Hace años, ya muchos, cuando era un chico, en mi casa, mi madre siempre hacía filloas el domingo de carnaval …. mi padre y yo esperábamos con gran expectación ese día … en que mi madre decidía, porque era muy cansado, hacer un plato de filloas. Las hacía de caldo. Las he comido posteriormente de agua, de leche, de sangre …. pero para mí las filloas son de caldo. En aquella época las filloas sólo se comían en casa, y sólo una vez al año.

Hace años que las filloas se han incorporado en las sobremesas de los restaurantes gallegos, y siempre rellenas de algo, la mayoría de las veces de crema o de nata. Pocas veces se pueden encontrar solas …. para que uno las coma así, o con cualquier complemento dulce o salado que se le ocurra.

Hace ya unos años, tal vez ocho o así, recuperé esa costumbre familiar que se había perdido por la desaparición de mi madre. Como otras cosas de la cocina las recuperé sin mirar nada …. solo recuperando la memoria de cómo veía yo que las hacía mi madre. Finalmente, me salieron bien a la primera vez y en principio, institucionalicé -en mi interior- el domingo de carnaval como día de las filloas. Este año volví a hacerlas en casa de mis hijas en Mera. Pero hace años que vengo celebrando con amigos este evento que realmente, como es el carnaval, anuncia el comienzo de la primavera, y el entierro del invierno. Este año la «filloada» se hizo ayer. Como siempre fue muy emotivo y lo pasamos realmente bien, compartiendo y departiendo durante varias horas. Tardé más de dos horas en hacer el plato de filloas, y más o menos debió de tardarse cinco o seis minutos en desaparecer. Tengo que reconocer que acabé agotado, pero valió la pena: siempre vale la pena. Nunca había invitado a tantos alumn@s, y este año lo hice porque estoy muy satisfecho del curso que ha terminado, y porque se lo merecían -a los que invité- como premio, en el sentido de reconocimiento de su trabajo. Antes los que eran buenos estudiantes, solíamos ser aburridos, pero eso pasó a la historia: hoy los buenos estudiantes también son simpáticos, cercanos y agradables. Por supuesto, había varios amigos que la mayoría ya había «probado» las filloas, y otros que no, que era la primera vez. Todos lo pasamos bien unas horas.

Ya sé que esto es más para colgarlo en una red social que para hacerlo en mi blog, pero este blog, cada vez más, es una expresión de vivencias, de experiencias y de conocimiento, de sentimientos y de saber, todo en el mismo paquete, por eso lo comento aquí, y porque después de hacer el esfuerzo de organización y de logística, uno queda tan plenamente contento, que tiene que contárselo a alguien.

Hay dos temas de reflexión que me gustaría comentar:

– uno, que ahora ya no valoramos las cosas, porque están demasiado a nuestra disposición, son fáciles y accesibles. Cuando yo era pequeño las filloas eran una vez al año y con motivo de algo; comerlas cuando a uno le apetece no tiene el mismo sentido;

– otro, que la diversidad es lo que importa, mantenerla a través de mezclarla. No sería razonable perder una oportunidad de estas características para convocar sólo a los amigos, que ya entre ellos son conocidos; las cosas siempre funcionan cuando se producen mezclas, fusiones, interculturalidad y diversidad. Es una pena que nos reunamos por edades, o por sexos, o por aficiones comunes, o por …… Quiero decir que es una pena que sólo lo hagamos así. La diversidad y heterogeneidad de los ambientes es decisiva para que todo sea más fluido y funcione mejor, unos podemos vernos en el otro, aprender de ellos y conocer situaciones novedosas e interesantes. Siempre acaba siendo más atractivo.

Por eso los participantes en mis filloadas difícilmente lo pasan mal, porque siempre han encontrado a personas diferentes, a personas de otras edades, a personas que no tienen que pensar como uno mismo, y a personas de razas y países diferentes. Y nada más.

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3 comentarios en «Filloada»

  1. Dos como esas me comí yo 🙂 estaban estupendas!!!

    Y cierto es lo de la maravillosa diversidad y la mezcla. Se comienron filloas con guacamole, con dulce de leche, con miel… cada uno como le apetecía… sin complejos 🙂 Un abrazo

  2. Pretende ser un modelo de fusión y de interrelación en la diversidad, a veces se consigue más y otras menos, como es la vida.

    Lo del guacamole ha sido una opción creativa derivada de la necesidad y de que estaba allí la salsa esperando que alguien la untase. Se me ocurrió comprar salsa de guacamole para las cosas esas mexicanas que se comen, ni idea de cómo se llaman. Total, que al final, a alguien se le ocurrió que el verde combinaba con el amarillento de la filloa, tal vez pensando en la bandera brasileña. Algo subliminal, supongo. Así suelen ser las cosas.

  3. A miña tía Estrela facíaas de sangue y estaban ben boas. Logo botabámoslles o mel da Fonsagrada o azucre mouro. Os que imos indo para vellos xantamos moito da memoria. Se a memoria fora un tren, ao chegar aos cincoenta e oito anos -nin mais, nin menos- voltamos atrás. A memoria que é lista abondo fai por vivir mais recordando o pasado. É unha forma intelixente de duplicar a vida.
    Noraboa polo blog.
    Saúdos
    X. Enrique

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