No sois conscientes …..

Resulta que la señora vicepresidenta se ha enfadado con sus subsecretarios porque «no son conscientes» de la relevancia del momento y de lo que nos estamos todos jugando. Y supongo que siempre es buena una reprimenda, pero de eso no quiero hablar, sino de la consciencia, y preguntarme ¿por qué no sois conscientes de …? En otra entrada más adelante trataré otras variaciones sobre la misma frase. La pondré en primera persona: ¿por qué no somos conscientes de ….? o en otro formato, ¿por qué tenemos que ser conscientes de …? etc.

«No sois conscientes de …..». Contra lo que pudiéramos creer, la consciencia no es una virtud general y en la que nos movemos. La mayoría de nuestros actos y representaciones son al menos no-conscientes, porque sino no se comprenderían las cosas que pasan. Por ejemplo, los industriales y la derechona en general no quiere ser consciente de la gravedad de lo que está pasando en nuestro medio. «No quiere ser consciente de …» y tengo que aceptar que no quiere ….. aunque encuentre muchos argumentos -siemrpe hay argumentos- para decir lo contrario y avalar sus contratesis («no está demostrado …. .que ……», ese es el formato más general, lo cual crea confusión y con eso basta, para parar el sentido de la realidad que debía imperar). Vivimos como mecánicamente, repitiendo cosas sabidas, y pensando que el rio de la vida no fluye, sino que sigue en el mismo sitio. No somos conscientes tampoco de que las cosas cambian, aunque nosotros no nos queramos dar por enterados. El rio cambia, y nosotros, cuando nos damos real cuenta de que ha cambiado, queremos dar unos saltos de gigante para volver a estar a la altura requerida, pero no siempre son posibles los saltos de gigante, y además, son muy costosos e irrelevantes socialmente. Ah, y casi siempre fallan en sus propósitos. Ser conscientes de que las cosas cambian, a pesar de nosotros o porque nosotros las cambiamos, aún sin querer, es algo que NO ES CONSCIENTE, salvo cuando casi no tiene remedio nuestro atraso respecto a lo real. Preferimos vivir en una nube que ser conscientes, porque ser consciente es el principio de ser responsable, y ser responsable es muy cansado; es mucho mejor para la mayoría vivir sus sueños y «hacerse pajas mentales», mientras el mundo como decían en el comienzo de la ciencia: sigue girando (eppur se muove, decía Galileo). Ser un inconsciente, es como seguir siendo infantil o adolescente, y pensar que las cosas se van a arreglar por nuestra cara bonita. El sentido de la realidad hay que reclamarlo muchas veces, y aún así no es lo que impera en las mentes de los seres humanos. Vivimos de utopías, de ideas, de sueños, de nostalgias, de mundos felices, de ……. vivimos sin sentir que lo importante para vivir es sentir la vida, y la vida cambia, aunque nosotros no queramos. El nivel del mar va a subir un metro hasta final de siglo, un metro, un montón, y eso lo empezaremos a considerar una amenaza cuando empecemos a ahogarnos en ella. El capitalismo no puede comprender más que una realidad súbita, una realidad marginal, una realidad de corto plazo, que diría Keynes, y en tanto eso, nos ha imbuido que sólo importa el carpe diem, vivir sin pensar, nada de pensar, consuma, vote y muera, pero no piense. El pensamiento nos acerca inmediatamente a lo real, y lo real es siempre algo «cutre», donde hay muchas cosas que cambiar y que no nos gustan, muchos límties, y nosotros no queremos límites. Por eso los ministros y subsecretarios «no son conscientes de la gravedad de la situación», no quieren, no pueden, no saben, no lo son. Prefieren seguir como si no ocurriera nada, como si estuviéramos en el mejor de los mundos, y ellos fueran los que disfrutaban de todas sus ventajas. Y por hoy no digo más sobre la consciencia.

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