Se impone lo mediocre, no hay duda. En casi todo. Claro que no es una cosa nueva, viene de siempre, cuando una sociedad se lo cree, viene lo mediocre, pero es que ya antes estaba y se manifestaba, pero no había tanta oportunidad de mostrarlo. El otro día leía que la poesía tenía problemas, y puede ser por muchas razones, entre otras -también- su mediocridad, pero tiendo más bien a creer que es algo que requiere esfuerzo, concentración y cualidades, todas ellas básicamente difíciles de adquirir, y que sin embargo, no tienen un correlato de apreciación que se corresponda ….. Las cosas complejas o difíciles están mal pagadas, y no me refiero a las marcas esas que explotan a los consumidores tontos, esas marcazas que parecen complejas, pero en absoluto lo son porque pueden ser fácilmente imitadas exactamente por los mismos o similares que las hacen en régimen altamente explotador y lamentable. No, porque hacer cualquiera de esos bolsos de Prada o de Loewe no tiene mucha complejidad, sino que es muy fácil, tanto que hasta los niños en edad de estar estudiando más que de trabajando para ellos, los hacen, y casi no saben ni leer. No, me refería a las profesiones complejas, a las que nos hablan de la vida, de cómo somos, las que nos ayudan a ser y desarrollarnos, las que nos inducen a aprender y a contemplar y ver las virtudes del arte o de las letras, las que nos permiten aprender a disfrutar «de la música bien compuesta», como decía Confucio …….. Eso que es el proceso hacia la evitación de lo mediocre, o al menos, poder moverse en una mediocridad que aspira a no serlo alguna vez, a partir del propio esfuerzo, eso está …. tal vez como siempre …. en decadencia. Esforzarse? para qué? que chorrada.
Una de las formas de mediocridad que siempre había considerado así, pero que últimamente había bajado las defensas, es la música llamada popular, sea folklólrica o de grammys o MPB, es realmente mediocre. No sólo la música en sí misma, sino los cantantes y hasta los formatos de presentación en público de los mismos. He tenido oportundidad de asistir a un concierto de estos, y no puedo decir, qué decepción, porque ya sabía que me iba a encontrar, pero aún sabiéndolo, la decepción superõ con mucho las expectativas. Y pensé sobre ello. Y formulé una hipótesis para comprender el interés que este tipo de música suscita. Me puse en el papel de los exaltados participantes, y me pregunté por qué les gustaba tanto y compartían tanto con la artista las letras de sus canciones, y nació una hipótesis, por supuesto que atrevida y tal vez estrafalaria, la hipotesis de que ellos renacían con esa música. Era una música como para adolescentes, en gran medida ingenua en sus letras, idealista a más no poder, mostradora de los problemas que uno tiene a esa edad -pero la gente que la escuchaba tenía una media superior a los veintimuchos años, tal vez treinta o hasta más-; de alguna forma les permitía volver a su adolescencia, a sus caprichos tal vez nunca cumplidos, a sus expectativas que todavía esperaba, en fin, a hacerse nuevamente niña -tengo que decir que la mayoría de los asistentes eran del género femenino, probablemente en una proporción de cuatro a uno-. Tal vez a los hombres presentes y no presentes les interesaba que las chicas se hicieran otra vez ingenuas, niñas, desamparadas, «nom me deixe só» (no me deje sola), y de esa forma poder atacar a la fierecilla domada más dócil a sus deseos, y por eso estaba allí. Habría, sin embargo, otros que estaban porque también les gustaba «volver a jugar a las muñecas» (bonecas en portugués) con las niñas, y añoraban esas situaciones o sencillamente querrían vivirlas nuevamente. No sé que sería, pero algo había de todo esto. Mientras, la cantante se presentaba con un peinado que no le correspondía, porque el estilo era más bien reggae femenino, con muchos rizos en las puntas y alborotado, cuando ella era blanca o casi, de Mato Grosso que es una zona del país bãsicamente blanca con pocos indígenas; también llevaba un vestido de corte neohippy, de colores variados, un vestido hasta los pies …… como de juguete y …… lo que más me impacto, o casi, daba saltitos al bailar …. unos saltitos como de gozo …. como cuando se saltaba a la cuerda con las chicas en la calle. ….. En fin, el espectáculo me dió mucho que pensar ….. esto no es lo único.
El mundo de los mediocres puede llegar a ser infinito y estar presente en todas las escalas sociales. Podemos hacer una pequeña clasificación:
Primer prototipo: “el trepa” aquel sujeto que sube aunque para ello necesite pisotear a todos los que tenga a tiro y, además, si es necesario humillarse ante los que tienen la potestad de elevarlo.
Un segundo prototipo es el “mal nacido”, que jamás agradece nada a nadie porque presupone que todo lo que tiene y tendrá es gracias a su esfuerzo personal,
independientemente de sus supuestos mentores, teniendo la certeza de que lo conseguido ha sido por el padrinaje desinteresado de los que le han apoyado.
Un tercer escalón lo cubren los imbéciles, que no son capaces de hilvanar una idea por cortedad natural, potenciada, las más de las veces, por el apoyo de otros, mucho más mediocres que ellos, que los alimentan.
Un cuarto escalón, los “invisibles”, personas sin alma que pululan a nuestro alrededor y nunca son percibidos por nadie; son los demás los que hablan por ellos, los que piensan por ellos y los que ejecutan por ellos. Son como fantasmas sociales.
Lo bueno de la mediocridad es que es transparente a los ojos de los demás e individualmente es muy fácil de combatir. Lo malo, es que cuando coinciden en masa se convierten en un peligro social, pudiendo llevar a todo un pueblo a la más profunda de las mediocridades en todos los ámbitos colectivos.
Pienso que cada uno de nosotros tenemos, por lo menos, un mediocre de referencia, donde podemos contrastar nuestro propio potencial de mediocridad acumulado. Una sociedad sin mediocres no es una sociedad completa, al igual que no lo sería sin los intelectuales, sin los ingeniosos o los quijotes; pero aniquilar la mediocridad no le vendría mal a algunas culturas, como por ejemplo, la nuestra.
Extraordinario el ensayo sobre los mediocres …. hay un tipo que me gusta asignar y que aprendí a partir de un artículo en Human Relations ya hace años. Es un palabro que sólo utilizo cuando algún mediocre me molesta en extremo, entonces le llamo alexithímico …… es un buen palabro, porque no puede contestar ….. ya que difícilmente puede determinar lo que se le está diciendo. Te la recomiendo, una vez que veas su significado en la raíz griega. Significa algo así como «ninguna palabra para los sentimientos» ….. pero no me creas mucho, porque yo nunca soy muy literal en mis citas …… y ahora sinceramente no tengo ganas de buscarlo en internet …. pero es algo así. Un abrazo y gracias por tu comentario …..
Ah, y espero la dirección de tu blog para poder al menos colaborar en la misma medida que tú lo haces aquí.
Alexithymia (pronounced /əˌlɛksəˈθaɪmiə/) from the Ancient Greek words λέξις and θύμος modified by an alpha-privative—literally «without words for emotions»—is a term coined by psychotherapist Peter Sifneos in 1973[1][2] to describe a state of deficiency in understanding, processing, or describing emotions.
Me gusta eso de «sin palabras para las emociones» …. en pocas palabras (sic) se define un estado de ánimo y hasta una enfermedad, una enfermedad demasiado presente ….. en nuestro mundo.