Madrid y la «humildad»

Madrid, en la medida en que es poder y poder centralista y en cierta medida prepotente, no sabe o no quiere ser humilde. Y ya decía Melanie Klein que el conocimiento tiene sus raíces en la depresión -léase, humildad-.

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No hay conocimiento que salga «por arte de birlibirloque, es decir, mágicamente, por encantamiento, sino con esfuerzo. Y en un lugar «de cuyo nombre no quiero acordarme», en un lugar encantado no puede haber humildad, sino fantasía y excesos. La humildad nace cuando intentamos algo y nos damos cuenta de lo difícil que es. Cuando no lo intentas, cuando te disipas o te dejas llevar por la fantasía, como a veces le ocurre a más de uno de nuestros dirigentes políticos, que al final «padecen» -todos- el síndrome de La Moncloa, o es realmente «el síndrome de madrí». Esta es una ciudad de fantasías y de excesos, prepotente, y en la prepotencia está la enfermedad porque los más dictadores de todos los dictadores son los que tienen «paranoias», miedos totales, sueñan con perder lo que tienen o han conseguido a la fuerza, y no pueden vivir tranquilos. Aún ayer nos hablaba el periódico de la paranoia del dirigente de Afganistán, ese que es el único soporte de los U.S.A., el tal Karzai, lleno de locura, de temores, de miedos …. que no son más que la expresión de sentirse demasiado arriba o querer vivir por encima de sus posibilidades o de no tener la conciencia muy tranquila. Prepotencia y miedo son buenos compañeros de viaje. Y para eso Madrid ha montado -o se ha montado espontáneamente- una prensa especial, muy especial, lo que se llama -mal llamado- «prensa nacional». Una prensa excesiva, por encima de los demás, prepotente, ignorante, sabionda, al día de todo lo que se sabe o se dice, y que no sabe nada, pero llena todos los espacios sean televisivos o de radio o de prensa escrita, con lo mismo, con los mismos ejercicios de irrealidad, de fantasía, de ideología y de prepotencia. La prensa nacional no es más que la expresión de lo que es la prepotencia y la falta de humildad de Madrid. Y no se te ocurra «meterte» con ellos o mandar alguna carta al editor con la que no estén de acuerdo, que te «pondrán a parir un burro» en dos palabras. No hay nadie que les tosa, pero sin embargo, son vulgares, ignorantes, no tanto porque no sepan, sino por cómo lo saben, por su superficialidad, por su erraticidad, por su incapacidad para comprender lo diferente o al otro, por su egoismo, por su egocentrismo, por su centro-alismo. Y un ejemplo evidente de todo eso es la prensa deportiva. Nadie dudará que los que se dedican al deporte son, en la prensa, los menos cualificados, unos periodistas de cuarta, pero en un país como éste donde el futbol -que no el deporte- es tan importante, los periodistas de cuarta, sí, de cuarta, se creen los más sabios entre los sabios y su propia ignorancia hace más evidente su prepotencia injustificada y su falta de humildad. Ayer se jugó el Barça-Madrid, la prensa de Madrid había ensalzado hasta el infinito al Real Madrid, estaban superencantados de la paliza que le iban a meter al Barça, por fin. Y hete aquí que toda la prepotencia que rodeaba al equipo blanco se volvió en contra suya, y le metieron la goleada más escandalosa que ha soportado el Madrid en los últimos tres años en que viene ganando el Barça con claridad. Oir a los periodistas por la radio o por la tele, en su gran mayoría del Madrid -hay que tener en cuenta que yo vivo en Madrid y es a quienes puedo oir- resultaba patético, hasta hablaban de echar al entrenador, que hace dos días era el mejor del mundo, pero ahora había que cuestionarlo. Por supuesto, no había sido el Barça quién había ganado con merecimiento, sino el Madrid que había jugado mal, igual que dijo Mourinho -«hoy un equipo ha jugado muy mal y otro muy bien», explicación pobre donde las haya, porque tendría que explicar porqué uno jugó tan bien y otro tan mal, y eso le valdría para comprender porque le metieron cinco-; por supuesto, el árbitro pitaba para el Barça; por supuesto, «tuvieron un día malo»; etc. Ni una sola explicación clara de lo que había pasado. Por una vez se hizo justicia a los méritos de la humildad y el esfuerzo, frente a las fantasías y la prepotencia, y ganaron los que tenían que ganar porque «se lo habían ganado con creces a lo largo de un proyecto que dura años». El Madrid desde Florentino no es un proyecto, es sólo la compra de los «balones de oro», cuando ya se los han dado años antes en otros equipos, es una operación financiera, prepotente, que si funciona es raro, porque es individualista, es difícil de conjuntar y no tienen nada en común entre ellos o casi nada, y además, ni siquiera son de aquí. Con Mourinho ya han desaparecido todos los que son de Madrid. Han reenganchado a alguno que se había ido, pero sólo tiene a un buen Casillas, fuera de sus casillas, porque los portugueses de la defensa no se entienden más que entre ellos, y todo se trata de que Cristiano le pegue un patadón a un balón parado y rompa las manos del portero. Nada más. Sobre todo, si no está Higuaín, que no les gusta a la prensa porque no hace «chorradas» como Cristiano, sino que como buen argentino, es un currante de «tomo y lomo», y eso no se vende para los periodistas de Madrí.

Pongo unos comentarios de un madridista ante una crónica lamentable de un bloguista de Yahoo, uno de esos periodístas típicos de Madrí y que no han entendido nada …. y lo peor ni siquiera los errores les permiten aprender nada, porque nunca se equivocan.

No ha sido el madridismo el que se ha entregado al Mourhinismo del triunfo maquinista y las artes chuscas y rebuscadas del todo vale, incluyendo farsas y tarjetas corruptas. Es sólo un séquito de aficionados fanáticos del Madrid que hacen pucheros anti barsistas y entran en fiebres y estertores con los triunfos, las copas, los títulos y el tiki-taka azulgrana. El verdadero madridismo no se ha vendido a un proyecto calentón en los delirios triunfalistas y la chulería. Ese madridismo ha tenido siempre una visión de clase y estilo para su Madrid, y ha creído siempre en los proyectos

Ese madridismo ha tenido siempre una visión de clase y estilo para su Madrid, y ha creído siempre en los proyectos. Y ese madridismo se habrá de sentir más aliviado que tocado. Se ha destapado la olla del ‘equipazo invencible’ para dar paso a un Madrid de lo más terrenal, perdido como un niño de provincia con los mocos colgando, en una plaza de la gran ciudad de Barcelona, sin tener idea de dónde está, sin saber a dónde ir, y sin saber tampoco dónde refugiarse.
El 5-0 del Barsa refleja una obra sutil y elegante de un equipo consolidado, con una escuela de futbol fabulosa donde todo fluye como en el arte de las cosas que se han hecho bien durante toda la vida.
El Madrid, es una máquina grande y pesada que tiene demasiado ruido en los engranajes, que contamina el ambiente y apenas carbura con una mezcla de combustible que no alcanza a llegar a todos los pistones.
El Madrid de Pellegrini tenía muchísima más clase que este equipo. Lástima que no le hayan dejado trabajar.

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5 comentarios en «Madrid y la «humildad»»

  1. «….una máquina grande y pesada que tiene demasiado ruido en los engranajes, que contamina el ambiente, y apenas carbura con una mezcla de combustible que no alcanza a llegar a todos los pistones»

    Es muy curiosa la definición, sobre todo si pensamos en la burocracia en y de Madrid. Demasiado ruido, ya lo creo ….; y «pocas nueces» ….. pesada, ya lo creo …..; contaminante …. especialmente, porque contamina el ambiente de la periferia …. «provoca» constantemente con su centro-alismo; y mal mezclada, porque precisamente lo mejor de Madrid es potencialmente «su mezcla», el poder ser «mezcla» de culturas, de visiones. ….. pero no es así, las culturas aquí se quedan en un segundo plano, y la cultura Madri dependiza y reduce la eficacia de la mezcla, con una exclusividad que parece imposible que ocurra, pero ocurre. Pienso que por ello todo el mundo està esperando un puente como el que viene, para irse, para irse y si pudiera ser no volver.

  2. Lo cierto es que todo proceso emigratorio conlleva la renovación de la idealización de las ráices, pero en el caso de Madrid eso se profundiza de una forma espectacular ….. y probablmeente las mayores formas de «independentismo» se manifiestan a través de los emigrantes que viven en Madrid. Se sienten mucho más «de su país o su tierra», porque ni siquiera se les deja hablar de «su país», «porque como me han dicho a mí muchas veces, país es sólo España» y nadie puede decir eso en vano en Madrid sin que alguien te llame la atención. Tampoco puedes hablar de tu nación o de tu nacionalidad, a pesar de estar recogido el término en la constitución. O sea que como mucho te permiten decir algo sobre tus raíces …. pero mirándote en muchos casos con un gran complejo de superioridad.

  3. Madrí, que tiene tan poco que ofrecer culturalmente, sin embargo, no es como Paris que promociona toda la cultura que puede y la hace francesa, sino que todo ha de pasar por el filtro de la cultura evidentemente poco avanzada que es la madrileña, porque aquí sólo acaban llegando muchas cosas, pero se resecan, como refritos, igual que decía yo que ocurría con el pescado, aquí llegaba seco, pues lo mismo con muchas de las manifestaciones culturales ….. se resecan …. y la mayoría de los madrileños no las ven, mientras que son los «provincianos» o los guiris o los turistas los que se benefician de toda esa cultura depositada en los recintos espectaculares de Madrid. Va uno al Museo del Prado y encuentra más «provincianos», más «guiris» y más turistas que madrileños ……

  4. Salas extraordinarias de exposiciones, casi todas ellas gratuitas, son relativamente poco visitadas …. sorprendentemente poco visitadas ….. y puedo aseverarlo porque lo veo cada vez que hago mis recorridos cultos. La última vez que estuve, por ejemplo, en la March me sorprendí a mi mismo porque sólo me cruce en media hora de visita con tres personas.

  5. Sólo cuando la televisión presenta a bombo y platillo una exposición, casi siempre en el Prado o en el Reina Sofía, se forman colas impresionantes …. de esas que no tendrían sentido si cuando se fuera al exterior se mirara lo que hay que mirar. En fin, para que seguir …. tengo que hacer otras cosas.

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