Tempestade
«A noite se antecipou. Os homens ainda não a esperavam quando ela desabou sôbre a cidade en nuvems carregadas. Ainda não estavam acesas as luces do cais, no «Farol das Estrêlas», não brilhavam as lâmpadas pobres que iluminavam os copos de cachaça, muitos saveiros ainda cortavam as águas do mar, quando o vento trouxe a noite de nuvems pretas»

«Mar Morto» Jorge Amado

Nubes que sorprenden. Las tempestades siempre nos sorprenden. Preferimos no pensar en ellas, hasta que no queda más remedio. Falta previsión, enrollados como estamos en pensar que las cosas van a seguir siendo como son, sin cambios excesivos. Pero casi de pronto, un «castañazo» nos rodea, a veces más, una tempestad, una galerna, y hasta un huracán. No es el momento para pensar más que en sobrevivir, y si te ha pillado, corre. Eso le pasaba a los «saveiros» que todavía seguían pescando en alta mar o en la bahía de Salvador, que «ainda cortavam as águas do mar». De pronto, casi de pronto, la noche. Pero ya había «saveiros» en el muelle (en el cais), sus marineros habían previsto la noche anticipada de las «nuvems pretas». Los que todavía seguían en el mar …. es que habían sido despistados y no habían «leído» a la naturaleza, o bien eran excesivamente ambiciosos y querían «cobrarle» a la mar más alimento del que ésta estaba dispuesta a dar. Siempre acaba siendo así. Los más atrevidos son pillados por la tempestad. También los que no escuchan, los que no quieren ver las señales. Decía Keynes que él vendía en bolsa cuando su chofer compraba, y también que no había que agotar la ruta de las ganancias. Hay que saber retirarse un poco antes y dejar que haya otro que pueda embolsarse el último beneficio.

Es lo mismo que nos ha ocurrido con la crisis-depresión o como quieran llamarle. Las alertas no han querido ser escuchadas. La mayoría estaba tan encantada ganando y ganando, y aumentando sus beneficios, que no se dió cuenta de que las nubes negras los habían rodeado y de pronto, se sintieron hasta defraudados porque no podían seguir, aunque ellos seguirían toda la vida, pero las cosas no son como nosotros queremos, sino como son. Y está en nosotros saber retirarnos a tiempo. Sabemos mucho menos de lo que creemos, y eso no nos debe dar miedo, sino prudencia, saber analizar y comprender donde estamos en cada momento es decisivo para cometer menos errores de bulto. No ha sido el caso de los dirigentes con esta crisis-depresión. La han negado, como San Pedro, la han negado no tres veces, sino mil. Y ahora tienen que reconocer que se han equivocado. Pero siguen negando su profundidad, y tendrán que volver a reconocer que estaban equivocados. Hasta que su credibilidad sea cero. Pero ellos «necesitan» que las cosas vayan bien, y sus ideas quieren hacerlas realidad, pero la realidad es muy tozuda, y las ideas son baratas y muchas veces simplistas, en tanto la realidad es compleja y su comprensión es más difícil de desentrañar.

Total, que no hemos visto las nubes negras, ni todavía queremos ver que la tempestad va para rato. ¿Qué tendría que pasar para que repensáramos lo que somos y cómo somos? Nos queda mucho camino por andar.

Entradas relacionadas

Un comentario en «Tempestad»

  1. «La avaricia rompe el saco» …. para todo hay un refrán castellano. Y en el proceso previo a la crisis-depresión ha habido mucha avaricia y mucho orgullo y desprecio, que casi siempre le van unidos.

Responder a roberto carballo Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *