Tengo que advertirlo desde el principio: soy pesimista. Esto que pasa se parece más a como nos comportamos los españoles ante cualquier eventualidad, por muy anticipada y prevista que sea, con improvisación. El mercado, en el tema del clima, no nos depara más que improvisación, cuando ya casi o ya no tenga remedio, «nos acordaremos de santa bárbara». El mundo se parece hoy mucho a un proceso imparable de improvisaciones. De hecho, el funcionamiento por marginalidad del mercado no es más que una improvisación movida por otra improvisación, y el corto plazo es la única unidad de tiempo que es conocida. Improvisar no es lo mejor cuando nos jugamos tanto, pero esto se parece cada vez más a una ruleta rusa, nos la jugamos por jugárnosla. Nadie quiere atender lo razonable, porque lo razonable está enfrentado con la ambición propia de un sistema que gusta enormemente de acumular capital y más capital, para no tener más que capital. Al final, como decía Marx, la composición orgánica del capital irá eliminando el capital variable y sólo nos quedará aquél que no añade valor, pero si permite continuar la racha interminable de acumulación y beneficios.

Cambio climático. No sé hasta que punto estamos incidiendo, pero mucho. Y eso ya está demostrado. La naturaleza puede tragarnos, como se ha deglutido a otras especies, reduciendo la diversidad. No somos especiales, sólo parecía que éramos más inteligentes. Pero será posible seguir pensándolo después de no querer atender aquello que es más que razonable. Tengo que reconocer que me siento influido mentalmente por novelas como «La Carretera», pero no hay duda, estamos deteriorando de manera considerable el medio, y si el medio se deteriora, como parece evidente, de forma exponencial, habrá un punto de no retorno, como el famoso río por el que bajaba Robert Mitchun y su hijo junto a una deliciosa Marylin Monroe ….. Hace poco reproduje un video donde se observaba como entrábamos en una espiral de exponenciales …. y que cuando se convierten en tales, destrozan como huracanes o ciclones todo lo que encuentran a su paso. ¿Dejaremos otra vez pasar la oportunidad de recuperar al menos parte de lo que tenemos o seguiremos pensando colectivamente que no hay nada que hacer, que lo que importa es seguir ganando dinero?. ¿Estamos locos? Tal vez. Desde luego, yo soy pesimista.

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23 comentarios en «Clima»

  1. Los retos de Copenhague

    · Establecer objetivos para controlar las emisiones de gases de efecto invernadero por parte de los principales contaminantes. La UE aprobó un recorte del 20% con respecto a los niveles de 1990 y espera poder subir a un 30% si logra el consenso con China, Brasil y Estados Unidos. Barack Obama ofreció un recorte del 17% pero sobre los niveles de 2005, algo muy inferior a lo que pide Europa.

    China ofrece un recorte de entre 40% y 50% sobre los niveles de 2005, pero condicionado al segundo punto, el de las ayudas económicas.

    · Financiar los efectos del cambio climático y la brecha en tecnología sostenible. La paradoja del cambio climático es que afecta más a los países que menos contaminan. Asimismo, los países en desarrollo ven en los recortes a la emisión de CO2 un obstáculo a su crecimiento económico. La ONU calcula una minuta de 10.000 millones de dólares anuales para luchar contra la deforestación, la desertización y las inundaciones.

    · Regular los objetivos. El tratado de Kioto es jurídicamente vinculante, pero Estados Unidos lo abandonó por ese preciso motivo. Aunque la administración Obama se haya reincorporado a la lucha mundial contra el calentamiento global, queda por ver si aceptarán la legislación supra-nacional del tratado vigente o deberá aprobarse uno nuevo.

  2. Así finaliza Chossudovsky su artículo:

    «Weather-modification offers the war fighter a wide-range of possible options to defeat or coerce an adversary… In the United States, weather-modification will likely become a part of national security policy with both domestic and international applications. Our government will pursue such a policy, depending on its interests, at various levels.»

  3. Parece ser que el calor en las playas mediterraneas será tendente a lo tórrido, en tanto las playas del norte disfrutarán de tiempo subtropical. Ya me parecía a mí que el agua fría de las Cíes era una exageración.

  4. Y …. ¿qué pasará con el paisaje suave y verde, de tonos más bien oscuros, de mi tierra? He visto ya sequías hace años …. en que el verde se hacía como viejo, hasta el amarillo. Me cuentan que ya sufren más de una lluvia ácida y que lo notan sus árboles frutales y otros cultivos.

  5. Y, ¿Madrid? que parece escondido de la lluvia y de las tormentas, que da la sensación de que chocan contra las cordilleras del oeste y del norte y se quedan allí o «se saltan» Madrid, ¿tendremos que esperar a esas grandes tormentas para que al fin nos podamos regar por fuera y por dentro?. Porque con esta sequedad es difícil vivir y nadie ha estudiado realmente la incidencia de este clima en nuestro cuerpo, acostumbrado de naturaleza como está a mantener un nivel de humedad superior al 70% y sin embargo, moviéndonos en torno al 45-55%. No me extraña que nuestras pieles se ajen y se conviertan en corcho, y acaben siendo circuitos marcianos en nuestra propia cara.

  6. Carrera de las especies para salvarse del cambio climático

    Los ecosistemas mediterráneos son muy vulnerables por su fragmentación

    ALICIA RIVERA – Madrid – 30/12/2009

    Las especies tienen que responder a los cambios que se producen en su entorno y adaptarse a ellos, o perecen. El gran cambio de escala planetaria que ahora afrontan es, obviamente, el calentamiento global, y la investigación de su respuesta es importante no sólo para anticipar qué va a suceder con la biodiversidad del planeta, sino también, tal vez, para echar una mano, al menos en los espacios protegidos, y ayudar a las especies a mantenerse al ritmo del cambio climático. Ese paso no es un concepto vago, sino una cuantificación precisa para un equipo de investigadores estadounidenses que ha calculado un índice de velocidad del cambio climático que determina cómo de rápido deben las especies desplazarse por el territorio en este siglo para adaptarse al aumento de temperatura. En concreto, la velocidad media de seguridad calculada por Scott R. Loarie y sus colegas es de 420 metros por año.

    La velocidad media de desplazamiento de hábitats es de 420 metros por año

    Sólo el 8% de los espacios protegidos tendrán en un siglo el clima de hoy

    La biodiversidad aumentará en las regiones montañosas

    Los accidentes del terreno suponen barreras para plantas y animales

    Hay que tener en cuenta que, debido al calentamiento global, se desplazan los patrones climáticos hacia las latitudes altas del planeta y hacia las elevaciones del territorio.

    La nueva investigación, dada a conocer en el último número de la revista Nature, muestra que la velocidad de cambio climático no es, obviamente, igual para todas las especies, topografías y ecosistemas. Por ejemplo, para los entornos montañosos, en los que la temperatura varía con un pequeño cambio de cota, basta con que las especies se desplacen 10 metros por año para mantener el paso del calentamiento, así que cabe esperar que el siglo que viene aumentará la biodiversidad en las zonas de montaña. Algo inferior incluso es la velocidad necesaria en los bosques tropicales y subtropicales de coníferas.

    Sin embargo, en los territorios planos, especialmente en desiertos, en manglares y en zonas pantanosas de pradera y en la sabana, la velocidad requerida es superior, hasta 1,26 kilómetros por año para estas últimas.

    «Un aspecto importante de estos resultados es que nos permiten evaluar cómo responderán nuestras áreas protegidas actuales a los intentos de conservar la biodiversidad ante el cambio climático», explica Healy Hamilton, uno de los autores de la investigación.

    Con estos datos en la mano, los especialistas calculan que sólo un 8% de los espacios protegidos en el mundo tendrán, dentro de 100 años, las mismas condiciones climáticas que hoy. Las zonas altamente modificadas por la acción humana que rodean a las áreas protegidas dejan sin espacio de fuga a las especies, que no pueden desplazarse a nuevos territorios que tengan condiciones favorables para sobrevivir. También la fragmentación del terreno pone barreras infranqueables para muchas especies.

    «Hay, no obstante, notables diferencias regionales», advierten los investigadores. «El pequeño tamaño y la fragmentación del territorio en la mayoría de las áreas protegidas de bosques de tipo mediterráneo hacen que esos hábitats sean especialmente vulnerables». En los entornos con velocidades más bajas (como los montañosos) las áreas de protección requeridas para conservar las especies y ecosistemas pueden ser de tamaños moderados.

    Los autores de la investigación, pertenecientes a prestigiosas instituciones estadounidenses (Academia de Ciencias de California, Carnegie Institution, Universidad de Stanford y Universidad de Berkeley), advierten que lo que ellos han elaborado no es un indicador de migración de las especies, sino un índice de velocidades relativas para seguir el paso del calentamiento. Ellos se han centrado en los cambios de temperaturas medias anuales, pero añaden que también han realizado análisis basados en los regímenes de precipitaciones y que muestran patrones similares.

    Tampoco cabe ir a buscar en este trabajo la respuesta sobre el futuro de especies concretas. Pero los investigadores advierten que las especies que tienen un rango amplio de tolerancia a la temperatura pueden, obviamente, adaptarse al calentamiento en su zona habitual sin necesidad de desplazarse. Sin embargo, para las que son más estrictas en sus necesidades vitales, la velocidad de cambo climático calculada es un buen indicador del ritmo del desplazamiento obligado para evitar su extinción.

    Loarie y sus colegas han hecho sus indicadores combinando los modelos de proyección climática con los datos de clima actual y los gradientes de temperatura en todo el mundo. Ellos han aplicado varios escenarios de emisiones (los climatólogos trabajan con escenarios posibles de futuro definidos por factores socioeconómicos, uso energético, tecnologías, población, etcétera), pero se han centrado especialmente en el denominado A1B, que describe un mundo venidero con crecimiento intermedio de los gases de efecto invernadero.

    Lo que está claro, recalcan los expertos, es que, para conservar la biodiversidad, hay que contener el calentamiento, pero también hay que tomar medidas de gestión y planificación de los espacios protegidos, para lo cual es útil la investigación de los californianos. «Hay que ralentizar el gradiente temporal del cambio climático reduciendo las emisiones, con lo que se aumenta la capacidad de las plantas y los animales para dispersarse por las reubicaciones que se hagan, o incrementar el tamaño de las áreas protegidas mediante corredores de hábitats y nuevas reservas», concluyen Loarie y sus colegas.

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