del mundo es conocernos a nosotros mismos y la más fácil, es hablar mal de los demás». En el templo de Delfos podía leerse aquella famosa inscripción socrática «gnosei seauton»: conócete a ti mismo, que evocaba una idea similar.

    Conocerse bien a uno mismo, representa el primer y más importante paso que podemos dar para lograr ser artífices de nuestra propia vida. Quizás por eso se ha planteado como un gran reto para el hombre a lo largo de los siglos. Según esto, preguntarse con cierta frecuencia «¿cómo soy en realidad?» puede ser un ejercicio revelador y, además, altamente efectivo.

    Si estamos ciegos ante nuestros propios defectos…¿Cómo podemos mejorar? Si no descubrimos nuestros propios talentos, nuestras virtudes y clarificamos nuestros valores… ¿Cómo podemos avanzar en la vida? ¿Cómo vamos a lograr mejores resultados? ¿Cómo vamos a aportar al mundo algo verdaderamente valioso? La única manera es conocernos. Procurar conocer cuáles son nuestros defectos dominantes, procurar atrapar esa pasión desordenada -que sobresale entre las demás- para avanzar con mayor efectividad en nuestra vida… «

  2. ¿Como es que somos ciegos ante nuestros defectos y errores, si son nuestros mejores maestros, como decía Nietzsche?. No es posible aprender desde una posición de prepotencia, de arrogancia o de «mirarse el ombligo». La vida nos enseña en el error, en la experiencia que conlleva el error y nos permite aprender métodos para rectificar la vez siguiente.

  3. Por eso nuestra experiencia es tan importante, si somos capaces de «aprovecharnos» de ella, y no tan sólo para «venderla» y que nos empleen, sino y sobre todo, porque sin experiencia no somos, cuando la vivimos, empezamos a ser, y cuando la analizamos y llegamos a casi comprenderla, empezamos a contar hasta para nosotros mismos.

  4. Un camino hacia sí mismo ….. donde está toda la complejidad … todas las esencias de la vida y de su evolución, todo el presente como antecedente de un futuro, que será presente y volverá a permitirnos proyectarnos hacia otro futuro.

  5. Reproduzco lo que se me ocurrió cuando estaba trasladando esta recomendación de entrada a mis amigos/as de Facebook:

    -Primer principio y primer horizonte: «conócete», lo mejor posible.
    – Conociéndote, o al menos caminando en ese horizonte, empiezas también a conocer al otro, a los demás, al próximo y al lejano.
    – Una vez iniciado el camino, déjate llevar por la formación de un grupo, un grupo que trabaje en un mismo horizonte, que busque cosas imposibles, porque son posibles en grupo, que busque alcanzar el horizonte, que no está lejano, sino en uno mismo.
    – Y entonces date cuenta de lo importante que es el otro para tí, que al final, como dice Sábato, es el que «te salva», y entonces serás un ser humano, alguien que no sólo piensa en sí mismo, sino que al conocerse, empieza a conocer a los otros, y a convivir y cooperar con ellos.

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