“Pensar es el trabajo más difícil que existe. Quizá sea ésta la razón por la que haya tan pocas personas que lo practiquen” (Henry Ford)
“Trabajemos sin razonar, es el único medio de hacer la vida soportable.” (Voltaire)
¿Fíjense en que se ponen de acuerdo Henry Ford y Voltaire? En el fondo parece que no quieren que pensemos. ¡Qué gracia! o más bien, ¡Qué desgracia! Menos mal que eran de otros tiempos. Ya sabemos como se pensaba en una sociedad de elites: “deja de pensar cuando trabajas, porque es lo más difícil y además, es el único medio para hacer la vida soportable”. ¿No resulta algo que todavía tenemos en nuestra sociedad en las ideas de mucha gente? ¿Tendrán razón Ford, Voltaire y mucha gente?. El trabajo por cuenta ajena es muy diferente al que se hace por cuenta propia.
El primero casi siempre es insoportable e insatisfactorio, porque en el fondo hay una explotación, más o menos velada, y en todo caso, hay un potestas que actúa sobre nosotros y nos “fuerza”, nos condiciona, nos obliga. Puede haber muchas razones para que hagamos las cosas como se nos piden, pero en el fondo, tenemos que aceptar lo que es obligación, porque sino no podemos vivir y sobrevivir. Y sabemos que muchas veces las razones son nímias, o hasta sólo expresiones de “poder superior” o de “pedestales” demasiado altos e injustificados. Si trabajamos por cuenta propia somos quizás más libres, pero claro, estamos también más solos, y eso puede ser un beneficio o un perjuicio, según sean las circunstancias, que diría Ortega. La mayoría de las veces es dificultoso, pero muchas personas prefieren esas dificultades a las que les hacen depender de otros, una gran mayoría de las personas están por eso, por tener autonomía.
Normalmente, la autonomía se consigue cuando uno ha llegado a saber más a partir de su propia experiencia, la mayoría de las veces conseguida de forma dependiente. La misma escuela es una actividad dependiente, que poco a poco, se va independizando, y cuando empezamos a pensar que somos libres, nos damos cuenta de que hay que colocarse, normalmente por cuenta ajena, para volver a los “rediles” de algún poder-toríl.
Como esta es la ruta principal, está claro que las personas o se conforman manteniéndose dependientes o consiguen un cierto grado de autonomía, bien porque van mejorando de empresa, hacia una más participativa, o bien porque suben de categoría y se hacen jefes (aunque según un amigo mio es discutible que subir en la escala jerárquica suponga más grados de autonomía, sino más bien todo lo contrario, pero al menos tienen compensaciones económicas que les permiten pensar que son más importantes, que lo han hecho bien y que pueden hacer cosas que otros, que cobran menos, no pueden hacer).
Hay otros que después de una experiencia, logran la autonomía del que trabaja por su cuenta, pero entonces se dan cuenta de que probablemente sea más difícil ser autónomos, porque ellos quieren hacer unas cosas, las ofrecen, pero casi siempre los clientes no las compran en ese formato, sino en el formato que ellos necesitan y quieren, lo cual da lugar a una nueva posición de dependencia por parte del autónomo; antes dependía de un jefe, las más de las veces arbitrario; ahora depende del cliente, las más de las veces caprichoso y tiene que adaptarse a él, a su demanda.
Total, que como decía uno de mis maestros, “siempre somos subordinados”, que en mi lenguaje sería: “siempre somos dependientes”, aunque en diferentes formas y estados. ¿Será por eso que tanto Ford como Voltaire creen que hay que trabajar sin pensar? No pienso que sea el sentido original de sus frases, pero quién sabe.
N.B.- Sinceramente, no es posible trabajar sin pensar, es como pasear sin pensar, al menos cuando se va solo. Por cierto, lo recomiendo, pasear es magnífico para pensar y repensar, recordar y hasta planificar. Por muchos automatismos que tengamos, trabajar y pensar es una y la misma cosa, aunque muchas veces ha de pensarse en lo idiota que es la vida y los jefes que no permiten que se aplique los buenos pensamientos y planes que se articulan trabajando. Porque trabajar es una fuente de inspiración y de creatividad. En un país como el nuestro, parece que no queremos darnos cuenta de lo importante que es, porque parece que siempre trabajamos porque no tenemos más remedio, y claro, así no hay forma de hacer nada alegremente. Pero lo cierto es que cuando nos ponemos a trabajar, nos damos cuenta de cómo vamos llenando la mochila de nuevos conocimientos y nos van asaltando nuevas dudas y preguntas que son la sal de la vida, pues que haríamos realmente sin problemas, tal vez nos aburriríamos muchísimo. En fin, mi recomendación: si quiere pensar, pasee y solo, o también trabaje y que le vaya entusiasmando, sin adicciones, pero tómelo como algo suyo. Ya verá que buena terapia.