Miércoles y jueves de la semana pasada comencé dos programas nuevos.
El miércoles comencé un bloque de un programa Master en Comunicación Social. El jueves un programa con médicos y sanitarios de Murcia. Ambas experiencias fueron extraordinariamente gratificantes tanto para mi como para los participantes -bueno, espero que se haya producido alguna excepción, no me gustan las unanimidades ni cuando se trata de que me valoren bien-.
Mis primeras impresiones con los dos grupos han sido profundamente interesantes, y estoy seguro de que lo serán más, en la medida en que vayan discurriendo. Los participantes en la primera experiencia, que comparto con Omar de León, son bastante jóvenes de media, prácticamente recien licenciados, con una mezcla -aunque no mucha- entre estudiantes españoles y de «alén do mar», latinoamericanos. Entre los españoles, los hay del mediterraneo y también del atlántico. Todos gente muy enganchada con lo comunitario, con lo social. Los he visto bastante implicados, aunque les falta -como es lógico- «un hervor», predomina la ideología sobre la realidad, y eso no siempre es lo mejor, aunque a su edad sea muy positivo, porque lo que les incita es más «ayudar a los demás», que ayudarse a sí mismos. Ese desprendimiento hacia el otro, les hace diferentes, jóvenes, y del mundo de «hacer las cosas que están por hacer». Va a ser muy interesante, siempre que se enganchen en el carro, y acepten el sentido de lo real que les voy a insuflar.
El segundo grupo es de profesionales sanitarios -la mayoría médicos- más que formados. Personas con una profesión ya en máximos o en las cumbres, y que, precisamente por ser jóvenes de espíritu -porque son jóvenes de profesión y sentido profesional-, todavía quieren hacer muchas cosas, y saben que «nunca llegarán», pero que van a seguir intentándolo, y conseguirán más de una cosa. Es un grupo excepcional desde la perspectiva profesional -los médicos, en su gran mayoría, lo son, porque son «vocacionales», hay que tener vocación para ser médico, sin duda-, y también y consecuentemente, desde una perspectiva humana. Saben analizar sus propios errores, y saben que pueden avanzar, pero no que se trata de chasquear los dedos para llegar, hay que esforzarse para llegar, y realmente nunca llegamos. Se proponen «cambiar el mundo», pero razonablemente, es decir, saben de sus límites, pero también de sus oportunidades, y saben que cambiar el mundo no es posible, pero cambiar algunas de las cosas que no funcionan, si lo es. Estoy seguro que vamos a tener un ciclo de trabajo en el que todos vamos a aprender unos de otros. Y eso me motiva.
Me alegro de saber que la sensación ha sido satisfactoria con tu grupo del miércoles del que formo parte y siento que has dado en el clavo, al menos por lo que me conozco y por lo que conozco a mis compañeros. Somos jóvenes, tenemos los sentidos abiertos, ganas de volar, estamos de ida y queremos hacer muchas cosas, vamos buscando «comernos el mundo» y espero que toda esa energía sepamos canalizarla hacia la reflexión productiva en los temas tan interesantes que nos habéis propuesto.
Yo también comparto esa ilusión, es especial la de descubrir, abrir nuevas puertas, asomarme a nuevos universos y ampliar la forma de ver y analizar el mundo enorme del que formamos parte.
Hasta el miércoles, un saludo