Según las empresas y organizacionese se van configurando como más grandes existe una tendencia a empeorar la calidad de la comunicación, por fragmentaciones, aislamientos, y otras muchas dificultades de todos conocidas. Dada la importancia que hemos conferido a la red de relaciones de una empresa, este es un problema importante que puede afectar a los resultados, como hemos dicho.
Por otra parte, las organizaciones según aumentan en su complejidad y tamaño se burocratizan, tienden a sustituir la comunicación directa y personalizada por la escrita y dirigida a colectivos, cuanto más amplios mejor. Las organizaciones utilizan así unos soportes cada vez más mediados e indirectos, y cuesta trabajo mantener la relación directa que poco a poco se ve sustituida por otras “menos comprometidas”.
En definitiva, y para no ser muy exhaustivos porque el argumento está bastante claro, las organizaciones según aumentan o son de mayor dimensión tienden a reducir la calidad de la comunicación entre sus miembros, reduciendo así las posibilidades de mantener la calidad de sus productos/servicios/procesos y, consecuentemente, aumentan las dificultades para conseguir aumentos de productividad por mejor organización o para materializar la potencialidad real de las nuevas tecnologías (.Los aumentos de productividad están en función directa de la incorporación de nuevas tecnologías que faciliten el trabajo, y aún así esas nuevas tecnologías cuando son aplicadas, dados los deterioros internos de comunicación y de organización, no consiguen todos los incrementos productivos posibles de su potencialidad).
Estas dificultades se tienden a remediar mediante recursos que podemos llamar “poco comprometidos”, tipo revistas de empresa, anuncios en tablones de anuncios, circulares, etc. Estos soportes y sus contenidos cumplen una función muy limitada; su mejor aportación puede ser la de mantener un mínimo de información que permita a las personas y al colectivo de la empresa “reducir” la incidencia de rumores y “radios-macuto”.
De todas formas, va a depender extraordinariamente de los contenidos y de la fiabilidad de los mismos. En todo caso, el tema que queremos destacar es que, casi de manera espontánea y sin mucha reflexión, la mayoría de las organizaciones de cierto tamaño “confian” sus esfuerzos de mejora de la comunicación en soportes escritos y que estos tienen una función demasiado limitada para conseguir lo que, en principio, se puede suponer que se pretende.
Además, parece que existe una raíz en este planteamiento que contamina la comunicación interna en la empresa y es la confusión entre información y comunicación. Los periodistas de empresa han tendido a “equivocar” términos y hasta a “ampliar” su área de trabajo, mediante la sustitución o equivalencia, según los casos, de información por comunicación, y esto en la empresa es todavía más patente.
Dada la potencialidad de algunos mass media, esto se ha proyectado y recalcado en un sistema empresarial con estilo de dirección muy jerarquizado, y ha dado lugar a que muchas de estas organizaciones tengan su comunicación interna en manos de los departamentos de imagen corporativa o de desarrollo corporativo o de relaciones públicas, simplificando así la importancia de la comunicación interna y convirtiéndola en un sucedáneo que “cubrimos con información”.
En definitiva, muchas empresas han “simplificado” la complejidad de la necesaria comunicación en la empresa mediante un subterfugio que siempre han utilizado los regímenes totalitarios, un buen “ministerio de propaganda” o de “información y turismo”. Por otra parte, se supone que se reducirán costes, porque ya que necesitamos imagen externa y relaciones públicas, “ahorramos” si les incorporamos la comunicación interna como información escrita. Se comprenderá fácilmente que éstas “soluciones” son inadecuadas y desadaptadas a las necesidades reales de una empresa actual que pretende ser competitiva. Se basan en principios que parecían hace pocos años superados y que implícitamente parecen mostrarnos una desconfianza básica en los seres humanos, lo que está en contradicción con sus potencialidades reales y adquiridas por educación y por formación.