Desde agosto no he tenido más que tres días en que haya leído una novela que vale la pena. El resto del tiempo me he consumido leyendo cosas que mejor no recordarlas y que se hacían larguísimas, inacabables y que lo único que deseaba era que al fin acabasen de una vez. No fue así durante esos tres días que leí «La carretera» de Cormac McCarthy recomendado por el segundo de Fuentetaja -que nunca me acuerdo de su nombre y que es una persona amabilísima y que conozco desde hace mucho tiempo y por supuesto, me gustaría disculparme por no poder citarlo por su nombre, pero soy así-.
Nunca había leído algo igual a esta novela de McCarthy, me mantuvo en el tema, enganchado, y hasta alguno de los días con cierta tensión interna. Solo tres parrafos de punto y seguido con los que empieza:
«Al despertar en el bosque en medio del frío y la oscuridad nocturnos había alargado la mano para tocar el niño que dormía a su lado. Noches más tenebrosas que las tienieblas y cada uno de los días más gris que el día anterior. Como el primer síntoma de un glaucoma frío empañando el mundo» …….
Resulta escalofriante por lo posible, descarnado a veces, tierno, pero sobre todo frío …. intensamente frío y solitario. Una especie de road novel tan del estilo usamericano. Realmente impresionante, pero solo me duró tres noches, es lo malo de las buenas novelas, duran poco.
http://ernesto51.wordpress.com/2008/09/15/la-carretera-corman-mccarthy/
Los comentarios del post en este blog son complementarios de mi experiencia.
Siento que caminamos tal vez como camina ese hombre con su hijo, con esa inquietud, con esos miedos, con esa incertidumbre, pero también con esa resolución en los momentos que lo requieren, con esa aceptación de lo que nos ha tocado. Caminar hacia «ningún sitio», pero hacia «algún sitio», y caminar y caminar, y mientras tanto, sobrevivir y continuamente encontrando encrucijadas donde tener -no querer- que decidir sobre el paso siguiente. Y la imagen desolada, desértica, caótica, del ambiente es en buena medida lo que vivimos, con la diferencia que podemos vivir debajo de un tejado que se supone que es nuestro. Pero vivimos aislados, o excesivamente aislados, …… todo el contexto de «La carretera» es paralelo a muchos aspectos de nuestra existencia.
Por eso el thriller de McCarthy resulta tan inquietante, y hasta tan desazonador, porque profundiza en nuestro vivir.
Lo cierto es que te engancha, como me ha ocurrido con pocas novelas en los últimos años, podría contarlas con los dedos de las manos. «Seda» de Alejandro Baricco, «Mar morto» de Jorge Amado, «Intercambios» de Lodge y «Memoria de mis putas tristes» de García Márquez, por citar algunas que me vienen a la memoria.
También este verano me enganchó «El viajero de la noche» de Maurizio Maggiani …. pero ya lo había comentado anteriormente en este blog.
La carretera me ha llevado a pensar en las rutas de emigración, en mis raíces, en mi propia emigración, en mi propia vida …… ¿que es la emigración sino una carretera sin paisajes y con mil rupturas, de pronto todo en blanco y negro?
Negra sombra: «si cantas e tí que cantas, si choras é tí que choras, y é o marmurio do río ……» ….. «sombra que sempre me asombras ….». La sombra de lo perdido, y ya no recobrable más que a través de la nostalgia, nosotros decimos morriña o saudade, y de algo que ya nunca veremos ni viviremos.
¿Triste? Si, claro, triste …. como la emigración misma, como esa carretera que quiere que nos lleve hacia el mar …. pero está tan lejos, tan lejos, …. que sólo al final …. casi al morir …. lo encontramos.
Y después …. «sólo quedan ecos do alén» ….