Un gigante que hace pública su quiebra. GM ha llegado a ser el buque insignia de la industria USA, el gigante de Detroit. Y ahora, se declara en quiebra; una quiebra que por esperada no es menos sorprendente: ¿quién lo podría pensar hace unos años? GM fue profundamente afectado por su conservadurismo y falta de innovación, y en eso empezó a perder puestos, igual que sus gemelas Ford y Chrysler en su propio mercado, el norteamericano. El año pasado fue sobrepasada en cuota de mercado por la Toyota, que sigue haciendo las cosas bien, con calidad, y dentro del sector constituye la antorcha de la innovación. GM se ha diluído más y más queriendo ganar dinero del fondo de las guerras, y las guerras lo han liquidado, porque le han hecho perder lo que le quedaba de calidad y de innovación. La guerra es buena compañera para hacer dinero, pero mala para continuar arriba una vez que ha acabado o tiende a desaparecer. La guerra nos emponzoña. Claro que uno no participa directa o indirectamente en una guerra si no tiene una cierta predisposición a la misma, y parece ser que los dirigentes y la cultura de GM tenían esa predisposición y se embarcaron en más de una «batalla», de grandes beneficios, y se olvidaron que en último extremo, a quién hay que cuidar es al cliente democrático, al masivo, que es quién finalmente mantiene tus ventas, y no al cliente especial y privilegiado que es el Estado, y mucho más, si ese Estado, como ocurrió en la etapa Bush, se convierte en un agente del mal, en un agente de destrucción.

En la guerra, finalmente, todo está permitido, y sobre todo, es para espíritus muy ambiciosos, que quieren conseguir en poco tiempo y por la jerarquía-autoridad lo que no han podido hacer trabajando sencilla y llanamente.

GM todavía sobrevivirá a este embate, porque finalmente los monopolios acaban recuperándose hasta de sus grandes equivocaciones y rutas culturales, porque tienen «muchos amigos» y, como decía un amigo mío y forofo del Real Madrid, «gaste lo que gaste, el Madrid no puede morir, y alguien le pagará lo que gasta», y así suele ser en la mayoría de los casos. En la etapa anterior, de Florentino Pérez se habilitó una fórmula para poder financiar las locuras «galácticas» del Madrid y hacer más rico a Florentino. Aunque el club estaba prácticamente en quiebra, por sus excesos, fué «recompensado» por los poderes locales y autonómicos para que siguiera siendo el club que era. Y ahora vamos por la segunda parte de esta novela.

Me alegra que los grandes monopolios tengan dificultades, igual así llegan a reincorporar nuevamente una cultura de innovación, que seguro que fué el inicio de sus actividades, cuando aspiraban a ser monopolistas, pero todavía eran pequeños.

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Un comentario en «GM»

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