Consciente, entonces existo

El «Pienso, luego existo» ilustrado es una formulación magnífica, pero puede llevarnos a ciertas formas de idealización, que el hecho de pensar sea en sí mismo un principio de cambio. Y sin duda lo es, pero para pensar es preciso la consciencia de la necesidad. Por supuesto, puedo existir sin pensar, y sin ser consciente, pero …… ¿para qué? para nada.

Tenía razón Freud cuando enfatizaba en el carácter curativo de la consciencia: conocer los problemas es el principio de curarlos; o cuando diferenciaba entre el sentido de lo real y el sentido de lo ideal, y caminaba por nuestras idealizaciones para que ellas dejaran de ser alucinaciones y convertirse en miedos y en depresiones, y se enfrentase la realidad para caminar hacia ……. el «conócete a tí mismo» (esto lo añado yo, no sé si está en Freud).

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3 comentarios en «Consciente, entonces existo»

  1. Recuerdo que mi psicoanalista, un día, al final de una sesión, me ofreció una metáfora sobre la consciencia y los miedos, me dijo que tomar consciencia es como pasar de estar por la noche en medio de un bosque e ir a un claro con antorchas y encender una buena fogata.

    Cuando encendemos la fogata no significa que los lobos hayan desaparecido sino que ahora podemos ver donde están y relacionarnos de otra manera con ellos, huyéndolos, defendiéndonos e incluso, algunos, hasta domesticándolos.

  2. Así es la consciencia …. no evita la realidad, pero permite verla y reducir su componente mágico y fuera de nuestro control. Al menos sabemos donde pueden estar los lobos ….. aunque muchas veces la certeza agobia al que la experimenta, porque «prefería» no saber a saber …. Cosas de la vida y de los humanos. Pienso que llegamos a creernos que si no sabemos de algo, ese algo no va a ocurrir. Pero …. claro … ocurre igual y es mejor saberlo.

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