En el prólogo de mi recientísimo libro: «Manifiestos para la innovación educativa», publicado por Díaz de Santos (2009), doy título a lo que pretendo con el escrito y sobre todo, oriento sobre los ocho aspectos que, en mi opinión, es preciso darle una buena vuelta de tortilla y cambiar su orientación. No son los únicos, pero son algunos de los más significativos.

El sistema educativo español es muy pobre cualitativamente hablando, humanamente hablando.

Iré desgranando cada uno de los ocho «vueltas de tortilla», una por semana, para que de esa forma, podamos ir discutiendo y discurriendo sobre ellas. Animo especialmente a mis alumnos de este año y a los que tuve en los dos años anteriores.

Hay que tener en cuenta que ese libro nació de su trabajo durante los dos últimos años. Pero los actuales, como representantes de aquellos, son igualmente apropiados para entrar en este foro de análisis de las necesidades para un nuevo modelo de educación.

Hoy sólo quiero que queden de relieve los ocho aspectos que nos permitirán hacer una tortillita de patata, huevos y cebolla, sobre aceite de oliva, como las hacía mi madre, de las buenas.

«He pensado que tenemos que darle la vuelta a muchas cosas, y empezar a mirarlas de otros modos, desde más perspectivas, desde otras ópticas.

– Primero ver la pirámide (o el triángulo) al revés;
– luego, olvidarnos ya de los círculos y pasar a las espirales;
– a más: tenemos que empezar por los alumnos, por su experiencia, aunque pueda parecer paradójico;
– todavía más, hay que partir de lo concreto, de lo inmediato, para llegar a la teoría;
– tenemos que aceptar lo complejo y lo no-lineal y no buscar simplificaciones y recetas u otras formas más o menos dogmáticas o derivadas de las urgencias, de las prisas;
– tenemos que recuperar a Sócrates, a Aristóteles, a Arquímedes, y a tantos otros que miraban –y todavía miran- por el conocimiento, y no les gustaba “enlatado”, sino que sentían la libertad de aprender –ése, “sólo sé que no sé nada”, me arrebata-;
– la libertad de amar y conocer en el mismo instante, la libertad de vivir y de hacerlo con placer epicúreo, disfrutando –en vez de torturando-; y
– como decía Popper –y le debo la cita a un alumno de este año- “(…), saber, en el pleno sentido de la palabra es saber seguro; por tanto, no hay ningún saber, sino sólo saber conjetural: Todo está entreverado de conjetura”

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15 comentarios en «Darle la vuelta a la tortilla»

  1. En cualquier caso, el estilo para darle la vuelta es decisivo. Cuando se aprende a hacer tortilla de patatas, más de una vez parte del contenido se vierte al darle la vuelta …. por eso es tan importante.

  2. ¿Por qué ocho cuestiones? pues porque ocho es más que siete y siete no me gusta. Es un número al que se atribuyen cuestiones mágicas. A mi me gusta el ocho, en realidad, igual que el infinito, son números muy sensuales. Yo los veo redonditos, y si los dividimos en dos, puede ser un acto amoroso entre una E y un 3. Ocho es un buen número. Un número para divertirse, ya que toda acción seria requiere de algún divertimento paralelo, para no aburrirse demasiado y para ampliar la motivación.

  3. Lo que está en el trasfondo de toda esta vuelta de tortilla son los protagonistas. Innovar en educación, como innovar en cualquier cosa que se pretenda, significa tener en cuenta lo que se necesita. Y …. ¿quiénes saben mejor lo que se necesita? Los que lo viven o soportan, los que son el objetivo básico de la educación, los participantes, los alumnos. Ellos tienen experiencias más que sobradas -y a veces hasta más directas y comprobables por contraste que el resto de los que participan en el proceso- sobre lo que funciona y no funciona en el sistema educativo. Habrá que empezar por tanto por donde normalmente no se empieza, por preguntarles a los participantes, a los protagonistas, y analizar sus necesidades, que ellos mismos las hagan patentes, las expongan, las hablen y discutan sobre ellas. Sin ese punto de partida, no puede darse la vuelta de la tortilla a nada.

  4. Por tanto, todo nace de un análisis de necesidades, un análisis basado en las propias experiencias de los participantes, de los alumnos, y compuesto y discutido en grupos de alumnos, y expuesto en público y reforzado por el trabajo de varios grupos en paralelo. Todo eso da lugar a un punto de partida, a unas insuficiencias, a unos puntos críticos que no se abordan o se abordan inadecuadamente o son mejorables: «la verdad como revolucionaria», como potencialmente revolucionaria. Y lo que es no tiene que ser lo que piensa un profesor o un experto, a no ser que tanto uno como otro tengan presente un análisis de las necesidades desde los que viven, experimentan y sufren la enseñanza.

  5. El experto o el educador intentará interpretar los resultados del análisis e intentará llegar a algo coherente, a un modelo o proyecto que pueda enfrentar las insuficiencias de la realidad en estos puntos. Es su trabajo como experto o educador o investigador. Integrar o estructurar el análisis, darle sentido y coherencia, mostrar sus diversos aspectos, y posteriormente, intentar buscar una respuesta adecuada a las necesidades interpretadas y comprendidas.

  6. Y eso es lo que he intentado en este libro: «Manifiestos …». Si le llamo Manifiestos es porque son 42 manifiestos, algunos de gran recorrido, otros más técnicos, que facilitan los procesos de innovación educativa en el aula y fuera de ella. 42 manifiestos nacidos de lo que sienten y necesitan los protagonistas, los alumnos. Respuestas a necesidades. Pero antes de llegar a las respuestas, primero son los puntos que he sintetizado como centrales en todo este manifiesto por la innovación.

  7. Cada uno de esos ocho aspectos componen una totalidad interdependiente, interrelacionada, y no sólo se pueden trabajar en sus vertientes aisladas o atomizadas, sino que existen pares de aspectos o tríos o cuartetos que forman subestructuras dentro de la totalidad sistema educativo y su «vuelta de la tortilla».

  8. Son ingredientes de un conjunto, pero aparte de que se puedan explicar separadamente, lo más importante es darles el sentido global, estructural que mantienen. No se puede entender el primero sin el sexto o sin el octavo, y así.

  9. Estas cosas normalmente no se explican en un libro, sino que se escribe el prólogo y se ponen sencillamente algunas notas reflexivas a pié de página que nos permiten hacernos más o menos cargo, pero nunca comprender integramente lo que ha significado para el autor. Aquí pretendemos extender esos significados y compartirlos, en la medida de lo posible …. sobre todo para mí, como autor.

  10. Quiero agradecer a Lilia Ana, alumna de este curso, que me haya recordado a Bebel Gilberto, hija del gran João Gilberto. Una bonita canción. Un momento ……. también de renovación generacional.

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