Un profesor ha de:
• conocerse a si mismo. Esa será la mejor plataforma para enseñar. Si se conoce a si mismo, podrá conocer a los demás, y por tanto, podrá tener un continuo sensor que le permita un análisis continuo de lo que pasa en su entorno.
• Trabajar con el sentimiento y la razón combinadas. Los sentidos nos sirven para vivir intensamente cada momento, apasionadamente; la razón para imprimir sentido y contenido a lo que hacemos. El oido y la escucha, saber escuchar, es el punto débil a desarrollar. Siendo facilitador hay que saber contenerse, tener paciencia, y escuchar, saber escuchar, para forjar a partir de la escucha, buenas síntesis, buenas aproximaciones grupales a los temas. También es estructural la vista, hay que ver lo que está ocurriendo en 180º, y hay que saber detectar los gestos, que son como el anticipo de la palabra, y siempre mucho más significativos y directos.
• Hay que desarrollar la oratoria. Utilizar un idioma complejo, que encuentre palabras a los hechos. Pero hay que saber ser directo y hasta popular: las cosas se entienden mejor con giros populares o con refranes o con dichos. Hay que encontrar continuamente ejemplos, y representarlos, dramatizarlos, enfatizar allí donde uno quiere tener más efecto.
• Hay que tener paciencia para casi todo, pero sobre todo, para aquello de que “no se nace sabiendo”, y aprender es algo difícil, y no se aprende hasta que se hace, se vive y se comprueba, y eso requiere mucho tiempo. La ansiedad y las prisas no son buenas actitudes ni compañeras, ni valen de nada. Es mejor reforzar un concepto, que trabajar cien. Se aprende más incidiendo sobre un mismo objeto desde distintas perspectivas, que tocando muchos objetos. Estar seguro de que a nosotros nos ha costado y nos cuesta mucho aprender, y que tantas veces hemos creído saber y hemos vuelto a equivocarnos o a olvidarnos. Si entendemos eso, será fácil que entendamos que a los demás les puede pasar lo mismo.
• La paciencia es fundamental para enseñar, pero también lo es mantener una cierta tensión; no porque seamos lentos en el aprender, tenemos que ir como tortugas. Es preciso marcarse objetivos y tirar para adelante.
• Hay que ser capaz de poner la acción por delante de la teoría, adelantar la experiencia al pensamiento, pero hay que saber valorar oportunamente aquellos que cuando van a hacer ya tienen una teoría sobre lo que van a hacer, es decir, se han anticipado y tienen un plan. Al final, en eso consiste el aprendizaje: saber adelantarnos a lo que va a ocurrir. Y dada la complejidad de las cosas, anticiparse no es una rutina, es un modelo complejo, donde las probabilidades de equivocarse son muchas, pero peor es no adelantarse. Si uno desarrolla la capacidad de adelantarse, de aventurarse, de emprender –lo cual está muy directamente vinculada a la capacidad de analizar e interpretar correctamente los hechos, gestos y símbolos que nos rodean-, está anticipando el futuro y proveyendo las necesidades latentes.
• Hay que saber evaluar positivamente, es decir, evaluar para mejorar; no para castigar. La mejor evaluación la hace el alumno mismo, y el mejor criterio de evaluación es el esfuerzo y la motivación. Si alguien quiere algo y quiere aprender, y está motivado para ello, su actitud es positiva y lo normal es que aprenda; la evaluación ha de tener un feed-back, es un compromiso del profesor par ayudar al alumno a mejorar.
Por ejemplo, si se trata de un trabajo escrito, es preciso:
• Plantear el tema como un trabajo de resumen, más aplicaciones prácticas posibles.
• Asegurarse de que se haga en tiempo y forma.
• Leerlo y devolverlo con notas, o hacer una entrevista.
• Y/o trabajar en grupo muchos escritos similares, resaltando los aspectos más interesantes de cada uno, sin mencionar a los autores
Sacar alguna conclusión sobre el cómo se ha hecho, el método que se ha seguido, siempre que aporte algún rasgo diferente –por ejemplo, el trabajo ha sido hecho a dos columnas-.
La máxima de conocerse a sí mismo, es un gran proyecto u horizonte que todos tenemos escrito en el fondo de nuestros corazones ….. aunque sabemos que nunca llegaremos a alcanzarlo, pero si lo perseguimos, tal vez consigamos acercarnos ….. conocerse a si mismo es empezar a pensar en los demás.
Cuando te crees tener una salida a una situación y poder expresarla y hasta haberla vivido, es difícil dejar que los otros o el otro vivan su experiencia primaria y den una respuesta, y tu esperar que esa se produzca, y después no evaluar, sino valorar lo que se ha aportado y a lo que se ha llegado. Eso para mí es paciencia. Saber aguardar que el otro llegue ….. y no le ofrezcas inmediatamente tu solución, que en ~ultimo extremo no es finalmente y necesariamente la solución, sino una de las posibles.
El uso de un lenguaje popular o entendible no es muy propio de los «maestros» en el aula, donde se prefiere marcar las distancias a partir de expresiones rebuscadas y supuestamente intelectuales. Eso acaba confiriendo unas grandes distancias, remarcándolas, en el aula, lo cual impide casi totalmente la intercomunicación y hasta condiciona el lenguaje y separa a las personas. Es preciso usar pensamiento complejo con palabras cercanas, y hasta remarcar las emociones y los sentimientos, con expresiones fuertes y populares, que hagan sentir a los asistentes que «esto no es broma». Hace mucho que he dicho mi primer «taco» en el aula, y no tardará mucho en que vuelva a decir otro o una sucesión de ellos, que remarque la pasión que ha de contener cualquier discurso. Al principio, me asustaba de mí mismo, pero hoy no me inhibo, aún cuando algunas personas formales piensen que esa no es forma …… La pasión está en nuestros gestos, y uno de nuestros gestos, son nuestras palabras y sus acompañamientos de manos y ……
Paciencia para hacer posible el aprendizaje, marcando las pausas precisas para consolidarlo, y los recuerdos vividos por los participantes, que van forjando poco a poco, el proceso de aprender. Son inevitables los dos pasos adelante, y uno atrás. Cuando recordamos, no recordamos los dos pasos adelante, sino que reflejamos que en realidad hemos aprendido uno de los dos pasos. Si no resumiéramos o sintetizáramos en su momento, los dos pasos adelante, podían convertirse pronto en dos o tres atrás.
El facilitador ha de transferir también pasión ….. al aula, tiene que creerse lo que dice o lo que hace, tiene que ser ejemplo …. y tiene que ser saber, a un tiempo. Debe usar continuamente ejemplos y su ejemplo.
Es posible que el participante y el facilitador olviden la posible evaluación final??? No estaría mal hacerlo insistentemente. Cuando presento mi curso, digo que no va a haber exámenes, y que la evaluación se considerará como un tema secundario, que lo importante es aprender, aprender y difundir lo aprendido entre otros que también aprenden y a su vez te enseñan con sus experiencias y conocimientos: un espacio tan interrelacionado que es casi imposible de evaluar individualmente, y que por eso, la evaluación es secundaria. La mejor evaluación sería la autoevaluación y transparente de cada participante en un foro público, donde pensase sobre sus aportaciones a los otros y su interiorización del aprendizaje. Pero esa es una labor que hay que aprender a hacer todos los días con uno mismo.