Innovador

Roberto Carballo
(04 Marzo 2009)
(https://www.robertocarballo.com/)

¿A quién no le gusta que le llamen innovador? Pienso que habrá pocas personas. Hay algunas que se lo curran, otras que se lo llaman sin merecerlo y otras que no saben muy bien lo que son en este sentido.

Un innovador tiene un poco de aventurero, de buscador, de investigador, de viajero, de comunicador, de ……. Un emprendedor puede ser innovador o no, depende, como dicen en mi tierra. No todos los emprendedores son innovadores, y algunos aborrecen la innovación, pero en todo caso, si han superado los dos primeros años de experiencia y lo que han emprendido sigue adelante, algo habrá de innovador en ese emprendedor. El innovador casi nace de la nada, o por lo menos, desde muy abajo. Sin embargo, cuando aprende el oficio sabe como ir configurando un fondo, un patrimonio, un activo, que en buena lógica debe seguir aumentando con los años. Los innovadores tienen necesidad de saber, de comprender, de ver el mundo y de entenderlo a su modo. Y la expresión es importante: «tienen necesidad», porque el innovador es vocacional, casi podíamos decir -aunque no me gusta del todo- algo genético, pero no lo es, se aprende socialmente en lo básico. No se ha hecho el curriculum de un innovador, pero sus antecedentes no siempre están claros. En todo caso, en él ha de existir una inquietud, puede ser indignación, puede ser motivación, puede ser ambición, puede ser ……. y casi siempre mezclado.

Una vez me atreví a diferenciar entre innovador y emprendedor y no estaba mal el trabajo, me quedé satisfecho.
Ser innovador es más democrático, está más al alcance de muchos. Sin embargo, ser emprendedor no siempre obtiene los respaldos del tipo que sea, pero sobre todo, financieros, adecuados. Es más fácil parecer emprendedor que innovador, sobre todo para los que ya tienen acceso a recursos, bien directa o bien indirectamente. Montar una empresa muchas veces es una cuestión de financiación, y el padre aguanta hasta que la empresa del hijo por fin se consolida. Hay muchas empresas de ese tipo, y casi nunca tienen nada de emprendedoras, con excepciones. Digo que ser innovador es más democrático, porque en el fondo a mucha gente le gusta perfeccionarse, mejorarse poco a poco, pero sin descanso, aprender continua y profundamente, y aplicar lo que aprende, sobre todo, si tienen necesidad de hacerlo, si viven la necesidad y la escasez y no la abundancia.

Un innovador-emprendedor es una figura muy deseable. Ocurre pocas veces, pero aún con todas las dificultades ocurre. Fijémonos en personajes como Amancio Ortega y nos damos cuenta de lo que eso significa, y de los pocos que podemos citar.

Ser innovador no es una cualidad para toda la vida. Los innovadores tienen caducidad, en el sentido de que lo que hacen tiene un ciclo,y ese ciclo llega un momento en que decae, y deja de ser innovador para convertirse en empresario, accionista mayoritario y luego, rentista.

Hay que seguir muy indignado para seguir una curva ascendente en el ciclo innovador. La indignación, sobre todo, con la injusticia y con la explotación, es una buena plataforma para seguir siendo innovador, aunque como todo tendrá una caducidad física, por la edad. Vemos a personas que parecen mucho más jóvenes de lo que realmente son, y otras que «parece que nacen viejos». Esos directores de orquesta que «aspiran» (sic) a morir con la batuta en las manos, nos dan un gran ejemplo de innovación. Porque en innovación la experiencia es un grado, un grado superlativo. Lo malo de hablar de innovación es que continuamente se confunde socialmente con creatividad, y entonces pensamos que la creatividad es una cuestión de ser joven, de estar al día, de tener ideas brillantes. Innovar, sin embargo, tiene más que ver con la continuidad, con la vida cotidiana, con la necesidad, con lo científico, con la mejora y perfeccionamiento constante; y menos con el relumbrón, con la moda, con la idea fabulosa, y todo eso.

Pero la sociedad mayoritariamente se equivoca y piensa que innovar es crear, con una idea excesivamente sublime de los seres humanos. Parece que nos gusta admirar «lo sublime» que pueden llegar a ser algunas personas, pero lo cierto es que la grandísima mayoría no es más que un bluff, y de sublime, nada. La creatividad en el mundo de la publicidad es de quinta categoría y es el mundo que mueve más dinero y prestigio en nuestra sociedad y que hace mover otros muchos mundos interrelacionados con la actualidad y con la moda, como los mass media u otros. Sin embargo, sabemos que de la innovación, en su constante ir y venir, aprender y desaprender, hilar y deshilar, acaba terminando en algo creativo, en saltos paradigmáticos, que son los que realmente mueven el mundo, y no esos plenamente superficiales en que se mueven los llamados «creativos».

Ser innovador estaría más cerca del diseño y no de la gran y aplastante idea. Ser innovador es diseñar para equivocarse y volver a rediseñar lo planteado y volver a intentarlo, siempre gastando los menos recursos posibles, pero aprendiendo de los errores, hasta de esos gastos necesarios de recursos que produce el desarrollo humano.

Sería una aspiración que un ser humano se definiese como innovador. Y más seres humanos de los que nos creemos son innovadores, y otros muchos, la gran mayoría, pueden aprenderlo con relativa facilidad, porque innovar finalmente está en las espirales de nuestra galaxia, está en la vía láctea que nos lleva hacia un oeste, sin perder el este. Que nos lleva por el norte y nos devuelve por el sur …..y en esa espiral se va construyendo poco a poco la humanidad.

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