«La ventaja de tener mala memoria es que uno puedo sorprenderse muchas veces con las mismas cosas buenas como si fuera la primera vez» Eso afirmaba Nietzche.
….. y cada vez es más cierto en mí ….. me olvido de muchas cosas …. y luego, cuando las reencuentro …. vuelvo a disfrutar …. como si fuera la primera vez …. lo malo es que suelo acordarme cuando están terminando de contármelo otra vez … y me pierdo el suspense del final …. Supongo que con los años …. mi ya actual mala memoria se hará un poco más mala …. y podré así disfrutar del cuento íntegro sin relacionarlo con mis neuronas activas.
Por otra parte, siempre nos quejamos de la mala memoria. No he conocido muchas personas que hayan mostrado orgullo de su memoria, aún cuando yo sabía que la tenían y buena. Y lo mismo me pasa a mí …. en realidad, me quejo, pero tengo buena memoria …. lo que ocurre es que se producen lapsus, normalmente relacionados con la prisa ….y entonces, me digo: «cada vez estoy peor», pero tampoco es para tanto …… todavía.
Si, tiene razón Nietzsche … tenemos que aprender a disfrutar de la mala memoria …… a fin de cuentas, una mala memoria nos obliga a vivir el presente con más intensidad, sin recabar del pasado razones para ello.
Porque, en realidad, no necesitamos demasiado de la memoria …. que por otra parte es traicionera con los hechos ocurridos y los transforma en otros que nos hubiera gustado que ocurrieran …. nada, mejor quedarse con una memoria ligera …. y vivir más el presente con esa poquita memoria …. que no obliga a la inteligencia a refugiarse en el pasado, sino continuamente vivir el aquí y ahora.
La memoria la necesitamos cuando trabajamos …. para darnos cuenta de lo que hemos avanzado ….. pero no como un acta, sino como una transición hacia un nuevo momento, mãs rico en cualidades y en innovaciones.
Los países mienten sobre su «memoria histórica», mienten como bellacos y nos engañan cuando somos pequeños y aún de mayores. Las derrotas se ocultan, los éxitos se sobre-resaltan, lo injustificable se justifica, y lo razonable se hace hasta irracional. Mienten sobre nuestra historia. Esta llena de silencios, de omisiones, de excesos verbales y sobre todo, de adjetivos. Los políticos, los historiadoress -una buena mayoría-, los periodistas, ….. nos cuentan «lo que el poder quiere que nos llegue». Los niños son invadidos de ideología y de interpretaciones que llevan a una mentalidad nacionalista y superior a las demás, que nunca se corresponde con la auténtica cutrez y realidad que se vivió en esos tiempos que se relatan como exaltados. Se habla poco del hoy y se habla mucho de lo que fue, que parece que siempre fue mejor que el hoy y «buscamos» que el futuro sea como el pasado, sin pasar por el presente …… curioso salto entre la nostalgia realzada y la ideología deseable. Sin duda, prefiero leer a los socialistas utópicos que a los libros de texto de nuestros chicos, sea en España o sea en Brasil o sea donde sea.